viernes, 27 de noviembre de 2009

Perfil del publirrelacionista del futuro

Cuando pregunto a los principiantes de nuestra profesión el porqué de su aspiración por trabajar en relaciones públicas, su respuesta es la más escuchada en mi vida profesional y una de las que más me molesta: Porque me gusta la gente. Cada ocasión en que la oigo me vienen a la mente muchos consejos, como el que se dediquen a ser médicos, sacerdotes, cajeros de banco, azafatas o, ahora, ya pueden trabajar en un call center, incluso internacional, y tratar todo el día y a toda hora con muchas personas, o en su defecto, ser edecanes de eventos y ahí tener, a manos llenas, el trato que buscan. ¡NO!, la profesión de relaciones públicas no es un asunto solo y exclusivo de tratar con gente. La mayor parte de mi tiempo analizo situaciones de las empresas para las cuales trabajo o información en medios de comunicación, mercados y competencia; paso mucho tiempo, también, en definir diferentes escenarios. Toda esta investigación me sirve para precisar las herramientas de comunicación que se habrán de utilizar para después diseñar la comunicación estratégica. Ya en la parte de implementación, tengo que organizar cómo convertir todos los planes en acciones reales para al final, ya realizado el trabajo completo, llevar a cabo la evaluación y, con los resultados en la mano, empezar de nuevo en un escenario totalmente distinto.

En el Institute for Public Relations, se ha diseñado una investigación mundial sobre las habilidades, expertisse y competencias que requerirán los publirrelacionistas del futuro. Tom Watson, de la escuela de Medios de la Universidad de Bournemouth, en Inglaterra, está liderando el estudio que estará listo para mediados del 2010.

Algunos de sus hallazgos iniciales muestran los retos para los comunicadores del futuro:

* Adaptarse a las nuevas herramientas tecnológicas.
* Cambiar la mentalidad de la antigua maquinaria de difusión a la de la participación social.
* Darle mayor importancia a la ética, la responsabilidad y la sostenibilidad.
* Enfrentar mayores y más complejas demandas de comunicación de los públicos internos.
* Necesidad de una comunicación más sensible en un mundo muy cambiante.
* Mayor capacidad para operar en los más altos niveles ejecutivos.
* Ofrecer mayores pruebas y mediciones sobre las contribuciones de las RP y la comunicación en las estrategias, desarrollo y realización de las corporaciones.

Como se puede ver, las relaciones públicas van más allá del simple trato con la gente, lo que implica una mayor preparación y una visión global de los negocios, del entorno y de la política mundial.

jueves, 26 de noviembre de 2009

México no está roto

Hay un dicho que dice que “si no está roto, no lo compongas”.

Hay muchos grupos extremos dentro de los partidos políticos que están haciendo creer que México está totalmente roto y, por este motivo, hoy vivimos una fiebre de decálogos para componer el país. Estas recetas parecen fórmulas mágicas que, como en cualquier revista romántica, amenazan con arreglarnos la vida y llevarnos al mundo ideal, el cual está a la vuelta de la esquina. El título en la portada de dichas revistas sería algo parecido a “Cómo ser democráticos en cinco lecciones”.

A nuestros políticos se les olvida que cuando en política se está tratando de averiguar cuál es un problema de cualquier tipo y, sobre todo, a la hora de definir políticas públicas, normalmente este análisis, visto a través del color de su partido, se convierte en sólo quejas, amenazas, preocupaciones y problemas y, que aunado al ánimo electorero natural en ellos, nunca sabemos cuando los problemas son preocupaciones o están hablando de soluciones, o solamente era parte de la receta mágica o de cocina.

En realidad, la definición de un problema no es el planteamiento de una solución implícita, sino una descripción de una situación real la cual deja abierta la búsqueda de las posibles o de las mejores soluciones.

Hoy, México se enfrenta a soluciones distintas, mismas que cada actor de cada grupo, fracción, partido, cámara o de cada gobierno, estado o municipio propone. Cada solución cuenta con varias versiones diferentes que surgen según la óptica que cada proponente tiene del problema.

