jueves, 30 de julio de 2009

Cambio de mentalidad para mejorar la economía

Durante el último año he tenido la oportunidad de viajar por varias ciudades de la república mexicana y, como conclusión, sigo viendo que la mentalidad del mexicano en general sigue aún muy pegada al paternalismo gubernamental: empresarios buscando subsidios del gobierno, medios viviendo de los presupuestos de las autoridades y capitalizando las últimas noticias escandalosas al mismo tiempo que son muchos políticos y sus familiares los principales beneficiarios de licitaciones públicas y hasta de los programas del campo.

Con esto me doy cuenta que la desgracia nacional no sólo es el hecho generalizado que a los mexicanos no nos gusta pagar impuestos, sino que, además, la mayoría queremos vivir del gobierno, empezando por los políticos. El primer acto del drama de no alcanzar buenos niveles de competitividad surge de que el mexicano tiene la mentalidad del mínimo esfuerzo y de que lo demás lo haga el gobierno; a eso habrá que sumar la mentalidad de monopolio y entonces veremos la obra completa que nos explica por qué no avanzamos.

Ejemplos los vemos a diario y voy a poner solamente tres muy significativos en el simple ámbito de aumentar precios, cuya discusión pública ya es hasta social, democrática, política y soberanamente incorrecta.

El primero, el eterno problema del Zoológico de Chapultepec. Al parecer todos estamos ciertos que se debería de cobrar la entrada al mismo bajo el simple principio de que la gente paga más por llegar, visitar, comer y demás accesorios llegando el extremo de cobrar diez pesos a los visitantes (autorizados por las autoridades) por cuidar sus paquetes (dado que no pueden ingresarse al interior del zoológico) pero no se paga ninguna contribución por concepto de entrada.

El segundo, la cuota de la UNAM. Todos los estudiantes gastan más en llegar a la universidad y en lo que comen que en lo que pagan anualmente por los estudios. ¡Cómo ayudaría a la institución un mejor esquema de cuotas para hacerla sustentable!

El tercero, el IMSS, en relación al cual es notorio como la gente, de igual manera, gasta más en los puestos ambulantes instalados alrededor de los hospitales para comprar agua, que no se le da a los pacientes, o en tarjetas de teléfono para poder coordinar la visita a los enfermos dentro de la institución. Hace poco me platicaba una familia que regresó de Australia que el servicio médico en ese país es de primer nivel y lo otorga el estado, pero que después de la atención siempre había que pagar diez dólares como cuota de recuperación.

¿Cuánto podríamos liberar las finanzas públicas si en los tres casos se cobrara una cantidad significativa de recuperación? Detalle curioso, si usted revisa las tarifas que cobra el Seguro Social a cualquier persona no derechohabiente que llegue a uno de sus hospitales y quiera pagar los servicios, las tarifas son casi iguales que en algunos hospitales privados.

Otro gran mal nacional para el desarrollo, las finanzas y la competitividad, ha sido la famosa abundancia petrolera. Todo se lo hemos cargado al precio del petróleo y ahora, con crisis y precio bajo, todos los municipios están quebrados mientras que el año pasado disfrutaban de las mieles de grandes presupuestos (los cuales nunca se vieron en qué los invirtieron o gastaron) y, ahora, a punto de tomar posesión los nuevos alcaldes, se encuentran las cajas vacías y, seguramente, deudas. En México hay políticos ricos, entidades gubernamentales pobres, empresas pobres y empresarios ricos; en los dos ámbitos la misma práctica pone al país en jaque.

Por su parte los políticos, además, caen en la tentación (ya que no les conviene hacerlo) de no autorizar las reformas que se necesitan. Primero, porque seguramente no les convienen a sus intereses; segundo, no las proponen para no mover el estatus quo; tercero, si no es una reforma que les asegure votos para la próxima elección, o si es muy dolorosa para el pueblo, pues mejor no la autorizan; y, cuarto, no olvidemos que su actuar puede obedecer, simple y sencillamente, a desconocimiento, burocracia y corrupción.

