jueves, 27 de agosto de 2009

Democracia egoísta

Siempre se repite la misma historia: cada
individuo no piensa más que en sí mismo.
Sófocles
De nuestra democracia se han dicho muchas cosas, que es joven, incipiente, incompleta, fallida y otras tantas más, pero, analizando los últimos acontecimientos, parece ser que en la cruda realidad lo que hoy tenemos es una democracia egoísta. Esto es porque, por sí misma, nuestra democracia en México empieza a violar sistemáticamente la reciprocidad con la sociedad, tiene conductas depredadoras y, lo más grave, es que está generando patrones antisociales. Se comporta como una maquinaria fría que solamente ordena acciones de protección y beneficios hacia sí misma y a sus grandes custodios: los políticos.
Nuestra democracia es joven tomando en cuenta la alternancia surgida hace pocos años pero, en la lucha por el poder, la hemos convertido en un aparato que genera un excesivo amor y cuidado por sus instituciones y que tiende a proteger sobre todas las cosas, sin ningún tipo de límites, a sus propios intereses. La mexicana es una democracia que sólo ve por sí misma y por su razón de existir, solamente se ocupa de seguir creciendo en beneficio de sus partidos políticos e instituciones y, al parecer, hace mucho que dejó de velar por el bienestar de sus ciudadanos.
Y para muestra de este fenómeno sólo basta ver la reacción de las instituciones de nuestra democracia ante una situación de crisis como la que estamos viviendo. Tenemos un IFE y unos partidos que encarecen el costo de las elecciones y del voto ciudadano, siendo éste uno de los más caros del mundo al mismo tiempo que uno de los más ineficientes.
También vemos cómo el poder Ejecutivo envía dobles discursos sobre la situación económica recortando el gasto de inversión pidiendo más dinero, clamando por aumentar ingresos por impuestos pero aumentando sus gastos operativos. O, más aún, entendiendo los programas sociales bajo el contexto de ser (casi, casi) la nómina paralela de la burocracia de los pobres (o, más bien, ¿de una pobre burocracia?) lo que los convierte en el botín electoral del gobierno en turno.
Qué decir de las Cámaras de Diputados y Senadores, en donde no solamente vemos altos sueldos, dietas escandalosas, gastos de lujo en instalaciones, seguros médicos privados y estipendios de viaje ilimitados, para hacer una labor que solamente está destinada a generar beneficios a los mismos partidos, los políticos o el aparato burocrático de esta egoísta democracia y en dónde se llenan la boca de discutir los problemas de México desde una posición privilegiada.
La iniciativa privada, los sectores sociales y los mismos ciudadanos también caemos en esa conducta fría y depredadora que genera una gran insensibilidad ante los problemas reales del país. Hoy, la sociedad parece perderse como tal y genera total incredulidad al no darle la importancia adecuada a problemas gravísimos como son la falta de agua, la contaminación ambiental, el daño a los ecosistemas y otros grandes problemas que se siguen perdiendo en las páginas de los medios de comunicación, entre los chismes y pleitos políticos de los grupos de poder.
La conformación de cualquier democracia tiene mucho que ver, básicamente, con dos aspectos. El primero es por el diseño institucional que se le va dando al través del tiempo, las instituciones vigilantes y operativas y las leyes y reglas que, supuestamente, van siendo modificadas por los políticos ante las demandas del bienestar de la sociedad. Hoy nuestras instituciones están convertidas en torres de babel de burocracia e intereses, la burocracia las rebasa, la política las nubla y, ante la falta de liderazgo, están en su gran mayoría nulificadas.
Y, en segundo lugar, los hombres de la democracia, políticos y ciudadanos, unos representantes sociales elegidos y la sociedad civil que recibe las beneficios y paga los impuestos que sustentan la democracia, el humano, por naturaleza egoísta, sólo piensa en sí mismo y eso se convierte en una enfermedad que contamina todo el sistema, haciendo que el hombre mismo se convierta en preso de sus propios errores.
Hoy, nuestra democracia es una maquinaria egoísta que, para sus instituciones, se genera un bienestar inmensurable pensando sólo en privilegios y protección al sistema, mientras que a los ciudadanos solamente les genera inequidad, injusticia, pobreza y vivir presos de un sistema imposible de cambiar por la vía legal o "democrática".
La mano invisible de una democracia egoísta está quitando eficiencia a los mercados económico y político y está afectando directamente al tejido social de México. Ojalá los políticos se den cuenta a tiempo.

viernes, 21 de agosto de 2009

Para los que querían ser políticos

La situación crítica del país desnuda a los candidatos electos en la pasada jornada del 5 de julio y que están ahora en el proceso de tomar posesión de sus nuevos puestos. En su mayoría, los políticos se quejan amargamente de que los municipios que van a dirigir o los puestos que van a tomar no tienen recursos disponibles ni presupuesto suficiente y, en su gran mayoría, se dice que están quebrados.

