jueves, 30 de septiembre de 2010

Política fallida

En los últimos meses ha existido un gran dilema sobre si México, el Estado o el gobierno, son fallidos; considero que la polémica seguirá por mucho tiempo. Lo que sí se puede declarar fallida, es la política en México.

Aristóteles definió la política como “el arte de lo posible”, pero también entendía la política como la “búsqueda del bien común”. Tomando en cuenta este principio, en México nuestros políticos no hacen ni la una, ni la otra, por lo tanto los podemos declarar fallidos.

Hoy, en nuestro país la política “debería de hacer posible que hubiera acuerdos logrando con ello las reformas que le darían certidumbre a nuestra economía”; no es posible porque nadie se pone de acuerdo, los políticos no tienen voluntad para hacerlo, están fallando.

La política debería “estar haciendo posible que los partidos políticos se pusieran de acuerdo en políticas públicas para desarrollar un nuevo modelo político, con visión de Estado para asegurar el crecimiento democrático del país”; la política no ha podido lograr más que desacuerdos, divisiones profundas entre grupos y partidos, y polarización.

La política debería “estar haciendo posible el diálogo entre los diferentes grupos políticos para luchar, en conjunto, contra la inseguridad, definir leyes que protejan a la sociedad civil”; los políticos sólo ven para sus propios intereses.

Se debería de “estar haciendo posible que la misma política tuviera el respeto y reconocimiento de toda la población, por el hecho de ser el arte de lo posible”; hoy, ya ser político no tiene ninguna seguridad, a tal grado que, sin ningún respeto, empiezan a asesinar políticos.

También ese arte de hacer lo posible debería “estar logrando una adecuada participación y comunicación de y con la ciudadanía”; desafortunadamente, cada día está más lejos de la ficción de cualquier grupo social.

Bueno, el colmo más grande es ver que, cómo antítesis de ella misma, la política no puede ni siquiera hacer posible el entendimiento de los mismos integrantes de los partidos políticos. Hoy, los políticos que no logran la candidatura de su partido, son capaces de brincar sin ningún descaro de un partido a otro.

El otro de los colmos, que reafirma ésta situación fallida de la política en México, es el simple hecho de que se dan alianzas que parecieran ser imposibles, se podría pensar que, al contrario, esto es parte de ese logro de la política de hacer posible lo imposible, pero en este caso, eso imposible que en México sí se dio, hoy representa la incongruencia y el problema político más grande que haya existido; contra el tiempo, quedará demostrado.

Un ejemplo más de la política fallida en nuestro país, es el hecho de que hoy vemos una hondonada de expulsiones y, valga el silogismo, de no expulsiones, en los diferentes partidos políticos. En el PAN expulsan a Espino, ex dirigente de ese partido y que seguramente se refugiará en algún otro con diferente ideología, pero no expulsan al ex presidente Fox por sus últimas declaraciones. Por otra parte, a AMLO no lo han querido ni tocar, cuando él opera flagrante y abiertamente en otro partido, rompiendo todas las reglas habidas.

Muchos ejemplos tenemos todos los días, sólo basta leer la prensa nacional y ver que, hoy, los políticos mexicanos son el animal político más fallido de la tierra.

Lo malo es que si siguiéramos la lógica de que unos son de la generación perdida y de la famosa generación del NO, los políticos jóvenes no estarían haciendo esas cosas pero, desafortunadamente, vemos a diario también que son pocos de la nueva generación que no están contaminados por este efecto fallido de la política nacional.

Y ahora, con motivo del Bicentenario y los valores que queremos rescatar de nuestra historia y con los anuncios y promociones de que vamos a hacer los valores de nuestros héroes, desafortunadamente nos damos cuenta de que poco podemos hacer los ciudadanos, ya que nuestros políticos sólo saben tomar las cosas malas, como son las traiciones y la búsqueda de los intereses personales, contra los valores verdaderos de buscar el bien de común.