La noticia hoy es, que esto ya no se puede soportar más. En el pasado, a México nos salvaron los grandes conflictos bélicos o los Estados Unidos. Hoy no hay quién nos pueda echar una mano, tenemos a más de 50 millones de habitantes en pobreza extrema y no hay presupuesto que alcance para nada, existen todo tipo de trampas y candados políticos para ejercer el presupuesto y una burocracia ineficiente y corrupta. ¿A dónde llegaremos con esto?

Se dice por todos lados que es necesario cambiar el modelo económico, ¿habrá condiciones políticas para hacerlo? ¿Existe la voluntad política, cuando hoy todo el mundo está haciendo la cuenta de los diputados que tiene cada gobernador, líder o cacique? Y cada quien grita al viento su fortaleza y capital acumulado, como queriendo decir: ¡el que quiera algo, que me venga a visitar!

Además del cambio de modelo, los mexicanos necesitamos cambiar nuestra mentalidad, necesitamos dejar atrás los atavismos con los que hemos creado este monstruo de economía para poder avanzar ante un mundo complejo, una economía mundial deprimida y un panorama futuro gris. Necesitamos usar nuestra energía para sentarnos a dialogar, para crear acuerdos sanos y provechosos y no debemos de aplicar la regla de vencidos y vencedores. Debemos ver por el país.

Si no lo hacemos así, para el 2012 puede no quedar nada de nuestro México, o a las voces agoreras del mal se les puede cumplir la profecía de una nueva revolución, pero será por mantener y fomentar las pésimas prácticas monopólicas de siempre.

jueves, 16 de julio de 2009

Riesgos postelectorales

Mal o bien, la democracia en México funcionó. Es cierto que no votaron muchos pero ese es un problema histórico en nuestro país; en votaciones intermedias siempre el abstencionismo es el más alto, aunque hay que anotar que en esta elección la participación alcanzo un porcentaje de 44.70% contra el 41.6% del 2003. Es importante mencionar que también el padrón electoral creció durante este tiempo.

Los resultados de las elecciones son claros para el PRI que, contra la elección del 2003, aumento más de un 13% y son demoledores para los partidos de las extremas como el PAN que, a pesar del resultado, su diferencia contra el 2003 sólo fue del 2.8% en la votación total. El caso más grave es el del PRD que perdió más del 5% contra la última votación intermedia. La chiquillada política no tiene mayor cambio: el PT sólo aumentó un 1.1% (a pesar de su factor AMLO que al final no le representó mucho valor), Convergencia sólo aumentó una décima porcentual y no se pueden realizar comparaciones al PANAL ni al PSD ya que no existían en el 2003 pero, en resumen, uno se mantiene con su base de maestros y el otro pierde el registro. El partido verde es el otro caso, como el del PRI, que ganó participación, pasando de un 3.9% a un 6.5% del total de la votación.

Lo grave y lo más importante de este periodo postelectoral está referido a las decisiones y acuerdos que tomarán los partidos para, dentro del entendimiento profundo de la problemática nacional, construir una agenda que permita llevar al país a un buen camino. Esta agenda deberá incluir necesariamente al ciudadano y a sus demandas pero, lo más importante, deberá de demostrar que realmente quieren resolver el hartazgo de la sociedad.

El PRI debe ser humilde y tratar de hacer una agenda que enfrente los cambios estructurales que necesita el país y a los cuales se negaron durante los primeros 3 años de la administración. En México, desafortunadamente se juega a no dejar mover al contrario para que cargue las culpas de un mal gobierno, ahora el PRI deberá de hacer cambios para demostrar que puede afrontar sus compromisos.