Pero señores, México sólo hay uno y no está roto, así que no quieran arreglarlo como si lo estuviera. Es cierto que hay muchas cosas que están mal y es necesario cambiarlas, cierto, pero no queramos ni soluciones mágicas, ni mejorar el coche quedándonos con la carrocería y cambiando el resto de las piezas.

Cuando la gente habla de refundación, en su planteamiento original, está aceptando la formula del “está roto” y parten entonces de un diagnóstico erróneo que se basa en una visión cerrada. Bajo el principio de que todos los de enfrente están mal, todas las refundaciones siempre sonarán a “váyanse los que no estén de acuerdo porque aquí van a cambiar las cosas”. En un país no se puede hacer eso.

Tenemos que aprender de nuestro pasado y entender qué cosas es necesario adecuarlas y de qué manera podemos generar los consensos necesarios para lograrlo. Una de ellas, y el gobierno en el poder en estos últimos nueve años no ha podido lograr, es la definición de las políticas públicas adecuadas para guiar al país. Esto se debe a tres razones: la primera, es porque en el camino están aprendiendo a gobernar; siempre al PAN, al ser oposición, le fue más fácil decir que estaba mal hecho, pero no sabe cómo hacerlo.

Dos, era obvio que el PRI no los iba a dejar gobernar y al aún tener todos los hilos del poder, ha hecho hasta lo humanamente imposible por no permitir tener éxito en su labor de gobierno. La tercera es el hecho de que muchas cosas que había que guiar y direccionar las dejaron a que se arreglaran solas y hoy el país va a la deriva.

El PRI, durante muchos años de gobierno y en base a la disciplina partidaria ganada en 70 años de rectoría del estado, mal o bien logró definir un camino; el PAN, desafortunadamente para el país y los mexicanos, no pudo en estos 9 años ni aprender a gobernar, ni tomar la rienda del país y menos definir un rumbo claro de políticas públicas.

Esto se refleja en que haya muchos grupos que hoy, instalados en determinadas carteras del gobierno, están definiendo sus propios rumbos, lo que hace que dentro del mismo gobierno no haya unificación de criterios, una idea general de gobierno y, menos, lo que se llama visión de estado.

Hoy, el Presidente Calderón es rehén de esta situación creada por el desgaste de nuestro sistema y por la lucha encarnizada de unos por regresar al poder, de otros por llegar por primera vez y de unos más --al estar imposibilitados de llegar-- simple y sencillamente por tratar de poner sus condiciones al que alcance a llegar.

No hay fórmulas mágicas ni decálogo que funcione. Se necesita visión de estado, voluntad de pactar con la oposición, ganas de llevar a México al futuro que se merece y mucho tiempo. La lección de Brasil, el gran ejemplo de la región que salió de la nada, es que se pusieron todos los sectores de acuerdo y durante los últimos quince años tomaron las decisiones correctas. El camino no fue fácil, pero ya están llegando al destino que han forjado juntos, pero el principio básico no fue el que tuviera roto, solamente se pusieron de acuerdo.

Aquí en México, desde que tengo uso de razón, estamos buscando las reformas estructurales necesarias. El egoísmo, así como la poca visión de las cúpulas, nos ha hecho solamente tener las reformas posibles.

viernes, 20 de noviembre de 2009

PR made in USA

La semana pasada señalé las diferencias existentes entre los mercados de México y EE UU en el mundo de la comunicación. En mi experiencia, uno de los errores más comunes que cometen las compañías americanas es contratar empresas basadas en la unión americana, y especializadas en el mercado "hispano", para diseñar e implementar campañas en México. Éstas, normalmente, son de migrantes de segunda o tercera generación que realizan comunicación especializada para los hispanos en Estados Unidos; que poseen un conocimiento especial en cuanto a la mezcla de las dos culturas, pero en el ambiente estadounidense.