Por esto, sí podemos declarar fallida la política en México.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Ética en Relaciones Públicas

Revisando el tema de la ética en las Relaciones Públicas, es importante entender que la nueva revolución en los medios digitales, ha generado un nuevo balance en los asuntos de éste tema en la sociedad y en nuestra profesión.

Hace diez años, cuando el trabajo de las relaciones públicas estaba concentrado exclusivamente entre los practicantes y los medios, el asunto de la ética se encontraba más dirigido a cuidar que fuera hecho por profesionales y expertos. Asimismo, por cuidar que la información proporcionada a los medios fuera cierta y que no se generarán acuerdos económicos fuera de lo "honorable".

A partir de que la sociedad y el consumidor han creado sus propias redes sociales para generar sus contenidos y "son más dueños" de parte de la información, la balanza de los cuidados de la ética se han transportado a otras acciones de la práctica de las relaciones públicas. El foco ya no es la relación con los medios, ahora está volcado directamente a las acciones de responsabilidad social de las empresas. Hoy, se cuida que las acciones que se hagan por parte de las compañías y que están dirigidas directamente a los consumidores, sean verdaderas y no solo sea un gancho para generar más consumo.

Ciertamente en esta época y con el poder de las redes sociales, este tipo de situaciones es más difícil que la gente no se de cuenta, o que en caso de suceder, sean denunciadas públicamente. Pero al mismo tiempo, entramos en tiempos en dónde los publirrelacionistas deberemos de tener más cuidado; los profesionistas de las relaciones, tenemos códigos de conducta y asociaciones que vigilamos la integridad de la profesión y del gremio, pero al haberse trasladado esa responsabilidad, ¿Quién cuida ese sector?

Ya empezamos a ver casos en Twitter. Por ejemplo, que se lanza información que después no es cierta, o rumores que hacen mucho daño a las compañías por comentarios fáciles de gente que no mide lo que sus palabras pueden causar.

Finalmente, esto nos lleva a entender que debemos de luchar por mantener la ética en las acciones de comunicación de las empresas, así como en los practicantes de nuestra profesión. Pero al mismo tiempo, buscar que estos conceptos lleguen a la sociedad en general, solo queda regresar a los valores básicos del buen comportamiento humano, que en un México con la delincuencia a nuestro alrededor, no debemos ceder a la tentación de hacer la tarea por el camino fácil.

Ahora más que nunca debemos de cuidar nuestra ética personal, de la profesión, del negocio.

jueves, 23 de septiembre de 2010

México du solei

Observando las festividades del Bicentenario.- Cuando presentaron a los acróbatas escribiendo con sus cuerpos la palabra México, me vinieron a la mente dos cosas: ¿dónde habían quedado los voladores de Papantla? Y, por el enfoque que le quiso dar el PAN a las ceremonias, habían convertido a México en un Cirque du Solei. Las festividades parecieron una ceremonia de inauguración de olimpiadas.

Las quejas sobre la festividad son amplias; para mí la más grave es el hecho de querer renunciar a nuestras raíces y pasado, quisieron pintar a un México diferente, estilizando los valores y las costumbres, dirigiéndolo hacia un público joven (¿acaso con visión electoral?) y alejándose hasta lo más posible de todo lo vernáculo, nacionalista, y revolucionario (que al PRI le ha funcionado muy bien). Por elitismo natural, dejaron en el desván a la historia, las costumbres y la música; la visión, netamente, fue de ceremonia televisiva.

México se convirtió en un circo, no sólo por tomar la filosofía del Cirque du Solei, que es “hacer un montaje dramático, y un esparcimiento callejero” —en este caso de la historia de México—, sino, además, por tratar de “invocar a la imaginación, incitar a los sentidos y evocar las emociones de la gente” cosa que, en mi opinión personal, no se logró del todo. El verdadero problema fue el riesgo con el que se llegó a estos festejos, un saldo de verdadera preocupación; en 30 municipios se cancelaron festividades cívicas por motivo de la inseguridad, había 115 municipios inundados, en las dos últimas semanas cayeron dos cabezas importantes del narco, lo que podía implicar, falso o cierto, venganzas de la delincuencia en las festividades, de ahí el gran montaje, real o cierto, de los 300 francotiradores y la extremas seguridad para las ceremonias.