El PAN tiene el reto, ante un cambio en su dirigencia, de mostrarse como un partido capaz de asimilar su transformación a partir de los nueve años de gobierno que ya dura su primera experiencia en el poder. Si en el periodo por venir muestra intolerancia de sus grupos internos y no define cual es la sana distancia del partido contra el ejercicio del poder, va a ser muy complicado que la gente siga creyendo en ellos. Por otra parte, tienen que separar su parte dogmática de su ejercicio partidista; el no haberlo hecho les ha costado muchos votos.

Curiosamente, reto similar tiene el PRD, pero con el agravante de que necesitan primero trabajar en la congruencia, que se nota que no tienen. En este caso hay grupos formales, bandas, pandillas, etc., que primero se están golpeando entre ellos mismos y después, cada uno por separado, se pelea con los grupos políticos nacionales por lo que, en general, un grupo negocia con otro partido algún acuerdo y otro grupo interno boicotea tal acuerdo y terminan peleándose internamente. Adicionalmente, causa mucha desconfianza que en las reuniones del partido acepten a integrantes que apoyan claramente a otros partidos. A toda la incongruencia de sus pleitos internos le están sumando una más: dejan que rompan sus propias reglas y la izquierda demuestra que lo que les importa es solamente el poder por el poder.

Ahora bien, todos estos asuntos definitivamente están debilitando a la Presidencia, a las instituciones y al país. De ahí que, ante los pleitos postelectorales, la delincuencia organizada aumente la violencia en contra de los policías y el ejército. Esto es muy grave, ya que no se ve cohesión en contra de la delincuencia de los actores políticos, lo partidos y las instituciones.

Pareciera entonces que es el Presidente, el ejército y las policías quienes luchan solos en contra del crimen organizado y, en medio, la sociedad en estado de indefensión mientras que los ganadores electorales y los partidos políticos siguen en la borrachera electoral.

Debemos de entender, primero, que el momento más grave de nuestra democracia es ahora y este delicado estado de cosas persistirá hasta que se instale el nuevo congreso y, segundo, que las señales que se manden a los inversionistas nacionales y extranjero, a la delincuencia y a la sociedad en general, son fundamentales para la gobernabilidad del país.

Se ve un desencuentro político, se oyen voces gritando al vacio, no se percibe dialogo ni concertación y el país está en un grave riesgo si no se realizan los acuerdos necesarios para poder enfrentar el futuro inmediato. Es urgente que se vea trabajo político, que los actores sociales intervengan para crear condiciones favorables y que ya dejemos la campaña política atrás para construir las soluciones que el país necesita. ¿No creen?

jueves, 9 de julio de 2009

Reflexiones electorales

Estas son mis primeras reflexiones sobre las elecciones intermedias del domingo pasado, interpreto los resultados.

Primera.- Los partidos de los extremos fueron los más castigados; a los ciudadanos no les ha gustado el desempeño de la derecha ni de la izquierda recalcitrantes. Al mexicano en general no le gustan ni puritanismos extremos ni los pleitos libertinos con las instituciones. Tanto la derecha como la izquierda demostraron su ineficiencia y su falta de pragmatismo ante una cruda realidad económica. No han construido en estos tres años agenda alguna u oferta viable; se la pasaron pelando entre ellos y, de paso, con la ciudadanía.

Segunda.- A los mexicanos no les gusta el pleito público, ni la violencia verbal de los políticos; la muestra, adiós a Germán por peleonero. En contraparte, el Partido Verde ganó adeptos por proponer cosas concretas, aunque nada de ello se pueda lograr. Sin embargo, lo principal fue no pelearse con nadie. Lástima que siempre en ese partido existan problemas de escándalo por dinero de extrañas procedencias. Y, finalmente, para el PRI el voto de confianza, ¿o de esperanza?

