martes, 26 de marzo de 2013

Reputación, el gran reto del gobierno mexicano



La política exterior mexicana debe estar enfocada en lograr que el país se convierta en la hegemonía regional en América Latina y un referente mundial. Tenemos el gran reto de hacer que la diplomacia pase de los discursos a la rentabilidad, por el bien de México y su inserción en el nuevo orden mundial.

Durante muchos años la diplomacia mexicana fue motivo de orgullo nacional; la neutralidad de la doctrina Estrada causó magia en todos los rincones del mundo y, a pesar de que durante los últimos sexenios del PRI la situación económica del país viviera tiempos turbulentos, nuestro aparato diplomático logró que la imagen del país saliera a flote y mantuviera una buena reputación ante el mundo.

Desafortunadamente, las vertiginosas transformaciones mundiales y las erráticas directrices en materia de política exterior de los dos últimos gobiernos del PAN  no le han sentado bien ni a nuestra diplomacia y, menos, a la imagen de nuestro país. Seguimos con una gran dependencia con los Estados Unidos y sufrimos las variaciones de sus crisis; hemos perdido capacidad de maniobra y representatividad en Latinoamérica, particularmente en el Cono Sur, la alianza con Europa es escasamente relevante en este momento y los contactos con Asia tienen un alcance muy reducido.

La imagen del México está muy deteriorada en el mundo a raíz de "la guerra contra el narcotráfico". Muy lejos quedan los aplausos a la valentía presidencial por atacar a la delincuencia organizada, apabullados ante el sinnúmero de alertas de seguridad de nuestros socios turísticos avisando a sus ciudadanos de los lugares que no se recomienda visitar en nuestro país. La reputación de México quedó como una economía que ocupaba un lugar entre las primeras del mundo, pero, siendo un país en donde el Estado de Derecho está a prueba, la democracia es frágil, la política ambigua, la desigualdad abrumadora y con miles de muertos sin que se haya declarado una guerra civil, finalmente el fantasma de un estado fallido surcó los rincones editoriales de los medios más antagónicos de México en el escenario mundial. El deterioro de nuestra realidad como país superó, por mucho, a las estrategias encaminadas a mejorar las percepciones mundiales y, como consecuencia, la reputación de México al término de la Presidencia de Felipe Calderón quedó muy dañada.

El reto general para el gobierno de Peña Nieto es hacer que la diplomacia se convierta en una disciplina rentable para el país, para, primero, insertar a México en el nuevo orden mundial, segundo, mejorar la imagen del país y, finalmente, actuar de manera responsable ante las preocupaciones de la escena internacional.

Tomando el principio básico de la teoría de la reputación, en donde antes de promover es necesario modificar la realidad del país y generar los cambios internos necesarios para que estas nuevas realidades puedan ser percibidos por el concierto internacional, nos encontramos  que las acciones tomadas durante los primeros 100 días por el gobierno de Peña Nieto están mandando mensajes muy claros al mundo. Primero, se está fortaleciendo la rectoría del estado y habrá un estricto respeto a la ley (caso Florance Cassez, la ley de amparo,  el cambio del fuero constitucional y  el encarcelamiento de la Maestra Gordillo); segundo, se están generando los acuerdos políticos necesarios para lograr las reformas estructurales y en donde se está logrando que los grandes intereses económicos también estén de acuerdo en las reformas propuestas.

Como vemos, la administración de Peña Nieto ha impulsado grandes cambios que el país llevaba reclamando desde años atrás y la política exterior mexicana no es la excepción. Desde antes de tomar protesta como Presidente de México, con el propósito de construir una agenda multilateral, realizó sus primeros encuentros con países de Centro y Suramérica. Con estas acciones se dieron los primeros pasos para recuperar el liderazgo internacional y  establecer una agenda multilateral en temas como seguridad, narcotráfico, cambio climático, escasez de agua, crisis financieras, cooperación internacional, respeto de los derechos humanos, combate a la pobreza, crisis alimentaria y terrorismo.

La política exterior mexicana debe estar enfocada en lograr que el país se convierta en la hegemonía regional en América Latina y un referente mundial y es por ello que está obligada a intensificar su participación en los organismos internacionales, fortaleciendo los acuerdos de cooperación multilaterales para desarrollar una política exterior activa.    