Esta situación me hace pensar varias cosas: primero, el cómo ganaron su campaña, ¿con mentiras? Porque supuestamente las propuestas con las que ganaron estaban basadas en información fidedigna de los organismos o de las entidades por cuyo favor competían. Presumieron en la campaña de conocer la situación real y hasta plantearon soluciones a problemas reales. Bajo ésta óptica, ¿Qué fue lo que cambió? ¿Qué, a lo mejor, el puesto por el cual lucharon, ya no representa el negocio que esperaban? o ¿Ya no es tan bonito ser político sin dinero? o ¿Qué?

Supuestamente, al querer ser políticos, debieran primero saber cuál es la situación del entorno, por si no lo saben aquí se los decimos, hay una crisis mundial cuya influencia era menester tomar en cuenta. Debieron haber estudiado cada municipio o posición, y basar sus estrategias en conocimientos del pacto federal y en información general del país, el cual viene anunciando, desde finales del año pasado hasta ayer, que pasamos desde un catarrito hasta una catástrofe financiera y, por si no lo sabían, también se los decimos, todo esto pasó mientras duró la campaña. Curioso, ahora se dan cuenta y reclaman.

Supuestamente, parte de la responsabilidad de gobernar y de ser político es la búsqueda de soluciones a los problemas de la comunidad y, por lo que se sabe y se puede leer a diario en la prensa nacional, por si continúan sin saberlo nuestros políticos, hoy el principal problema de la comunidad en este país es la falta de ingresos en el gobierno, no hay dinero y se acaban de congelar los presupuestos de inversión. Qué significa esto, señores políticos, que no tienen dinero que administrar y gastar a manos llenas y que tienen que buscar la manera de gobernar y operar los servicios municipales de manera eficiente.

Esto viene a colación porque el día de ayer un Diputado tuvo la honestidad de entregar recursos que había ahorrado de sus viajes aéreos durante el desempeño de su función. Por una parte destapó una gran cloaca de falta de transparencia y gasto irracional por parte de la Cámara y, por la otra, mostró a los demás diputados como insensibles por quedarse con el dinero. Hasta comentarios de sus compañeros se publicaron refiriéndose a que no debió regresar el dinero, ya que nuestros políticos entienden que es parte de su dieta.

Ante la situación de la economía y la grave acumulación de desconfianza pública por parte de los ciudadanos en los funcionarios públicos (de cualquiera de los tres poderes), empieza el nuevo periodo de alcaldes, diputados, gobernadores, delegados y otros puestos del ejecutivo. Debemos ahora los electores empezar nuestra labor ciudadana de vigilancia de compromisos, actuación y gobernabilidad. Si el candidato por el que usted votó ganó, pues debe de conocer su propuesta y con esto seguirla, apoyarlo y, en su momento, pedir resultados. Si no es su candidato, pues habrá que estar pendiente de su plan de trabajo y de estar denunciando constantemente lo que no está funcionando y si no se ven resultados.

Ya es la hora de que todos hagamos que los políticos sientan la presión de la ciudadanía, de que estamos pendientes de su actuación. Necesitamos que sean transparentes en su gestión pero, sobre todo, que no seamos comparsa de su partido político.

Al mismo tiempo, es necesario que aparezcan nuevamente todos aquellos aguerridos promotores de voto blanco, de nulificar votos y de todas esas nuevas chuladas de la democracia para que demuestren que no sólo fueron comparsa de campaña de algún partido y que demuestren también que su objetivo final es hacer que los políticos rindan cuentas y actúen correctamente, porque fue muy fácil llamar a la cancelación del voto, pero ¿en dónde está el deber ciudadano de pedir cuentas? ¿A ese movimiento no se van a sumar porque al cancelar su voto también cancelaron su participación ciudadana?

Ya pasó el periodo post electoral, ahora empieza el verdadero camino de la democracia. No caigamos en el olvido de nuestras atribuciones ciudadanas y nos quedemos con los brazos cruzados como siempre se ha hecho después de la elección. Seamos ciudadanos de tiempo completo y ejerzamos nuestros derechos como tales. Participemos en demandar al gobierno los servicios que debe otorgarnos y que, campaña tras campaña, nos han sido prometidos. Al fin, para eso querían ser políticos los políticos, ¿no?

jueves, 13 de agosto de 2009

Riesgos latentes

México está entrando en una etapa de riesgos muy peligrosos debido a que la política, en los últimos años, no ha generado el suficiente apoyo a la economía. Como es bien sabido y ahora público, se tienen boquetes económicos de gran magnitud, se han dejado de percibir ingresos por la venta del petróleo, la población no está pagando impuestos, la competitividad está atorada, los monopolios están frenando el desarrollo y, como consecuencia, ahora se congelan presupuestos de inversión. Además al país acaban de frenar brutalmente y las consecuencias pueden ser catastróficas.