Tercera.- La nueva ley del COFIPE ya demostró su ineficacia, no sirve. Como resultado: murió el mundo del spot, las campañas políticas se hacen en la calle, puerta por puerta, y, más allá de las propuestas (que no hubo), lo que más le importa a la ciudadanía es el cómo se gobernará. El voto nulo, a pesar de su volumen, sólo demostró un camino económico para hacer campañas. La moraleja para el COFIPE, urge reducir tiempos y costos de campaña.

Cuarta.- La gran lección para todos los políticos: sin visión de estado, sin agenda definida a favor de la sociedad, no se puede gobernar. La arrogancia no lleva a ningún lado y el voto ciudadano sí puede cambiar y mejorar la democracia. El resultado que tenemos es gracias a la gente que votó.

Quinta.- Con el PRI de regreso y en control, ¿Quién ganó? ¿El senado? ¿Los gobernadores? En el proceso de empezar a preparar el regreso a los Pinos el dilema es: ¿Deben hacer las reformas que se han negado hacer en los últimos tres años? ¿Regresará la Roque señal?

Sexta.- Se le complicó a Marcelo Ebrard el escenario. Mientras más pleito tenga AMLO con el PRD a través de su nuevo juguete el PT, más se complica el asunto del 2012. AMLO y su presidencia legítima terminó refugiado en Iztapalapa, un reinado de Bejarano. Nadie ha podido con él ¿Será Juanito el Waterloo de AMLO? La ambición manda.

Séptima.- Los partidos tienen la oportunidad de definir corrientes nuevas de extrema moderada. El PAN y el PRD deben de entender que una cosa es su doctrina interna, su filosofía básica, y otra es el gobernar a una sociedad plural. Los extremistas no pueden obligar a la gente a pensar como ellos, no se puede forzar al ciudadano a ser extremadamente religioso, ni extremadamente liberal. México no es de frío o caliente extremo, la política debe dar soluciones intermedias. Es por eso que la elasticidad, que el PRI del centro ofreció durante 70 años, duró tanto tiempo. Claro, llegó al exceso y cayó. Hoy, en nueve años, el PAN y del PRD, recorrieron ese mismo camino, pero no encontraron fórmulas adecuadas para lidiar con una sociedad claramente más dinámica y más cambiante, se resintieron también e igual cayeron.

Octava.- La lección a la sociedad: sí se puede presionar a los políticos, siempre y cuando se esté pendiente de sus acciones, hay que presionar para una mejor rendición de cuentas. México debe despertar llamando a cuentas a los políticos. Votando fue como, en el 2000, se decidió castigar al PRI por sus excesos y hoy, en el 2009, se castiga al PAN y PRD por sus fallas y pleitos.

Novena.- Los partidos pequeños, al parecer ya no son opción, unos mueren por inanición ideológica y otros apenas logran el registro, por necios. Ya no se puede vivir sólo de grupos controlados y sin ciudadanos involucrados; los demás, si siguen con su política de venta del apoyo al mejor postor, no sobrevivirán ante la nueva sociedad exigente y más informada.

Décima.- Hay una nueva oportunidad para hacer una nueva generación de políticos y de ciudadanos y, con esto, desterrar las viejas prácticas. Sólo es cuestión de voluntad política y de aumentar la presión ciudadana, ojalá lo entendamos todos.

Undécima.- El nuevo escenario obligará a que Felipe Calderón haga alianzas para mitigar el peso que va a tener el PRI, curiosamente la única manera posible será aliarse con la izquierda. Los extremos en la geometría política están más cerca por el lado de la punta, que pasando por el centro. Ojalá piensen en un gran pacto social que incluya a los grandes empresarios e ideólogos, el proyecto que los puede unir es un propósito social común: México.

Duodécima.- La pérdida de capacidad de maniobra de Calderón también lo va a obligar a crear un gobierno de coalición, lo que significaría por primera vez en México un acuerdo de esa magnitud. A lo mejor va a necesitar entregar algunas carteras al PRI con el único fin de sacar las reformas necesarias para que México corrija el rumbo y el próximo Presidente (del partido que sea) pueda tener mejor capacidad de maniobra. Calderón puede pasar a la historia por esta acción.

