Estas son mis primeras reflexiones sobre las elecciones intermedias del domingo pasado, interpreto los resultados.
Primera.- Los partidos de los extremos fueron los más castigados; a los ciudadanos no les ha gustado el desempeño de la derecha ni de la izquierda recalcitrantes. Al mexicano en general no le gustan ni puritanismos extremos ni los pleitos libertinos con las instituciones. Tanto la derecha como la izquierda demostraron su ineficiencia y su falta de pragmatismo ante una cruda realidad económica. No han construido en estos tres años agenda alguna u oferta viable; se la pasaron pelando entre ellos y, de paso, con la ciudadanía.
Segunda.- A los mexicanos no les gusta el pleito público, ni la violencia verbal de los políticos; la muestra, adiós a Germán por peleonero. En contraparte, el Partido Verde ganó adeptos por proponer cosas concretas, aunque nada de ello se pueda lograr. Sin embargo, lo principal fue no pelearse con nadie. Lástima que siempre en ese partido existan problemas de escándalo por dinero de extrañas procedencias. Y, finalmente, para el PRI el voto de confianza, ¿o de esperanza?
Tercera.- La nueva ley del COFIPE ya demostró su ineficacia, no sirve. Como resultado: murió el mundo del spot, las campañas políticas se hacen en la calle, puerta por puerta, y, más allá de las propuestas (que no hubo), lo que más le importa a la ciudadanía es el cómo se gobernará. El voto nulo, a pesar de su volumen, sólo demostró un camino económico para hacer campañas. La moraleja para el COFIPE, urge reducir tiempos y costos de campaña.
Cuarta.- La gran lección para todos los políticos: sin visión de estado, sin agenda definida a favor de la sociedad, no se puede gobernar. La arrogancia no lleva a ningún lado y el voto ciudadano sí puede cambiar y mejorar la democracia. El resultado que tenemos es gracias a la gente que votó.
Quinta.- Con el PRI de regreso y en control, ¿Quién ganó? ¿El senado? ¿Los gobernadores? En el proceso de empezar a preparar el regreso a los Pinos el dilema es: ¿Deben hacer las reformas que se han negado hacer en los últimos tres años? ¿Regresará la Roque señal?
Sexta.- Se le complicó a Marcelo Ebrard el escenario. Mientras más pleito tenga AMLO con el PRD a través de su nuevo juguete el PT, más se complica el asunto del 2012. AMLO y su presidencia legítima terminó refugiado en Iztapalapa, un reinado de Bejarano. Nadie ha podido con él ¿Será Juanito el Waterloo de AMLO? La ambición manda.
Séptima.- Los partidos tienen la oportunidad de definir corrientes nuevas de extrema moderada. El PAN y el PRD deben de entender que una cosa es su doctrina interna, su filosofía básica, y otra es el gobernar a una sociedad plural. Los extremistas no pueden obligar a la gente a pensar como ellos, no se puede forzar al ciudadano a ser extremadamente religioso, ni extremadamente liberal. México no es de frío o caliente extremo, la política debe dar soluciones intermedias. Es por eso que la elasticidad, que el PRI del centro ofreció durante 70 años, duró tanto tiempo. Claro, llegó al exceso y cayó. Hoy, en nueve años, el PAN y del PRD, recorrieron ese mismo camino, pero no encontraron fórmulas adecuadas para lidiar con una sociedad claramente más dinámica y más cambiante, se resintieron también e igual cayeron.
Octava.- La lección a la sociedad: sí se puede presionar a los políticos, siempre y cuando se esté pendiente de sus acciones, hay que presionar para una mejor rendición de cuentas. México debe despertar llamando a cuentas a los políticos. Votando fue como, en el 2000, se decidió castigar al PRI por sus excesos y hoy, en el 2009, se castiga al PAN y PRD por sus fallas y pleitos.
Novena.- Los partidos pequeños, al parecer ya no son opción, unos mueren por inanición ideológica y otros apenas logran el registro, por necios. Ya no se puede vivir sólo de grupos controlados y sin ciudadanos involucrados; los demás, si siguen con su política de venta del apoyo al mejor postor, no sobrevivirán ante la nueva sociedad exigente y más informada.
Décima.- Hay una nueva oportunidad para hacer una nueva generación de políticos y de ciudadanos y, con esto, desterrar las viejas prácticas. Sólo es cuestión de voluntad política y de aumentar la presión ciudadana, ojalá lo entendamos todos.
Undécima.- El nuevo escenario obligará a que Felipe Calderón haga alianzas para mitigar el peso que va a tener el PRI, curiosamente la única manera posible será aliarse con la izquierda. Los extremos en la geometría política están más cerca por el lado de la punta, que pasando por el centro. Ojalá piensen en un gran pacto social que incluya a los grandes empresarios e ideólogos, el proyecto que los puede unir es un propósito social común: México.
Duodécima.- La pérdida de capacidad de maniobra de Calderón también lo va a obligar a crear un gobierno de coalición, lo que significaría por primera vez en México un acuerdo de esa magnitud. A lo mejor va a necesitar entregar algunas carteras al PRI con el único fin de sacar las reformas necesarias para que México corrija el rumbo y el próximo Presidente (del partido que sea) pueda tener mejor capacidad de maniobra. Calderón puede pasar a la historia por esta acción.
El giro que dio la política y la democracia en México una vez más fue gracias al voto real de los ciudadanos, lo demás puede quedar en bonitas intenciones. Ahora es tiempo de exigir resultados.