Otros factores que influyeron al agravamiento de la situación, fue el anuncio de los secuestradores del jefe Diego recordando que la negociación sigue estancada, los llamados a que la gente no asistiera, los mensajes de la alta seguridad que se iba a imponer, el cuidado de las festividades por parte de policías, marinos, Ejército y demás corporaciones, todo lo cual pegó directamente en el ánimo de la gente que, en su gran mayoría, prefirió no arriesgarse ni a salir de su casa.

Ya en plena celebración, vimos a ex presidentes en Palacio Nacional, Fox escuchó el Grito y se fue, mientras que Carlos Salinas departió felizmente con algunos invitados; al día siguiente, escuchamos, los llamados públicos al diálogo del PRI y la aceptación tácita, por parte del presidente. Posteriormente, el desfile, con participación de contingentes internacionales que, a mi vago entender, sucedió por primera vez en la historia, mostrando la unidad internacional hacia México.


Pero, como siempre, para los mexicanos un negrito en el arroz servirá para joder al vecino, aquí los aparecidos: la blanquísima figura del coloso, inútil, sin motivo ni chiste, que se convirtió en la punta de lanza para los ataques a las ceremonias; el otro, el costo y las fallidas e inacabadas obras bicentenarias; un tercer negrito, el desplazamiento de la tradición artística de la pirotecnia nacional (en todos sentidos).

La tensión bajó después de las festividades debido al saldo blanco de éstas, pero también aumentó la problemática nacional por la emergencia que generó el paso de la tormenta tropical Karl. Con este fenómeno se triplica el número de municipios inundados y aumenta la cifra de personas dañadas. El problema es que las arcas de los gobiernos están vacías por los excesos en los gastos electorales y, al parecer, el Fondo de Emergencias, tampoco tiene dinero.

Durante ese larguísimo y atropellado puente, siguieron los escarceos del llamado al diálogo, ahora con un ingrediente extra, el llamado del presidente a la solidaridad y a que renazcan los pactos entre todos los actores de la sociedad, como los que se dieron ante la emergencia de los sismos de 1985.

Como resultado de todo este circo del Bicentenario, parece que se cocina el diálogo con el Senado. ¿Será que el Senador Manlio Fabio Beltrones logrará que el presidente se presente a dialogar oficialmente con los representantes populares, derivándose de ahí el trámite de la tan esperada reforma política?, ¿será que por fin veremos un verdadero diálogo? ¿Conseguirá el presidente que no se boicoteen, desde los grupos internos de su propio partido, los acuerdos a los que llegue con el Senado?

Ojalá termine el circo del Bicentenario y exista el diálogo, la ventana de oportunidad es corta, se termina pocos días antes de que lleguemos al siguiente momento de un nuevo riesgo público, la ceremonia del festejo de la Revolución, para lo que los grupos estarán planchando ya la reforma política, el presupuesto 2011 y la cancelación oficial de las ansias aliancistas para las elecciones del próximo año.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Liderazgo y comunicación

Tuve la oportunidad de impartir un curso sobre liderazgo social a estudiantes de una universidad pública, en el interior de la república. En un taller de este tipo, siempre se habla de comunicación, como un elemento fundamental de cómo un líder debe expresarse y conectarse con la demás gente; la comunicación, en este caso, por su orientación de visón social, adquiere características especiales.

Estas implican que el líder social deba primero, de escuchar con empatía: segundo, de hablar con autenticidad; y en tercer lugar, de controlar la ansiedad de responder.