Para ello, los retos que faltarían por resolver son los siguientes: primero, modernizar el concepto de soberanía, la cual se ha modificado en el mundo como resultado de la globalización. Segundo, el cuerpo diplomático debe entender la nueva función económica y de actuación que tienen hacia el interior de la república con los gobiernos de los estados; esto obligado por el fenómeno de la creación y crecimiento de clúster legales y productivos como hoy son Querétaro, Ramos Arizpe, Aguascalientes y Puebla, entre otros, y que hoy representan un polo de negociación diplomática por  parte de los gobiernos de los estados con los países inversionistas, ya que los asuntos comerciales ya rebasaron a la política diplomática y va a ser necesario regular el nuevo marco jurídico de la relación entre los intereses privados mundiales y el interés público local, lo que ocasiona también que agentes privados se vean involucrados en acuerdos internacionales.

Y, tercero,  va a ser muy importante que se revise el sistema institucional de la política exterior; los ámbitos mundiales exigen un rediseño e integración de las dependencias del sector así como un aumento de los recursos humanos y económicos para desempeñar de manera dinámica esta función tan importante, ya que, como lo dicen algunos estudios internacionales especializados, la diplomacia es una profesión en peligro. Por eso tenemos el gran reto de hacer que la diplomacia pase de los discursos a la rentabilidad, por el bien de México y su inserción en el nuevo orden mundial.

Consultor

México: coyuntura y dilema



El gran reto de todos los sectores en México es grande: enfrentar los cambios con visión al futuro, innovación y creatividad. ¿Estás dispuesto a cambiar?

Forbes  inicia en México su publicación en línea y tengo la fortuna de iniciar con ellos una colaboración semanal. La intención de este blog es hacer el análisis e iniciar el dialogo con todos ustedes sobre los retos y las oportunidades que presentan las decisiones políticas para el mundo de los negocios.

Inicio este blog con uno de los temas centrales en la vida política del país y que está redefiniendo el equilibrio y las relaciones entre el sector público, el empresarial y el social: la posibilidad de que se logren las reformas estructurales. El gobierno de Peña Nieto, por lo que se ha visto, tiene toda la intención de lograr los consensos políticos necesarios para que se autoricen, de alguna u otra manera, las reformas que se necesitan; la coyuntura para México es ideal. Por la parte externa, la incertidumbre económica mundial pone al país en un lugar privilegiado al tener  una economía fuerte y, siendo uno de los líderes de los llamados mercados emergentes, hoy todo el mundo voltea a ver a México, lo que genera que la percepción internacional de inseguridad en el país deje de ser el tema central. En el contexto interno, todos los sectores están conscientes de que es necesario llevar a cabo las reformas, pero esto genera grandes conflictos ya que nuestro país tiene grandes monopolios públicos y privados y las presiones para definir los esquemas de reformas van a ser muy complicados. Sólo basta ver lo que pasa en el sector energético y en el de telecomunicaciones para entender la complejidad.

Estas situaciones presentan al mismo tiempo dilemas para el país. En el sector empresarial, por ejemplo, hay empresas que han crecido bajo el esquema de concentración económica; sin embargo, este crecimiento, al no tener competencia, ha dejado de lado la adopción de nuevas tecnologías, situación que está presionando a estos mercados y que a la larga puede empezar a frenar el desarrollo. Eso implica que, en algunos casos del sector privado, será necesario implementar grandes acciones de desconcentración que, sin duda, pueden ser dolorosas, pero necesarias. Al mismo tiempo, los empresarios deberán de enfrentar la necesidad de hacer fuertes inversiones. Claro, son para el futuro, pero al venir de mercados monopólicos les puede costar un poco de trabajo entenderlo. Aunado a ello, estos sectores también deberán de enfrentar el cambio de algunos regímenes especiales en cuestión de impuestos, situación que podrá ser muy compleja; de ahí que el empresario, hoy ante la coyuntura, necesita entender que las reformas implicarán romper paradigmas.

En el caso de los monopolios públicos, el asunto es a la inversa, las desconcentraciones suenan a privatización y, en sectores tan delicados como el energético, el nacionalismo rampante aparece como el gran fantasma que pudiera frenar el crecimiento y el desarrollo tan necesario para hacer que el país avance y pueda enfrentar los vaivenes del futuro.

Estos dilemas y estas coyunturas hacen que el gobierno deba de estar operando políticamente de manera quirúrgica, ya que además de los involucrados directos, están también los intereses de algunos sectores sociales, en particular de los sindicatos que son parte de la ecuación y que de manera muy precisa se han convertido en poderes facticos que pueden también ver lastimados sus intereses.