En la parte política tenemos que, por la escasa capacidad política y técnica de funcionarios en el Poder Ejecutivo sumada a las diferencias entre los grupos de poder, hubo un congelamiento de las decisiones, de las reformas y de las iniciativas que el país tanto necesita. Hoy, estos planes son los que se están discutiéndose con los nuevos diputados y con los sectores económicos. Sin embargo, esto puede llevar tiempo y el problema es que México y su economía no tienen ese tiempo.

Todo esto ha ocasionado, al parecer, que la presidencia de Felipe Calderón se haya reducido a un simple periodo de tres años porque su capacidad de maniobra con la nueva situación política emanada de la votación del 5 de julio así lo determina: Calderón no tiene mayoría en la Cámara de Diputados; la supuesta mayoría en el Senado no ha funcionado, no se sabe si porque no está del lado del presidente o ha sido eficientemente borrada por los trabajos del PRI ni tampoco se tiene mayoría en los estados. Debido a todo esto, los próximos tres años pueden ser políticamente nulos.

Esta falta de trabajo político ha ocasionado también que las instituciones nacionales entren en conflicto. Ayer se evitó un choque de trenes entre el Poder Judicial y el Ejército, dos de las únicas instituciones con legitimidad propia e incuestionable, pero que han sido presionadas de forma tal que las metieron en una encrucijada de la que, al parecer, hasta ayer, salieron ilesas; quién sabe si el asunto ya terminó ahí.

Las fuerzas y grupos políticos, ante esta situación, deben de entender que se está jugando con fuego en condiciones que no son favorables para nadie: la escases económica, el descontento social, el cambio de equilibrios entre las fuerzas políticas y su respectiva reestructuración de las bases que ocasionan que hayan quedado bases sociales solas, abandonadas y sin prerrogativas (que por los resultados electorales van a cambiar de mano y, en estos reacomodos de poder, pueden estar inconformes) y las deudas electorales que están esperando ser cobradas y que, si no son pagadas, invitarán a la violencia política.

Es urgente un cambio en el quehacer político, no se puede seguir haciendo la política como se había hecho hasta ahora, es necesario traer gente capaz y con visión política para efectuar los cambios que el país necesita. Hoy, innegablemente, se deben de tomar las duras decisiones que requiere el proceso de modificar los esquemas impositivos. No es un problema de modelos económicos, es un problema de romper el estatus quo que hasta la fecha no ha sido eficiente y ha generado desbalance en las finanzas públicas e inequidad en la población.

Los partidos políticos deben de entender que las campañas políticas ya se acabaron, y los hechos y discursos deben de orientarse a generar un cambio; no se puede ir prometiendo que no se tocarán los impuestos cuando parte de la inequidad está fundamentada en que no todos pagan sus respectivas contribuciones y que el bono energético se está acabando a pasos agigantados. Muestra de eso es el déficit de tres mil millones de pesos por subsidios a los energéticos.

Es necesario hacer política, es necesario hacer cambios en el gabinete, pero también es necesario que las fuerzas políticas y la sociedad en general pongamos de nuestra parte para buscar una solución adecuada para salir adelante. Hoy, menos que nunca, se deben escatimar desde la comodidad del poder las soluciones que el país necesita. No hay cabida para el egoísmo político que ha dominado estos tres años de gobierno a todos los políticos y las fuerzas y grupos de poder. Estamos al borde de un precipicio y nos podemos arrepentir de entrar a una espiral en donde la violencia se puede desatar por falta de oficio político. Las condiciones nacionales e internacionales están, de alguna manera, complicándose para gestar cualquier tipo de movimiento que no sea favorable para ninguna nación.

Sólo basta ver los incongruentes ejemplos en América Latina, en dónde se están disfrazando a las dictaduras de democracias y se está buscando el perpetuarse en el poder mediante supuestas reformas democráticas y constitucionalistas. La ola reeleccionista está arrasando con la democracia de la región para tapar los serios problemas económicos que se pueden desatar.