Si analizamos cada una a detalle, en la primera encontramos que hoy es obligado escuchar las demandas sociales de la población. La digitalización de la comunicación y las redes sociales, nos obligan a todos, individuos, empresas, gobiernos y medios masivos, a escuchar con apertura y sensibilidad, los problemas de nuestros empleados o amigos, clientes, gobernados o lectores.

En el segundo caso, hoy con la información que se tiene corriendo a toda velocidad en medios o redes sociales, da la facilidad a miles de ojos, de ver las actuaciones de cualquier empresa, autoridad o persona, en línea, las veinticuatro horas de los trescientos sesenta y cinco días del año. Diariamente se hace más pequeña la ventana de los que se atreven a engañar al público.

Respecto al tercer concepto, que se refiere a controlar la ansiedad de responder, hoy implica escuchar todas las demandas sociales; tener la información completa de cada caso y pensar muy bien lo que se deba contestar. Además, también interpreto, que hoy más que nunca las promesas fáciles y espontáneas, no sirven de nada. Ya es necesario contestar con acciones claras y contundentes, más que con bonitas declaraciones huecas.

Haciendo un paralelismo entre este tipo de comunicación de liderazgo social, con la que deben de tener las empresas y los gobiernos, creo que no debe de existir ninguna diferencia. Es obligado que cada día, los comunicadores privados, sociales o gubernamentales, aprendan de este tipo de comunicación, para fomentar el liderazgo social institucional que tanto nos está demanda la sociedad.

Esta comunicación se convierte, también, en una herramienta elemental para los publirrelacionistas en su actuar diario, para complementar la parte práctica y ética de la profesión.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Infraestructura

Barack Obama acaba de anunciar que invertirá, el próximo año, un total de 50 mil millones de dólares en obra pública: construirá trenes, aeropuertos y carreteras, en resumen, crecerá y mejorará los servicios de su país. Parte de la idea es crear un banco de infraestructura que permita traer a la modernidad los trenes y las carreteras; de alguna manera, con esta medida se pretende renovar al país y activar la economía.

Está demostrado que una de las mejores formas de generar movimiento en las economías es mediante la construcción de infraestructura, pues, además de traer modernidad y conectar a las ciudades y a las personas, genera trabajo directo y movimiento social.

En Estados Unidos, el año pasado se dieron cuenta de que su rezago en lo que corresponde a las instalaciones ferroviarias, contra su competidor, Europa, es deplorable y están empeñados en revertir el atraso y avanzar rápidamente mediante de una red de pasajeros y la conexión de la red de trenes de carga.

Mientras eso pasa, en México no podemos liberar los recursos, ni las licitaciones, ni los contratos para mejorar las carreteras. Hay movimientos sociales en contra de las presas, tan necesarias, y de las aerolíneas y los trenes, mejor ni hablemos; estamos muy lejos de la mano de Dios. Hay un subejercicio terrible y no se ve forma de que se pueda avanzar en la materia.

Seguramente, los candados legales, las trampas burocráticas, los monopolios, los pleitos en el Congreso y la dificultad de las reglas del Ramo 33, por un lado, o retener las inversiones hasta que las obras se conviertan en una suculenta moneda de cambio electoral, por el otro, son algunas de las tantas excusas que tenemos en el país para no avanzar en este rubro.

Es una verdadera lástima, ya que en estos momentos, si pudiéramos incentivar la economía con este tipo de inversiones, se daría trabajo a millones de mexicanos que podrían tener una mejor opción que acercarse a la delincuencia organizada. También, como país, estaríamos alineándonos a un gran esfuerzo con nuestro vecino del norte que y crear, con esto, una sinergia de bloque comercial que será motivada por un movimiento económico.

Si esta inversión se lleva a cabo en Estados Unidos y nosotros nos quedamos quietos e inertes, seguramente lo único que haremos será ofrecer mano de obra barata y hacer que nuestros migrantes nuevamente deseen acariciar el sueño americano, ya que en nuestro país no tenemos opciones.