En el caso contrario, las experiencias son mejores: hace algunos años, una compañía americana solicitó que ejecutivos mexicanos fueran a elaborar una estrategia para mexicanos que viven en Estados Unidos y, como resultado, realizaron campañas que fueron bastante exitosas. Esto es factible por una sencilla razón: los latinoamericanos, entre otros grupos nacionales o étnicos, podemos ser bi-culturales, lo que implica entender muy bien el sistema estadounidense ya sea por haber estudiado en allá o porque la transculturización que han logrado los norteamericanos a través de sus películas, programas de televisión y educación hace que los conozcamos muy bien. El caso contrario no se da porque ellos sólo toman lo que les gusta de las demás culturas, pero siempre mantienen la suya como la guía para todo el mundo. Por esta sencilla razón hoy, como ejemplos de esta bi-culturización, está demostrado que muchos de los call centers de empresas estadounidenses están ubicados en México, Argentina o Uruguay y un gran número de sistemas de contabilidad e interpretación médica, con atención telefónica, están ubicados en la India, como lo relata Thomas L. Friedman en su libro, El mundo es plano.
En el ámbito de la comunicación pasa exactamente lo mismo, de alguna u otra manera la teoría es desarrollada por ellos, pero la práctica y la puesta en marcha de una propia corriente, es creada en cada uno de los países latinoamericanos y, en algunos casos, termina siendo superada por los profesionales de cada país. Por eso, en muchas compañías americanas, los ejecutivos de países como los nuestros son muy bien vistos y logran alcanzar muy altas posiciones.
Esto hace que, en algunos casos, las compañías americanas encuentren en el expertise local, altos niveles de experiencia profesional y, valga la redundancia, un muy alto profesionalismo en las empresas de comunicación y relaciones públicas en México.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Poderes enfrentados

Como resultado de tres años de gobierno, las últimas elecciones y, finalmente, la negociación del presupuesto para 2010, los empresarios terminaron enfrentados con el presidente de la República, lo que ha generado que Calderón, en sus últimos discursos, ataque inclementemente a la clase empresarial. La pregunta es: ¿su diatriba va dirigida a alguien en especial? A ciencia cierta, aún no se sabe.

Lo que sí es un hecho es que hoy, más que nunca, la iniciativa privada está tomando bandos políticos. Unos están más cerca del PRI, otros cerca del PAN, pero sin duda hay algunos que están muy lejos del PAN y sobre todo del presidente.

Tampoco es muy claro si esta partidización ya generó divisiones entre ellos mismos. Si así fuere, este asunto complica mucho la vida del país, ya que bastante tenemos con la guerra de poderes entre los políticos como para, además, tener enfrentados a los empresarios.

La historia de México marca que los enfrentamientos entre empresarios y el presidente han sido muy peligrosos para la economía nacional, ya que este mal entendimiento siempre ha generado gran desconfianza y, en consecuencia, grandes devaluaciones del peso.

Sucedió con Luis Echeverría, después del enfrentamiento con la cúpula de Monterrey; se repitió con López Portillo, cuando el desencuentro con la iniciativa privada generó la nacionalización de la banca.

En el caso de Miguel de la Madrid, el rompimiento impulsa el crack bursátil del 87 y la subsecuente devaluación en noviembre del mismo año.

Por su parte, en el periodo de Salinas las micro devaluaciones diarias y la apertura al TLCAN, más los factores políticos de dos importantes asesinatos políticos, ponen en alerta a la clase empresarial; el colofón de todo ello culmina con una devaluación a finales del 94, crisis con la que inicia Zedillo su mandato.

Con el gran trabajo de recuperación económica por parte del presidente Zedillo, Fox encuentra un país sólido que se mantiene hasta la llegada de Calderón.

Supuestamente con la alternancia hay una “santa paz” con los empresarios más cercanos al poder, por lo que se logra una estabilidad económica que ha perdurado durante el gobierno del PAN.