El giro que dio la política y la democracia en México una vez más fue gracias al voto real de los ciudadanos, lo demás puede quedar en bonitas intenciones. Ahora es tiempo de exigir resultados.

jueves, 2 de julio de 2009

Periodo de reflexión

Terminaron las campañas y entramos en el periodo llamado de reflexión en el que, como democracia, nos auto imponemos un silencio después del tremendo ruido electoral de las campañas generado por un bombardeo de información y de un exceso en la política. Todo en los últimos días ha sido llevado al terreno electoral; gobiernos y partidos han usado el momento para tratar de demostrar que son los mejores para obtener una posición política y, desafortunadamente, para denostar a los contrarios.

¡Por fin, el silencio político!, silencio que nos trae la calma para pensar y reflexionar cómo actuar en las elecciones intermedias. Como ciudadanos debemos de prepararnos para formar un juicio importante; debemos reflexionar nuestra participación en la construcción de la democracia en México. Si no participamos, alguien más estará tomando decisiones por nosotros.

Debemos de pensar que el acto de votar es muy simple, levantarse e ir a votar, dedicarle al país media hora de un domingo cada tres años. Tómelo como un ejercicio en el que puede ir a ver quiénes son sus vecinos y cómo está la casilla. Enséñeles a sus hijos que juntos, tomando decisiones colectivas, podemos hacer de México un mejor país.

Estos días son para analizar, sin spots y sin gritos ni sombrerazos, quién puede ser el mejor candidato o el mejor partido que puedan administrar su delegación, su alcaldía o su estado. También debemos de pensar quiénes nos van a representar en la Cámara de Diputados, qué tipo de personas estarán decidiendo nuestras leyes y hacia dónde va el país. Recuerde que ya sin campañas y sin líderes gritando frases bonitas o estruendosas, las personas que usted elija van a estar en la Cámara haciendo las leyes que decidirán el rumbo de nuestro país.

Mucha gente se decide por el camino fácil, la no participación, el no actuar, el quedarse en casa. En ese caso, alguien más decidirá y llegará a la posición política un personaje no deseado, quien tomará decisiones que, seguramente, no le gustarán o con las que no estará de acuerdo. Después, no habrá forma de queja.

En este periodo tenemos tiempo de reflexionar acerca de qué tipo de país queremos y qué representantes necesitamos. México enfrenta retos importantes, una crisis mundial, problemas con el empleo, inseguridad, baja competitividad, inequidad, injusticia, mala educación, monopolios, pobreza y un sinfín de problemas. Debemos escoger, entre todos los candidatos, aquellos que serán las mejores personas para enfrentar estas situaciones, quiénes son los más capaces y en quiénes podemos confiar el destino del país.

Aproveche el silencio, investigue sobre sus candidatos y sus plataformas, indague el partido al que pertenecen y si sus propuestas son realizables, vea las opciones de otros candidatos y, finalmente, averigüe la experiencia que tiene el candidato de su demarcación. Trate de imaginárselo sentado en la posición tomando decisiones importantes para usted, su comunidad y para el país, representando a México en un Foro Internacional o sentado junto a representantes de otros países. Hoy la política no es sólo en México, nuestras autoridades también tienen que tomar decisiones que atañen al mundo. Este ejercicio puede ayudarle a tomar una mejor decisión.

Aproveche estos días para descansar de la guerra informativa, ya que a partir del domingo por la tarde vuelven los embates, ahora con los resultados, cálculos y pronósticos; regresarán las quejas electorales, los asuntos del tribunal; volveremos a ver a los perdedores gritando injusticia, clamando robos electorales, manifestaciones en contra, etc.

Lo más importante es que piense que ningún país puede mejorar su democracia sin la participación de cada uno de sus ciudadanos, y esto lo incluye a usted. México lo necesita.