Desafortunadamente, en México nos encontramos tan imbuidos en nuestra guerra contra la delincuencia organizada, que estamos ciegos para encontrar una salida. No encontramos el camino correcto para terminarla, porque todos nos llevan a entregar la plaza o a seguir enfrentados y perder la guerra contra una fuerza invisible y más equipada.

Tal vez un camino que no hemos explorado aún, para salir de esta guerra, sería hacer un gran pacto nacional y liberar, fuera de la visión electoral y de la lucha por el poder, la inversión en infraestructura. Para esto es necesario eliminar los egos políticos y crear un verdadero fondo de infraestructura en un plan de Estado y con visión al año 2020, para crear y asegurar la inversión, para terminar con los problemas actuales de comunicación y con la idea de conectar y hacer crecer a las ciudades más importantes, para que esto logre enlazar comercialmente a todo el país, que crezca el comercio y, si se hace con la visión de bloque comercial, puede hasta aumentar el comercio internacional.

Obviamente, esta idea central puede detonar que aumentemos toda la infraestructura de telecomunicaciones y del manejo de energía, que con un buen plan central y sin grandes complicaciones, puede traer hasta inversiones extranjeras y un aumento de la competitividad del país, que por más que hacemos, sigue cayendo en los indicadores internacionales, por esa gran necedad de las mentes monopólicas.

Es muy curioso que, en este año del Bicentenario, realmente se hayan hecho muy poca obra de infraestructura, si la comparamos con la celebración de 1910 que encabezó Porfirio Díaz; aún estamos gozando de toda la obra en trenes, ciudades y monumentos que se realizó en aquel tiempo.

Hoy, en esta celebración, no somos capaces ni siquiera de terminar un súper arco con tecnología de punta, para dejar muestra de esta celebración a nuestras futuras generaciones.

Puede sonar muy simple esta propuesta, pero ante la situación de enfrentamiento contra la delincuencia, parálisis legislativa y necedad política, cualquier camino se merecería ser explorado, sobre todo por el bien de México.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Las RP y la visión de negocios

El gran reto de los profesionales de las Relaciones Públicas es aprender a adecuar los objetivos de las campañas hacia los de negocio de la empresa y que sean medibles. He visto, a lo largo de todos estos años que sólo se orientan a cumplir aquellos de la comunicación, y en general son: aumentar el posicionamiento, crear awareness, etcétera, etcétera, y de ahí parten, para hacer estrategias, actividades y acciones.

Lo malo en esto son dos problemas, el primero, es que los objetivos son imposibles medir; al publirrelacionista tradicional no le vendieron la idea de que su trabajo debe ser contabilizado de alguna forma. El segundo, es que las compañías no invierten dinero para medir el awareness o el posicionamiento, de ahí que lo más fácil fue contabilizar el aumento del número de notas periodísticas publicadas a partir del plan impulsado.

Reto a los comunicadores a cambiar su visión y prueben, a partir de ahora, a trabajar con los objetivos de negocio para hacer que realmente las RP ayuden a pre-vender algún producto o servicio, o a cambiar la actitud del consumidor hacia alguna marca. Esto, por supuesto, no significa anuncios gratis; pero sí, de lograr que el público entienda tendencias, beneficios y todo lo que existe alrededor de una marca o compañía a fin de que perciba un valor agregado por las características en la producción de su materia prima, procesos, etcétera.

De ahí, las estrategias serán totalmente de comunicación así como las actividades, de esta forma veremos la manera de lograr objetivos más medibles y darle el verdadero valor a las relaciones públicas.

En la medida que saquemos a las relaciones públicas de sólo contar historias en los medios de información, haremos valer todos los esfuerzos que nuestra profesión y la comunicación en general puede hacer por las empresas, productos o instituciones. Técnicamente habrá que dejar de ver que todos son medios, hoy las redes digitales han demostrado que el humor y el interés de las personas empieza a desviarse al valor del llamado social y ahí es en dónde hay que empezar a contar las historias.