Pero tres factores incidieron en la problemática nacional para llegar a un nuevo desencuentro:
1) La crisis económica internacional, los efectos de la influenza, las cargas postergadas por años de los sistemas de pensiones, los monopolios privados y públicos que no permiten la modernización ni la competitividad, y un deficiente sistema recaudatorio, así como la dependencia de nuestro ya casi terminado petróleo, implican la necesidad de reformas de fondo que no son bien aceptadas.
2) El choque entre los extremos de la sociedad por la lucha de dogmas y libertades sociales es lo que está generando los grandes conflictos de poder y los desacuerdos políticos que estamos viendo.
3) Un presidencialismo muerto.

El problema es -como ha sucedido en otras ocasiones históricas- que se están juntando muchos factores que exponen la debilidad de nuestro modelo económico y el desgaste de nuestro sistema político, que, entre otras cosas importantes, ya no aguanta más las simples presiones de la competitividad regional ante los grandes inversionistas del mundo.

Para agravar el asunto, y lo que nunca pensamos que pudiera suceder, nuestro vecino, EU, el siempre salvador de situaciones graves, pudiera decirse que está peor que nosotros, y en esta ocasión sus problemas económicos nos están dando la puntilla.

Una consecuencia de esta situación es que queda al descubierto el tradicional contubernio de los monopolios públicos y privados, el cual da pie a los poderes fácticos de nuestra economía y que está llevando hoy al país, sólo por inercia, a tener que reconocer faltantes importantes en los ingresos, y la imposibilidad para manejar la baja del gasto gubernamental, lo que aunado al tradicional no pago de impuestos generalizado entre la sociedad mexicana pueden llevar al país a una quiebra inminente.

El desgaste del modelo económico y político es real, y nada tiene que ver con el debate si es de derecha o de izquierda; la generación de una combinación explosiva tiene que ver más con la forma de ser de nosotros los mexicanos, combinada con las ambiciones políticas y frente un año electoral definitorio en la elección de 2012, más la pobreza extrema y la desigualdad generada y un desencuentro con empresarios.

Todo esto pudo haber causado que el presidente, como en otras ocasiones históricas, quisiera empujar un cambio en las estrategias fiscales y de política económica, las que obviamente no le acomodaron a nadie en este país: los políticos no quieren perder sus prebendas; los empresarios no quieren perder sus monopolios, ni sus ganancias, ni sus exenciones de impuestos, y la población no quiere, por ningún motivo, pagar más impuestos. El país esta atorado y vamos en picada.

Lo malo es que nadie está haciendo propuestas inteligentes en ninguno de los bandos. En el gobierno no se hacen propuestas de un gasto más racional y una inversión más orientada a generar empleo; los empresarios no hacen propuestas de políticas públicas que desarrollen la competitividad y la inversión en infraestructura, ni se están proponiendo para los ciudadanos un sistema más cómodo y eficiente para el pago de impuestos. En México todos juegan a no mover el barco y mantener el estatus quo.

Esta complicidad invisible que genera nuestro sistema entre empresarios y autoridades, sumado al silencio de los ciudadanos, hace que el país vaya a la deriva. Mientras, las inversiones extranjeras que viven en medio de este infierno de incertidumbre, inseguridad y corrupción, prefieren irse del país antes de morir envueltas en los contubernios de los monopolios públicos y privados. Las que ven de lejos esta situación, prefieren ir a Brasil.

La percepción es realidad: los empresarios son malos gobernantes y los políticos malos empresarios. ¿Cuándo ambas partes van a entender esta realidad y cada uno tomar su papel en su respectivo campo de acción? ¿Quién va a ser la mano conciliadora, por el bien de México?

viernes, 13 de noviembre de 2009

RP México - USA

México, D.F.- El pasado fin de semana en la reunión anual de la Public Relations Society of América (PRSA) en la Ciudad de San Diego, Estados Unidos. Fui invitado a ofrecer una conferencia sobre México- USA, Realidades, Dificultades y Oportunidades de las Relaciones Públicas, tuve la fortuna de compartir el panel con una mexicana, Magalí Muriá, candidata para Doctora en Comunicación de la Universidad de San Diego, y que hizo un brillante análisis sobre la relación que han tenido ambos países.