El gran reto de todos los sectores en México es grande, el del gobierno es de retomar la rectoría del estado, lograr los consensos en la clase  política y hacer que se cumpla la ley; por su parte, los retos de los empresarios son enfrentar los cambios con visión al futuro, innovación y creatividad y, para el sector social, adecuarse a las nuevas circunstancias que a la larga generarán mayor bienestar. El problema es que al país hay que sacarlo de la zona de confort que está haciendo que nos frenemos poco a poco. En este contexto la pregunta que nos debemos hacer todos los mexicanos es: ¿estás dispuesto a cambiar?




jueves, 21 de marzo de 2013

Presidencia en transformación



Hoy, los políticos verdaderamente necesitan ser más profesionales y con mejores estudios para regresarle a la Presidencia de México el poder necesario que le permita interactuar de manera lógica contra los grupos de poder, los grupos de presión y los famosos poderes fácticos.

En los últimos 30 años hemos visto una gran transformación de la Presidencia en México; en este intervalo de tiempo hemos tenido 5 Presidentes de dos diferentes partidos: De la Madrid, Salinas de Gortari, Zedillo, Fox y Calderón. Miguel de la Madrid era abogado, pero fue el segundo funcionario que llegó a la silla presidencial proveniente del gabinete económico y no de la Secretaría de Gobernación, como era la tradición (López Portillo fue el primero y llegó de la SHCP); Carlos Salinas se considera el primer presidente totalmente tecnócrata, él venía de la Secretaria de Programación y Presupuesto, y Zedillo también, quien se había formado en Banco de México.

En aquellos tiempos, para los políticos tradicionales fue una afrenta que a la Presidencia llegaran los tecnócratas y se sintieron invadidos en su ámbito de exclusividad política. Posteriormente a esto, llegó Fox, quien rompió los moldes y otras tantas cosas más; él proviene de la iniciativa privada, con el mote de “mercadólogo”; posteriormente llegó Calderón, un abogado de la Escuela Libre de Derecho y que era considerado más como político, lo que, de alguna manera, regresó a la Presidencia a la senda de la lógica de la política.

En este devenir de nuestra Presidencia, el mundo cambió radicalmente, la globalización generalizó a los políticos y, hoy, un político que no conoce de asuntos técnicos-económicos puede morir en el intento y un tecnócrata que no hace política puede no llegar muy lejos. Pero más allá de esto, al final del camino el pleito de la tecnocracia vs la política solamente fue una herramienta, la Presidencia en México se fue transformando a través de las diferentes formas de ejercer el poder; todavía en el Salinato, la Presidencia de México mantuvo sus rasgos de ser totalmente omnipotente, la cual venia así diseñada desde la época de Plutarco Elías Calles.

Con la llegada de Zedillo, la Presidencia da un giro para perfilarse como una institución más acotada, moderna y, como se dijo en su momento, con una sana distancia con el partido, lo que ocasionó una gran afrenta a los políticos de la época quienes, al haber perdido la presidencia en las elecciones del año 2000, se fueron a refugiar al PRI y exacerbadamente radicalizaron al partido.  Contra el tiempo, podemos decir que los presidentes entraron en un proceso de profesionalización, sin olvidar que, en México, al Presidente se le sigue viendo como el gran Tlatoani, redentor de todos los problemas del país.

Desafortunadamente, en los periodos presidenciales comandados por el PAN nuestra institución Presidencial sufre un gran deterioro, primero, por la falta entendimiento del uso y aplicación del poder, la novatez tuvo un gran precio y, segundo, el mismo PRI trabajó desde afuera como oposición para minimizar a la Institución y,  con esto, poder gobernar desde el poder legislativo.

Hoy, lo que estamos viendo con la llegada de Peña Nieto al poder es una nueva presidencia que efectivamente recuerda más los estilos priistas, pero es necesario entender que el único referente que se tenía en México era el viejo PRI. Lo que se está rescatando es la rectoría del estado para poder regresarle a la Presidencia de México el poder necesario que le permita interactuar de manera lógica contra los grupos de poder, los grupos de presión y los famosos poderes fácticos que han nacido como una tercera fuerza política–económica que representa una posición en el juego político del país.

Hoy entiendo que se está tratando de rescatar la Presidencia, regresándole la fuerza política que necesita como rector del Estado y se le está tratando de dar un perfil más profesional, ya que las circunstancias político económicas mundiales así lo requieren.

También, podemos ver que hoy ya no hay ese pleito exacerbado de tecnócratas vs políticos, lo que sí vemos es a políticos con mucho más preparación en aspectos técnicos económicos, con estudios en el extranjero y con la capacidad de poder enfrentar el nuevo concierto internacional. Hoy, los políticos verdaderamente necesitan ser más profesionales y con mejores estudios, los problemas reales del mundo necesitan verdaderos especialistas.

Ésta es la nueva generación de políticos y ahora lo que estamos viviendo es una sorda guerra generacional donde están muriendo los dinosaurios.



Consultor




jueves, 14 de marzo de 2013

¿Fin del sistema de chantajes?



Estamos viendo a un gobierno con iniciativa, operación política y voluntad de resolver los problemas, por lo que el Congreso ya dejó de ser juez y parte en la búsqueda de soluciones.

El sistema político mexicano generó un sistema de chantajes; diputados y senadores, durante mucho tiempo, ofrecieron a los llamados poderes fácticos sus votos para la gestión de apoyos y autorización de leyes y reformas. Podemos decir que, durante décadas, hasta jugaron con los agentes económicos, grupos de poder y de presión mediante la generación de leyes y reformas.

El asunto empeoró cuando el PAN estuvo en el poder, ya que el PRI, al no estar a cargo de la Presidencia, trató de gobernar desde las Cámaras. De hecho, en la última legislatura, se dio el caso de que los mismos presidentes de los partidos fueron incorporados al poder legislativo, en donde jugaron dos papeles al absorber la función de coordinadores de bancada; el juego político estancó las grandes reformas y el poder legislativo se convirtió en el campo de batalla de la misma economía, en donde no salieron las tan ansiadas reformas y se jugó con los intereses de grupos económicos.

Ahora que se ha creado el Pacto por México, como una mesa de negociación previa al Congreso, y que los presidentes de los partidos ya están fuera de la Cámara, estamos viendo una gran rapidez en la generación de los consensos para la presentación de las reformas políticas que se están tramitando. Esto se debe a que existe mucha operación política, tanto dentro de los grupos económicos como dentro de los partidos políticos, dejando al poder legislativo solamente su trabajo de creación de leyes y cuidar el diseño institucional de los mecanismos de control de estado sobre los asuntos específicos de cada una de las reformas.

Es de llamar la atención que, en el caso de la reforma de telecomunicaciones, llegó la reforma con los consensos de los empresarios del sector totalmente planchados; el mayor riesgo de esa reforma en especial era que no se pusieran de acuerdo los intereses de los grupos de poder como Slim y Azcárraga, así como de los demás principales jugadores que involucran a la telefonía celular, Internet, radio y televisión. Pero fuimos testigos de que, inmediatamente después de su anuncio, todos saludaron la reforma, dejando a los políticos con la única necesidad de tener que cuidar las formas legales del estado para poder tener un buen control y diseñar el equilibrio necesario en la parte reglamentaria e institucional. Se acabó el juego de escuchar a las partes, de tener que hacer foros con la sociedad y demás artilugios para lograr los consensos y que, en muchos casos, en los últimos años vimos que en algunos temas escabrosos no se llegó a concretar nada. ¿Será que el Pacto por México está acabando con el sistema de chantaje de los políticos a la sociedad?

El mejor ejemplo es esta reforma de telecomunicaciones, en donde la mejor muestra de diseño y consenso de intereses la deja ver el comentario de la Diputada Carpynteiro quien, cuando conoció la iniciativa de Ley, sólo alcanzó a decir: ¿quién se puede negar a la reforma? Esto quiere decir que, gracias al diseño de la iniciativa y a una excelente operación política, no solo entre los políticos, sino entre los grupos de poder, al parecer ya hay voces que dicen que se puede tener la reforma autorizada antes de Semana Santa, lo que demostrará que nuestro Congreso puede ser muy eficiente, siempre y cuando los consensos se generen fuera de la Cámaras, ya que ellos dejaron de ser juez y parte en la búsqueda de soluciones a los problemas.

Estamos viendo a un gobierno con iniciativa, operación política y voluntad de solucionar los problemas; esto está generando que la Presidencia retome su posición de fuerza y de rectoría del estado, lo que generará que los grupos económicos y sociales piensen dos veces el ir primero y directamente con los legisladores y segundo con los partidos políticos para la solución de problemas vía leyes, porque con este nuevo esquema, queda expuesta su ineficiencia; el mejor camino, por el momento, se convierte el Poder Ejecutivo.

Este asunto no es menor, ya que dará pie a una nueva conformación de la oferta política de los partidos, ¿será que también pierdan el monopolio de la generación de leyes y la afiliación solamente sea para generar la participación en el sistema de votaciones?

El Pacto por México y su éxito en la construcción de las reformas estructurales, está dando un gran giro a la política mexicana y, por el momento, al parecer está cerrando la vieja práctica del antiguo sistema de chantajes muy arraigado en nuestro país. Y todo, porque el Presidente Peña Nieto está logrando darles todas las reformas peladitas y en la boca.


Consultor