Hoy más que nunca brindar experiencias con determinados productos o servicios es lo que realmente empieza a valer en el mundo de las compras y preferencias de los artículos. Hace diez años cuando empezaba internet, decíamos que teníamos un consumidor educado que brincaba por la información que tenia; hoy en las redes sociales la experiencia de compra o de marca es lo que lleva a la adquisición. Todo lo investigamos en internet, lo que no está ahí, simplemente no existe, hasta los medios ya lo saben. Estamos en el momento en que la comunicación comercial se esta autodefiniendo y aún no sabemos hacia donde va.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Las RP no son gratis II

Como resultado del artículo anterior, Las Relaciones Públicas no son gratis, recibí varios comentarios solicitándome que escribiera una continuación, pero desde un punto de vista distinto. Para hacer honor a estas peticiones, aquí está la segunda parte enfocada a comentar qué pasa cuando los Presidentes o Directores de las empresas tienen esta creencia distorsionada sobre la disciplina.

En mi experiencia como consultor, podría generalizar que entre los ejecutivos que tienen ésta percepción sobre las relaciones públicas, hay dos tipos de actitudes: la primera, es la de aquel que entiende que la comunicación es un dolor de muelas y no sirve de nada. Este directivo usualmente es poco comunicador, parco, le cuesta trabajo el trato con la gente y, por ende, no entiende que para administrar una empresa la comunicación técnicamente implica una parte importante del management. Como no lo concibe, no va a comunicar su visión a sus empleados y, si ampliamos esto a la empresa, tampoco logrará que su compañía se comunique con los consumidores y ni mantendrá una buena relación con la sociedad en la que produce, vive y convive.

El segundo caso aquel típico directivo quien cree que por tener una posición de alto rango y conocer a determinados periodistas, le es suficiente para generar la información requerida para atender a todas las necesidades de los stakeholders de la empresa. Se confía en sus habilidades de comunicador y sólo alcanza a informa a su primer círculo; en el fondo, subestima a su equipo de comunicación y no los deja hacer su trabajo adecuadamente por creer que las noticias son únicamente cuando él las genera.

Hoy cualquiera que sea el tamaño de la empresa, la comunicación y las relaciones públicas son una función administrativa de la organización. Debe de tener objetivos, estrategias y metas, y estos no son de comunicación, se trata de objetivos de negocio. En este terreno hay que decir, también, que los publirrelacionistas necesitan aprender a definir sus objetivos con visión de negocios para hacer que la comunicación logre los objetivos de ventas de la empresa.

Si queremos dejar atrás el mito de la gratuidad de las RP, ambas partes deben de aprender a conjugar los esfuerzos y hacer que la comunicación sea productiva en beneficio de la empresa y sus metas de negocios.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Cielos de Latinoamérica

Desde el espacio aéreo entre Guayaquil-Panamá-Lima.- Me encuentro en un avión surcando los cielos de Latinoamérica, pensando que nuestra región está por celebrar el proceso de Independencia; un bicentenario obliga, por lo que se anuncian diferentes festividades. Hace algunos días, en un programa de radio, me hacían una pregunta que hoy sigue dando vueltas por mi mente a 30,000 mil pies de altura y con una visión no solamente de la celebración en México: ¿Qué celebramos?, o dicho de otra manera, ¿debemos celebrar?

Hace algunos meses, en otra entrevista, ante la misma pregunta afirme que sí, que como país tenemos muchos avances y una cultura de la cual enorgullecernos. Hoy, no es que se haya perdido todo eso, pero los nubarrones que nos ofrece la inseguridad, la miseria política, combinada con una mezquindad electorera, la ambición que generan todo tipo de monopolios creados y la indiferencia popular, empañan los logros que, como país y civilización, tenemos.