En mi caso, es la primera vez que asisto a este evento, y me impresionó la magnitud del mismo. En la sesión de apertura habíamos tres mil practicantes de relaciones públicas; para tener una dimensión de la profesión en ambos países, basta decir que, en México, el último estudio de la Asociación Mexicana de Profesionales en Relaciones Públicas (PRORP) con datos del año 2008, se reportan un total de 3 mil 630 profesionales que laboran en 132 agencias de relaciones públicas y una facturación de 2 mil 270 millones de dólares.

Por su parte en USA, de acuerdo con el reporte O´Dwyer´s Public Relations Ranking 2008, una revista especializada, en su estudio anual de agencias, reporta 169 agencias, un total de 10 mil 402 empleados y una facturación de más de 22 mil 332 millones de pesos.

Esta dimensión se entiende realmente cuando comparamos que nuestra población es de 110 millones de personas contra 300 millones de estadounidenses. Es importante para ello analizar el simple dato del número de estaciones de radio (en USA el total de AM y FM es de 13 mil 705 estaciones contra las mil 576 de México); en el caso de la televisión, mientras ellos tienen 2 mil 218 estaciones, nosotros apenas tenemos 730, concentradas mayormente en dos cadenas y, finalmente en el caso de Internet, ellos cuentan con 231 millones de internautas contra nuestros 27 millones.

A pesar de estas diferencias, la profesión tiene las mismas bases y prácticas profesionales. Con mucho orgullo, después de ver en el congreso diferentes ejemplos de la disciplina en el mercado estadounidense y conociendo otros casos en diferentes países, mediante los estudios de investigación del Comité Mundial de Investigación del IPR (Institute for Public Relations) al cual pertenezco, puedo decir, con mucho orgullo, que en México las principales compañías mundiales contratan, exigen, y finalmente obtienen servicios de Relaciones Públicas de primer mundo por parte de los profesionales mexicanos. La industria se debe sentir orgullosa, pero a pesar de esto, debemos de seguir trabajando para mejorar nuestra profesión, sobre todo creando comunidades de aprendizaje, que aumenten el entendimiento en el mercado mexicano.

jueves, 12 de noviembre de 2009

México- USA

El fin de semana pasado tuve la oportunidad de viajar a los Estados Unidos, para participar en la reunión anual de la PRSA (Public Relations Society of America), en donde me invitaron a participar en la conferencia sobre las Realidades, fallas y oportunidades de la Comunicación en México. Desde Los Ángeles, manejando, llegué a la Ciudad de San Diego donde sería el congreso.

Mi conferencia estaba orientada a dar a conocer a los asistentes, porque así me lo habían solicitado, un panorama sobre la industria de la comunicación y de las relaciones públicas en México. Al encontrarme con los organizadores, me comentaron que había mucha expectación de los participantes por el tema de México, sobre todo por las noticias que se estaban escuchando en los medios; en ese momento empecé a intuir que la mayoría de las preguntas de los asistentes irían en esa misma dirección.

Antes de la conferencia estaba programada una entrevista con una estación de radio especializada en temas de comunicación. Ahí empezaron las preguntas sobre la situación que se reporta en los medios.

¿Es cierto lo que se dice en los medios de México?, ¿Qué pasa con los asesinatos?, ¿Cómo ha afectado la inseguridad al clima de los negocios?, ¿Por qué están matando periodistas?, ¿Sigue existiendo la corrupción con los medios de comunicación? Y ésa fue la primera ronda de preguntas. En el panel, el escenario y las preguntas fueron muy parecidos, desde ¿Es cierto lo que se lee en los blogs y en el ciberespacio?, hasta qué influencia tienen los twitteros, como se está desarrollando la brecha generacional en el uso de Internet y sus herramientas, pasando por la opinión de los que odian a México y si los mexicanos allá siguen siendo o no mexicanos.

En todo este maremágnum de preguntas sobre los problemas de México y tomando en cuenta que en las zonas fronterizas de EU, en especial, son de alta sensibilidad, me di cuenta que a pesar de que la situación por la que hoy pasamos los mexicanos es muy difícil, es bastante mejor que hace 20 años. En 1988 trabajé en un banco mexicano que tenía oficinas en Los Ángeles y en diferentes viajes pude constatar lo difícil que era, en aquellos tiempos, la vida para nuestros connacionales.

Hoy, el panorama es distinto, sin dejar de ser complejo y difícil. Hoy usted puede viajar a California sin necesidad de hablar inglés; al escuchar la radio, pude constatar, después de repasar varias veces las frecuencias de la FM, que casi un treinta ó hasta un cuarenta por ciento de las estaciones son en español, con locutores, anuncios y música para nuestros paisanos.

Fue curioso ver también, a lo largo de la carretera de San Diego a Los Ángeles, algunos sembradíos en donde trabajadores mexicanos hacían la recolección del campo, al aire libre y en sana convivencia con los alrededores, sin persecución, ni presiones visibles.

Esto no implica que no existan los problemas, los cuales de todos son sabidos. A lo que me refiero es que hoy la situación en algunas partes, como en esta zona que recorrí, la convivencia se nota más natural. Es más, me fue muy curioso oír algunos de los anuncios dirigidos a la población mexicana en la radio, en donde se habla de descuentos en adeudos bancarios por la referencia y recomendación de paisanos, así como de renegociaciones de créditos ante la presente crisis económica en EU.

Inaudito… y más para mí que en el 88´, me tocó elaborar una de las primeras campañas publicitarias para los mexicanos en Los Ángeles, para ofrecer el servicio de envío de remesas, luchando contra los grandes monopolios México-americanos en la zona. Veintiún años después, las remesas ya son un commodity y las campañas son para reestructurar las deudas, no cabe duda que sí ha cambiado la frontera.

Además de las preocupaciones en la relación bilateral, que en mi parecer se modifica pero no va a cambiar en esencia, como mexicano me sigue preocupando una cosa fundamental: con tanto problema interno que tenemos, no nos estamos dando cuenta que la imagen de México en el extranjero se está viendo dañada de manera profunda.

México, de ser el milagro latinoamericano, en poco tiempo nos convertimos en la nueva sede del narcotráfico, así como uno de los países más inseguros. Después, nos pega la Influenza y somos el centro de la insalubridad mundial. Después, un foco rojo en cuestión económica con un boquete fiscal de 300 mil millones de pesos. Y para acabarla de amolar, además de que se nos acababa el petróleo, nos aparecen ideas de crear nuestros propios escuadrones de la muerte, fuera de la ley , para combatir la inseguridad. A pesar de eso hay un gran cariño y preocupación por México y su situación.

Habrá que reflexionar que México no está generando buenas noticias por dos razones: Primero, porque estamos tan imbuidos en criticarnos y despedazarnos entre todos que generamos corrientes negativas de acción y pensamiento; y, en segundo lugar, desgraciadamente las buenas noticias no les representan más audiencia a la mayoría de los medios.

Es urgente que México haga una buena campaña de imagen en el extranjero para mejorar la reputación del país, porque entre nuestras realidades y las percepciones podemos seguir creando más incertidumbre que no nos está ayudando en nada.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Comunicación Gubernamental

Hoy, en México vivimos una importante crisis debido a la falta de acuerdos políticos y a la situación financiera, que tiene hundida a la población en una incertidumbre terrible. Si a esto sumamos la crisis en la comunicación gubernamental que existe, lo único que hacemos es incrementar el nivel de inseguridad de los ciudadanos respecto al liderazgo del gobierno.

La comunicación gubernamental, en estos casos, demuestra su gran importancia en la identificación de los problemas; en la orientación a la sociedad, y en su apoyo para conseguir consensos sociales. Desafortunadamente, aún perdura la antigua visión, en la mayoría de las Direcciones de Comunicación Social, de informar a los medios de comunicación y de permanecer en una actitud reactiva, cuando hoy lo que se necesita es que tengan una pro-actividad absoluta para informar las acciones que se realizan.