Primera.- Los partidos de los extremos fueron los más castigados; a los ciudadanos no les ha gustado el desempeño de la derecha ni de la izquierda recalcitrantes. Al mexicano en general no le gustan ni puritanismos extremos ni los pleitos libertinos con las instituciones. Tanto la derecha como la izquierda demostraron su ineficiencia y su falta de pragmatismo ante una cruda realidad económica. No han construido en estos tres años agenda alguna u oferta viable; se la pasaron pelando entre ellos y, de paso, con la ciudadanía.
Segunda.- A los mexicanos no les gusta el pleito público, ni la violencia verbal de los políticos; la muestra, adiós a Germán por peleonero. En contraparte, el Partido Verde ganó adeptos por proponer cosas concretas, aunque nada de ello se pueda lograr. Sin embargo, lo principal fue no pelearse con nadie. Lástima que siempre en ese partido existan problemas de escándalo por dinero de extrañas procedencias. Y, finalmente, para el PRI el voto de confianza, ¿o de esperanza?
Tercera.- La nueva ley del COFIPE ya demostró su ineficacia, no sirve. Como resultado: murió el mundo del spot, las campañas políticas se hacen en la calle, puerta por puerta, y, más allá de las propuestas (que no hubo), lo que más le importa a la ciudadanía es el cómo se gobernará. El voto nulo, a pesar de su volumen, sólo demostró un camino económico para hacer campañas. La moraleja para el COFIPE, urge reducir tiempos y costos de campaña.
Cuarta.- La gran lección para todos los políticos: sin visión de estado, sin agenda definida a favor de la sociedad, no se puede gobernar. La arrogancia no lleva a ningún lado y el voto ciudadano sí puede cambiar y mejorar la democracia. El resultado que tenemos es gracias a la gente que votó.
Quinta.- Con el PRI de regreso y en control, ¿Quién ganó? ¿El senado? ¿Los gobernadores? En el proceso de empezar a preparar el regreso a los Pinos el dilema es: ¿Deben hacer las reformas que se han negado hacer en los últimos tres años? ¿Regresará la Roque señal?
Sexta.- Se le complicó a Marcelo Ebrard el escenario. Mientras más pleito tenga AMLO con el PRD a través de su nuevo juguete el PT, más se complica el asunto del 2012. AMLO y su presidencia legítima terminó refugiado en Iztapalapa, un reinado de Bejarano. Nadie ha podido con él ¿Será Juanito el Waterloo de AMLO? La ambición manda.
Séptima.- Los partidos tienen la oportunidad de definir corrientes nuevas de extrema moderada. El PAN y el PRD deben de entender que una cosa es su doctrina interna, su filosofía básica, y otra es el gobernar a una sociedad plural. Los extremistas no pueden obligar a la gente a pensar como ellos, no se puede forzar al ciudadano a ser extremadamente religioso, ni extremadamente liberal. México no es de frío o caliente extremo, la política debe dar soluciones intermedias. Es por eso que la elasticidad, que el PRI del centro ofreció durante 70 años, duró tanto tiempo. Claro, llegó al exceso y cayó. Hoy, en nueve años, el PAN y del PRD, recorrieron ese mismo camino, pero no encontraron fórmulas adecuadas para lidiar con una sociedad claramente más dinámica y más cambiante, se resintieron también e igual cayeron.
Octava.- La lección a la sociedad: sí se puede presionar a los políticos, siempre y cuando se esté pendiente de sus acciones, hay que presionar para una mejor rendición de cuentas. México debe despertar llamando a cuentas a los políticos. Votando fue como, en el 2000, se decidió castigar al PRI por sus excesos y hoy, en el 2009, se castiga al PAN y PRD por sus fallas y pleitos.
Novena.- Los partidos pequeños, al parecer ya no son opción, unos mueren por inanición ideológica y otros apenas logran el registro, por necios. Ya no se puede vivir sólo de grupos controlados y sin ciudadanos involucrados; los demás, si siguen con su política de venta del apoyo al mejor postor, no sobrevivirán ante la nueva sociedad exigente y más informada.
Décima.- Hay una nueva oportunidad para hacer una nueva generación de políticos y de ciudadanos y, con esto, desterrar las viejas prácticas. Sólo es cuestión de voluntad política y de aumentar la presión ciudadana, ojalá lo entendamos todos.
Undécima.- El nuevo escenario obligará a que Felipe Calderón haga alianzas para mitigar el peso que va a tener el PRI, curiosamente la única manera posible será aliarse con la izquierda. Los extremos en la geometría política están más cerca por el lado de la punta, que pasando por el centro. Ojalá piensen en un gran pacto social que incluya a los grandes empresarios e ideólogos, el proyecto que los puede unir es un propósito social común: México.
Duodécima.- La pérdida de capacidad de maniobra de Calderón también lo va a obligar a crear un gobierno de coalición, lo que significaría por primera vez en México un acuerdo de esa magnitud. A lo mejor va a necesitar entregar algunas carteras al PRI con el único fin de sacar las reformas necesarias para que México corrija el rumbo y el próximo Presidente (del partido que sea) pueda tener mejor capacidad de maniobra. Calderón puede pasar a la historia por esta acción.
El giro que dio la política y la democracia en México una vez más fue gracias al voto real de los ciudadanos, lo demás puede quedar en bonitas intenciones. Ahora es tiempo de exigir resultados.
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