A nivel Latinoamérica, el panorama es parecido, ¿Qué vamos a celebrar? ¿El deterioro de nuestras economías después de una gran crisis mundial, o la disminución democrática por los nuevos aires dictatoriales disfrazados con un “bolivarismo” rampante, o el mantenimiento de los monopolios del poder, o la falta de visión de estado, o la falta de certeza jurídica o inseguridad en los diferentes países?

No todo es malo, en algunos países se ven avances, pero no acabamos de consolidar nuestras democracias para que verdaderamente podamos dar un salto cuántico en el desarrollo económico. En el umbral de una tercera revolución industrial, nuestros países se ven lejos de poder lograr dar ese gran paso, arrastramos una gran pobreza que no nos permite retomar el rumbo adecuado.

El continente ha entrado en un espiral en donde la delincuencia organizada se ha convertido en una pandemia y, al mismo tiempo, desafortunadamente, ha generado un mercado paralelo que está activando las economías, al mismo tiempo que se ha convertido en un impuesto perverso a la población, que tiene que pagar protección. Como consecuencia, esta actividad vulnera a las instituciones, desgasta a los gobiernos, se generan pérdidas de vidas humanas y se pierde el enfoque de la nación por el desgaste de una guerra operativamente cara, logísticamente compleja y que la corrupción y la injusticia empeoran.

En nuestro México además, este mes es significativo: se cumplen diez años de la alternancia, diez años de la llegada de la derecha al poder, cuatro años de Calderón como Presidente, diez años que el PRI trata de gobernar desde las cámaras; se presenta el cuarto informe presidencial, se abre la nueva sesión del Congreso, y se empieza a discutir, como todos los años, el paquete fiscal y presupuesto del próximo año. Se discuten impuestos, se habla de las reformas que nunca se aprobarán y, por supuesto, se llevarán a cabo las ceremonias de la fallida celebración del Bicentenario, en donde los aliados electorales de ayer y quién sabe si de mañana, se disputan los monumentos nacionales para hacer sus celebraciones Bicentenarias.

Mientras México, ante ojos de Latinoamérica empieza a levantar lástima, las únicas noticias que se ven en los medios de la región son la de los narcos y los muertos. La gente, pasmada, no puede creer lo que están viendo en la televisión, reportes de muertos, bombazos, capturas de narcos. Quedó atrás ese México alegre, dinámico, pletórico de avances y de liderazgo regional; ahora sólo levantamos pena y frustración por nuestro país, otrora considerado tan bello, pero cuya imagen vista por la gente a través de su televisión es hoy otra. Ante este escenario en México, las recomendaciones de seguridad y cuidado que normalmente se hacen en hoteles de algunas ciudades y países de la región, no suenan graves.

Y la siguiente duda que repiquetea en mi mente es ¿Qué hacer como ciudadanos? ¿Podemos hacer algo? Y ante eso, sólo me queda decir que no debemos de cejar en hacer las cosas bien y de la manera correcta; el sábado pasado, Lorenzo Zambrano, Director de Cemex, en su twitter escribía que no saldrá de la ciudad Monterrey, a pesar de la situación tan extrema; ayer Don Manuel Arango, en un escrito titulado “El México invisible”, decía que los millones de mexicanos que trabajan y mantienen al país pertenecen a la población de la cual los medios no hablan, son invisibles, pero son los que mantienen al país y son los que podremos gritar con orgullo, ¡viva México¡, en estas fechas; ambos tienen razón, pero también esos mexicanos no tienen otra opción. En el norte hay funcionarios del gobierno y alcaldes que, de plano, viven en Estados Unidos y se cruzan para cumplir sus obligaciones, debido al miedo. En otros casos, hay familias que pudieron cambiar su residencia a otras ciudades.

Desde los cielos de Latinoamérica, considero que la mejor celebración que podemos hacer, es la de seguir trabajando por mejorar las cosas, cumpliendo con nuestras obligaciones como ciudadanos, no cediendo al camino fácil de la corrupción y aplicando tolerancia cero a lo que atente contra nuestra seguridad, nuestro país y nuestra región.