Esperemos que exista la conciencia y permee la cordura en todos los niveles de la sociedad. Hoy se necesita liderazgo y mediación, no egoísmos ni ansias de poder que sólo nos pueden empujar a una vorágine de violencia brutal.

jueves, 6 de agosto de 2009

Chiquillada de izquierda

La debacle electoral de la izquierda mexicana, del PRD, ha sido contundente. Las acciones de las tribus en el proceso post electoral han sido concluyentes, el veredicto es demoledor, la izquierda está difuminada y México se ha quedado sin contrapesos.

Pocos vieron venir la debacle o alguien, adentro del partido, no dijo nada. ¿Cómo es posible que nadie viera que casi tres mil militantes se registraron en otros partidos para contender en las elecciones intermedias? Tan culpables son los militantes como las autoridades del partido, ¿no? Esto pudiera no importar a la ciudadanía en general, sobre todo cuando no se milita en ese partido o no se es simpatizante. El problema es que el dinero con el que sobrevive ese partido es el de nuestros impuestos. Nuestros políticos partidocráticos se olvidan que, a fin de cuentas, también son funcionarios públicos por el simple hecho de que su sueldo sale de las arcas de la nación y de nuestros impuestos.

Hasta ahora se empieza a entender esta responsabilidad y por primera vez el IFE ya intervino a un partido que acaba de perder su registro al no alcanzar el mínimo de votación y está en proceso de auditarlo, liquidarlo y cerrarlo, pero ¿podría alguien explicar quién autorizo spots de despedida del partido dirigiéndose a los ciudadanos y por qué razón?

Con esta situación el PRI no sólo regresa al control de la Cámara de Diputados y se acerca a la antesala de su meta más preciada (regresar a los Pinos), sino que además regresa con un escenario muy cómodo y conocido, sin una oposición de izquierda fuerte. Esto dará pié a que regresemos al esquema de la chiquillería de izquierda, tan adecuada al sistema que gobernó México durante 70 años.

Por ello, no dudo que en los próximos años vuelva a plantearse el esquema de los pequeños partidos que aglutinen a lagunas de las corrientes de izquierda perdidas y que, normalmente, terminan vendiéndose al mejor postor, para lograr cotos de poder, seguir en la nómina electoral partidista y tener una trinchera política que les permita continuar jugando en la política nacional.

Para acabarla de amolar, hoy no se cuenta con una ideología sólida como la que se tenía en los años 60 y 70 cuando a pesar de haber terminado la Guerra Fría, aún se mantenían algunos ideales del antiguo comunismo y socialismo. Hoy no hay ideología que dé cohesión a la izquierda, no hay tercera vía que valga y la izquierda como la que se ejerce en Europa es poco aplicable, ya que no es lo mismo una izquierda en países ricos, competitivos y con leyes bien establecidas que la izquierda en países subdesarrollados y con altos grados de pobreza extrema.

En México, desafortunadamente, los movimientos de izquierda siguen siendo avalados por los más pobres, como opción desesperada de zafarse del control político, de la corrupción, de la falta de aplicación de las leyes y de la profunda desigualdad social. Sólo basta ver el mapa de nuestro país para entender por qué las tribus de izquierda, ahora arrinconadas y sin cuerpo que las sustente, solamente voltean a ver al sur, para ahí poder vociferar sus verdades a medias y sus promesas demagógicas, avalando con su actuar lo que tanto critican y quieren cambiar. No es casualidad que personajes tan distinguidos de la política nacional de ayer y hoy se den cita en estados como Oaxaca para visitar a las fuerzas vivas, como se decía en el viejo argot.

Es tan grave la falta de ideología en las izquierdas de América Latina, que de pronto lo único que estamos viendo es la fuerza de dictaduras basadas en el poder económico y que, disfrazadas de democracias populares (más bien populistas), buscan a como de lugar volver al viejo esquema de la dictadura. Casos como Chávez y sus seguidores hacen mella en los sistemas democráticos de la región, disfrazando sus ansias de dictadores en referéndums democráticos para perpetuarse en el poder.

El escenario para México es complejo; si repetimos el esquema de antaño, en breve estaremos llenos de esa chiquillería que solamente llena la historia de basura político electoral, que hace mucho daño por la corrupción que genera y por su menoscabo a la democracia.

La pregunta que queda en el aire es: ¿por encargo de quién se enterró a los partidos de izquierda y quiénes fueron los verdaderos sepultureros? ¿Son culpables los militantes que no encuentran alternativas en su partido y salen a buscar otra opción o son peores los que los usan de moneda de cambio para aterrizar en otro partido? O, más aún, ¿qué responsabilidad tienen los que no vieron venir la debacle? ¿Se logrará saber algo algún día? ¿Quién fue el autor intelectual?

Por el momento, preparémonos para ver el crecimiento de la chiquillería de izquierda, su supervivencia y su pleito por tratar de jugar y ser comparsa en el 2012.