El año 2010 empieza con una dolorosa subida de impuestos. Incrementa el ISR, el IVA y el otro que no es impuesto como tal, pero afecta como el peor de todos, el energético que vende el gobierno: la gasolina.
Una verdad absoluta es que a nadie le gusta pagar impuestos y, en estas circunstancias, a nuestros oídos siempre llegan las historias de los casos de otros países más desarrollados, en donde se llega a pagar hasta el 55 por ciento del total de los ingresos, simple, claro y sin complicaciones, el 55 por ciento directo. Claro, también inmediatamente siempre se habla que en esos mentados países sí tienen servicios públicos decentes, infraestructura adecuada, sí existe una real democracia y todos esos maravillosos beneficios que implica un país decente, y en donde a los mexicanos, de lejecitos, tal vez sí se nos justificaría el pagar impuestos.
En México, el asunto de los impuestos representa un gran tabú, acompañado de grandes mitos que se relacionan obligadamente con malos gobiernos, corrupción, ineficiencia, robo y quién sabe qué otras chuladas más que, normalmente, todos los mexicanos vociferamos al respecto. Haga usted su propia encuesta para que oiga toda la clase de historias y creencias, más las que uno mismo pueda añadir. Además, existe una verdad absoluta: el pagar impuestos en México, en su proceso contable, es complicado y difícil.
Es importante mencionar que nunca se ha hecho un trabajo adecuado de culturización al respecto de lo que son los impuestos y para qué sirven, y menos de cómo funcionan; si a esto le añadimos la forma de ser del mexicano, pues tenemos un caldo de cultivo que lo único que hace es seguir traspasando a las nuevas generaciones las historias de terror de los impuestos. Para acabarla de amolar, la única campaña que ha sido famosa y efectiva (para incrementar el mito del terror) fue la que se llevó a cabo en los años ochenta, donde se mencionaba que si no pagabas te atendía “Dolores” y si eras un buen contribuyente te atendía “Lolita”. Hay jóvenes que preguntan en Internet por qué se le dice “Lolita” a la SHCP.
Viene esto a colación porque corre por Internet una cadena de mails que muestra las obras del viaducto elevado que se están haciendo en el Estado de México, con el típico mensaje que induce, al que lo recibe, a malpensar que al gobierno de ese estado se le está ocurriendo cobrar el peaje por su uso. También utiliza el típico mensaje nacionalista de que la empresa que lo construyó es una empresa española y, claro, cómo es posible, que le paguemos esos costos a los extranjeros; finaliza el mail con el típico mensaje de que si no estás de acuerdo, pues se lo mandes a toda la corte celestial que se te ocurra para terminar de pegar el grito en el cielo.
Me queda muy clara la posibilidad de que el mail esté dedicado a desprestigiar a Peña Nieto con motivo de la carrera presidencial de 2012. Lo que me preocupa es que sigamos refrendando nuestra incultura al respecto de cómo pueden hacerse las obras públicas cuando el gobierno no tiene dinero y, además, seguimos inculcando a las nuevas generaciones los mitos y terrores sobre el pago de impuestos.
Hace poco en YouTube, vi un anuncio muy simpático llamado “El futuro del pago de impuestos”, en donde el personaje central, desde que se despierta, necesita deslizar su tarjeta plástica de pago de impuestos para apagar su despertador; cuando se va a bañar y no sale el agua, también tiene con toda la pena que deslizar su tarjeta para que se registre su pago y salga agua; cuando quiere tostar su pan, de igual manera desliza su tarjeta; y así se repite la acción cuando sube a su auto, con la tenencia; cuando pasa por la gasolinera y por el estacionamiento público; cuando llega a su oficina, cuando quiere prender su computadora y cuando va al baño. Ya para terminar y como toque dramático chistoso, por la costumbre, también quiere usar su tarjeta con una mujer en un bar y le dan una cachetada.
Cuando vi el anuncio por primera vez, me hizo pensar en todos los servicios públicos que tenemos y que usamos a diario en todo el país (buenos o malos y, para efectos de este artículo, por el momento no lo vamos a polemizar) existen gracias a los impuestos que pagamos. Hoy, a pesar de todos nuestros problemas económicos, la de México está considerada como una de las principales economías mundiales, entre otras cosas gracias a su infraestructura (que no es suficiente ni la mejor, pero hay que reconocer que la tenemos). Lo más curioso de este asunto es que, investigando un poco sobre este comercial de televisión, resultó ser de una ONG francesa que está en contra del cobro excesivo de impuestos y que se ha convertido en un observatorio del cobro de impuestos y su aplicación.
Lo que es la vida: un anuncio que es utilizado para quejarse del excesivo control en el cobro de impuestos en Europa, a ojos de un país con tantos problemas como nosotros nos hace razonar acerca del funcionamiento de un sistema de impuestos como lo deberíamos de tener y donde todos pagáramos lo justo y de manera sencilla. La única explicación que tengo es que allá deben de considerar que ya pagaron la infraestructura y que no quieren pagar más, mientras que aquí siempre pensaremos que todo está mal y que irremediablemente el dinero se lo roban (lo cual, desafortunadamente, en muchos casos es cierto). Es cuestión de ópticas y de niveles de desarrollo cultural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario