viernes, 23 de octubre de 2015

Barbarie Nacional

Desafortunadamente ya nos estamos acostumbrando a la barbarie nacional que vivimos en el país generada por la delincuencia organizada, el narcotráfico y las malas policías, a pesar de esto en la ciudad de México nos asombra terriblemente que a unos días de haberse enfrentado Mancera con las ONG de la sociedad civil en un dimes y diretes de si hay o no hay delincuencia organizada, aparezca un muerto colgado de un puente en Iztapalapa, no habiéndonos recuperado de esta situación, aparece otra que pareciera de peores dimensiones.

Hace unos días en la ciudad de Ajalpan, Puebla, fueron linchados, por una turba ciudadana, un par de encuestadores de una empresa de investigación de la Ciudad de México, las escenas son terribles; después de haberlos linchado, se ve como un hombre con un casco de motociclista sin ningún recato le prende fuego a los cuerpos de los encuestadores, supuestamente muertos, mientras toda la turba lo celebra a gritos ¿Qué nos pasa? ¿en dónde están los valores ciudadanos, dónde están las policías, dónde están las autoridades?, pero principalmente ¿dónde esta la autoridad del Estado, la de Puebla y la del Estado Mexicano?

El reporte dice que fue llamada la policía de varios municipios para tratar de contener, pero no pudieron con la turba y se reportan un buen número de policías heridos, además de destrozos y robos en el Palacio Municipal. Las declaraciones del Presidente Municipal son de víctima, no de autoridad y se preocupa más por el mobiliario y equipo de su municipio que por la muerte de dos personas en su municipio.

Insisto ¿qué nos pasa? Otra noticia que, muy grave, es que según datos (sin verificar, no pude encontrar estadísticas al respecto) un noticiero dio a conocer públicamente que el estado de Puebla ocupa el primer lugar en linchamientos, seguido por el Estado de México, lo que significa que se está viendo como usos y costumbres de la población.

Es desafortunado que como sociedad nos pase este tipo de situaciones, ¿se justifica que la pobreza, la inequidad, la inseguridad y la injusticia, le den el permiso a una turba para tomar la vida de dos personas, sólo porque preguntaban mucho y porque una niña se quejó que alguien la quiso atacar? ¿Dónde estamos cómo sociedad? y los más grave ¿hacia dónde vamos?

Gobernadores, funcionarios y candidatos partidistas y ahora independientes que solamente ven el juego de la política a través del dinero público y las posiciones políticas, deben de voltear a ver como sus nefastas acciones están dando un muy mal ejemplo a la sociedad, la cual en una acción colectiva se tomen la libertad de matar a un par de inocentes que hacían humildemente su trabajo.

Pareciera en esas ciudades que la modernidad, la civilidad, las reformas y la transformación no llegan ni por error.


Hoy vivimos entre excesos y ausencia de autoridad, que tristeza por México.

lunes, 12 de octubre de 2015

Gobiernos Ciudadanos

Llegó la hora de los supuestos gobiernos ciudadanos, varios candidatos independientes han tomado posesión de sus puestos gubernamentales; un gran avance democrático dicen unos, un riesgo a la gobernabilidad dicen otros, pero es un hecho real, candidatos ciudadanos o independientes o viejos políticos disfrazados que por fin cumplieron su objetivo de llegar al poder por cualquier vía van a gobernar y tienen que demostrar de que están hechos y qué pueden lograr.

El caso más llamativo es el del Bronco en Monterrey, va a estar en la lupa de todo México, para algunos por la expectativa creada, para otros por el carisma que tiene, otros más con la añoranza de que nuestro sistema político cambie por fin de una vez por todas.

El asunto de gobernar en México es muy complejo, aunque suene muy fácil, y muchos crean que con sólo llevar a un hombre honesto al poder se va a cambiar todo. El sistema político mexicano está basado en una práctica cultural muy arraigada, la del Tlatoani, un ser supremo a quien se le otorga el poder absoluto de sabiduría y de autoridad total. Esta práctica no es como en el caso de las monarquías europeas por designio divino, aquí es bajo un concepto de autoridad ganada, por lo que representa el poder, y avalada por un consenso público que es el voto, por lo que entonces la población no sólo lo obedece y cree en él y le pide solucionar todo, sino que ahora por las malas experiencias es un concepto renovado por la fe ciudadana que se le da un halo extra de salvador de la patria.

Bajo esta tónica, tenemos o otro ranchero enamorado y valiente, cercano al pueblo, que va a salvar al estado y como decimos en México, anda a caballo, cambia a motocicleta, come tacos, patea las puertas, rompe sillas y va a meter a los malos a la cárcel; en pocas palabras, es una gente del pueblo que nos va a salvar. Por si nos se habían dado cuenta eso es populismo puro.

Para acabarla de amolar, la expectativa social está en el techo, en el paroxismo ciudadano; técnicamente como Salomón, todo lo que toque lo va a resolver. Pero la realidad es otra, el sistema político, y sobre todo, el sistema burocrático político de cualquier estado es una maquinaria muy compleja de mover, es una red de comicidad, es burocrática y de corruptelas, en donde el contubernio empresarial, social y gubernamental es monstruoso, y bajo este escenario nuestra cultura se resume muy fácil con la frase "aplíquese la ley en los bueyes de mi compadre" no en los míos.

El Bronco, como lo hizo Fox, abrió la puerta a patadas, generó un cambio, rompió la barrera que nadie había podido romper, pero como bien pasa, con el primero el impacto lo puede dejar noqueado y herido, los que vengan atrás, ya no se lastimarán porque el boquete ya está abierto.

Ahora viene la realidad del sistema, “por ser independiente y honesto, no lo van a presionar los grupos facticos que lo apoyaron para que los favorezca con contratos”; si no fuera por eso no lo hubieran apoyado, ¡no seamos tan inocentes! ¿o va a proceder en contra de los grupos delincuenciales cuando éstos lo amenacen o corrompan a sus funcionarios? ¿O va a  correr a toda la burocracia, sindicatos y demás empleados flojos y abusivos del gobierno para poner a nuevos que han estado esperando que eso pase para hacer lo mismo?, puede sonar pesimista pero es una realidad.

La ecuación es simple, un ciudadano, que fue político, que ahora ya no es, que en el camino se convirtió en político nuevo puro y sin pecados llega al gobierno a cambiar a todo el aparato burocrático, cuando lo que debería de hacer es con todas esos supuestos valores, proponer un cambio a toda la sociedad para que con exigencias reales y comportamientos adecuados se pueda cambiar a las autoridades; pero ese mundo ideal hay que construirlo con el ejemplo, con convicción y con mucha honestidad, cosas que hasta hoy no se han visto del todo.

Empieza la prueba de fuego, y aquí aplica la misma máxima que para los artistas, la plaza más difícil de convencer para cualquier cantante es Monterrey, son el público más exigente, dicen los que saben, a eso se enfrenta el Bronco.


Lo curioso de los tiempos es que irremediablemente tenemos el 2018 con su elección presidencial y el modelo de gobierno de los independientes será un ejemplo que validará el famoso poder ciudadano, si es bueno, o el regreso de la legitimidad de los partidos políticos que será muy necesaria en una elección con muchos independientes de tiradores y los partidos golpeados en su credibilidad, ¿nos pasara lo mismo que con la alternancia? ¿Ese será el motivo del diseño de los famosos independientes?

Democratización del Liderazgo

En el tema del liderazgo político, México enfrenta dos grandes retos. El primero, los líderes políticos del siglo pasado están llegando al ocaso de sus carreras tanto por su edad como porque los que aún están en posiciones clave no entienden los nuevos retos de la población, la democratización da pie a la deliberación y la crítica como constante en la forma de participación. Esto los empieza a alejar de las necesidades sociales, ya que en el pasado, la disciplina y obediencia eran los factores clave para hacer política y, que a su vez, hacía que las instituciones fueran débiles. La tendencia de nuestro sistema político se ilustra muy bien con aquella frase célebre de Luis XIV: “El Estado Soy Yo”.

 El segundo reto habría que analizarlo en función de las necesidades y capacidades de los jóvenes de este siglo, y para ello habría que hacerse las siguientes preguntas  ¿bajo las nuevas condiciones sociales, los jóvenes entienden el liderazgo político de la misma manera que antes?,  ¿quieren los jóvenes instituciones débiles y liderazgos mesiánicos, o las nuevas dimensiones del liderazgo necesitan de instituciones fuertes, solidas y funcionales?

Estamos viendo como los hombres mito de la política, la sociedad, los deportes y hasta en los medios están cediendo su viejo poder individual por el trabajo en equipo, técnicamente, la democratización también le llego al liderazgo.

Esto implica un cambio radical en la forma de hacer la política y los negocios, la sociedad ya no quiere a esos viejos líderes que toman decisiones de manera unilateral con la óptica egoísta de su visión y su interés, y menos que esos líderes tomen decisiones bajo la arrogancia personal, que pueda llevar a una empresa o sociedad a un callejón sin salida; un ejemplo significativo de esto es el asunto de Volkswagen en Estados Unidos, que por lograr una meta de mercado, el presidente de la compañía se  pasó por encima las reglas, practicas y los valores institucionales del mercado y de los consumidores.

El mundo podría pensar que estamos ante un problema de liderazgo, pero realmente, lo que tenemos que analizar es que estamos en un momento de transición en donde los valores del liderazgo se están ajustando a los nuevos parámetros del futuro social. Pero para que este proceso termine de germinar, es necesario que las instituciones se fortalezcan para entonces dejar a tras liderazgos mesiánicos que trataban de compensar la debilidad de las instituciones (o así las querían mantener a su beneficio personal), y entrar a un sistema de instituciones fuertes, con liderazgos racionales, en un sistema mucho más democrático, abierto y participativo.

Los mejores ejemplos de esto los podemos ver en algunos países de Europa, en donde gracias a la fortaleza de sus instituciones gubernamentales y partidos políticos, se pueden generar un mejor desarrollo económico, social y político, permitiendo además eficientes procesos de innovación social que estimulan la participación democrática en todos los terrenos.

México necesita recorrer un largo camino para construir instituciones fuertes, y digo largo porque los liderazgos mesiánicos que aun existen, desafortunadamente se dedican todos los días a todas horas a boicotear la transición que nos llevará a tener instituciones fuertes; simplemente veamos qué pasa en los partidos políticos,  que se crean con base no a un movimiento social, sin no por arte de la ideología de una sola persona.

O veamos lo que pasa en la mismísima Cámara de Diputados, en donde el liderazgo de un grupo de políticos puede detener iniciativas en contra del beneficio social. Si sumamos el egoísmo de los partidos y lo proyectamos al poder legislativo, hoy la sociedad mexicana es rehén de esas facciones políticas que se venden como partidos y que solo buscan su beneficio personal.

Es por eso que los viejos liderazgos sociales en su desesperación de ver el deterioro de las instituciones buscan empujar como una salida que se presume racional: las candidaturas ciudadanas como un paliativo social, que no lo es, porque se vuelve al concepto de liderazgo antiguo “busquemos a un candidato fuerte que pueda con su imagen opacar a los contrarios y fragmentar el voto para que no gane el liderazgo más mesiánico.” En este caso el buscar una cuña de la misma madera no va a solucionar nada ya que es una ilusión que los poderes fácticos buscan para seguir debilitando y manipulando las instituciones.

Entendamos bien que las candidaturas ciudadanas no son un asunto de la sociedad, son el juego de  escape de políticos de sus viejos partidos políticos a nuevas opciones disfrazadas de ciudadanas.

Mientras no tengamos instituciones fuertes, no se podrá avanzar en llegar más rápido a soluciones efectivas.


Lo único que si me queda claro es que los jóvenes ya están ahí, listos, esperando esas instituciones fuertes para llevar al país a esa gloria que tanto se merece.