Por otra parte, la insensibilidad y el mal tino de las declaraciones de los políticos y funcionarios del gobierno, no ayudan en el mar de problemas. De hecho, lo único que logran es incrementar la tensión social en la población, al llevar a la arena pública las contrariedades políticas de los grupos y partidos.

Es imprescindible que en México, los políticos entiendan la importancia de la comunicación, y de lo que ésta puede hacer en pro de sus proyectos gubernamentales. En muchos casos, debido a una mala planeación y la falta de estrategias para la difusión de las acciones de gobierno, se crean grandes problemas públicos y discrepancias sociales, que hacen que acciones bien definidas sean mal entendidas, por el simple hecho de comunicarlas mal.

Y si a esto le sumamos el enrarecido entorno de disputa y desacuerdos, la comunicación, en lugar de ayudar, incrementa la incertidumbre social, ya que al no hacerlo adecuadamente, o se crea desinformación o simplemente se deja a la deriva de la imaginación pública la búsqueda de las razones y el por qué de las acciones del gobierno.

Es de vital importancia que los comunicadores gubernamentales, tomen cartas en el asunto, ya que la incertidumbre social y la mala imagen del país, está encontrando campo fértil en esta deficiencia de la comunicación gubernamental.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Que la nación se los demande

El resultado de la negociación del primer paquete de leyes, al inicio de la segunda Legislatura de la presidencia de Felipe Calderón, dejó muy mal estacionados a todos los grupos en México. Nadie se salvará de pagar los respectivos costos políticos, a pesar de que todos jugaron a no cargarlos; en general, sus apreciaciones definitivamente les fallaron y todos perdieron.

Por la arrogancia política, que caracteriza a esta generación de políticos, perdimos todos y perdió México. Sabemos que no había plan B, por la simple y sencilla razón de que, al no tener el ingreso petrolero, a México no le queda otro camino que cobrar más impuestos. Si supuestamente ya todos lo saben, ¿Por qué entrar al juego perverso de una negociación que de antemano iba a ser fallida? El saldo es desastroso, finalmente a nadie le convino este enfrentamiento.

A la presidencia le quedó claro que la disciplina en su partido no está funcionando y que hay grupos antagónicos con los que no va a contar a partir de ahora. Pero el caso más grave radica en el enfrentamiento con los empresarios que, en franca desconfianza con el Ejecutivo, fueron directamente a negociar con el Senado, lo que desató la molestia presidencial. Ha quedado una gran brecha abierta entre el ejecutivo y la iniciativa privada; desafortunadamente, no se ve ningún operador político dentro del gabinete que tenga la altura y la voluntad para llevar a cabo una negociación que pueda resarcir este asunto. Además, parte de ello va a ser dirimido dentro del partido del poder.

Para el PRI, los daños son igual de graves: el enfrentamiento de los Gobernadores y sus diputados contra los senadores fue un choque de trenes. Técnicamente, como resultado de este encontronazo, parece haber varios cadáveres políticos, los cuales no habían ni siquiera podido estrenarse y ya aparecen como fantasmas del recinto legislativo. Parecía que la gran fuerza del PRI estaba en la unión, sobre todo después de ver una aplanadora electoral; pero ha quedado demostrado que hoy, después de los acomodos de la Cámara de Diputados, la alianza es lo que menos existe. También quedó muy claro que la lucha interna por el 2012 apenas empieza, y que será a muerte, sin importar siquiera que se lleven al país de por medio.

De los demás partidos, es evidente que unos serán comparsa, cuidando sus intereses específicos, y que los otros quedaron perdidos en la negociación, sin capacidad de propuesta y rebasados por la situación. Eso sí, solamente son buenos para aprovechar el momento para hacer campañas políticas y gastar el dinero del erario que no se tiene, para hacer spots y culpar a todos los demás partidos.

Nadie en México midió las consecuencias de esta terrible negociación y todos los políticos, los partidos y hasta los empresarios van a terminar pagando muy altos costos por no ponerse de acuerdo para sacar al país delante.

Y será la Nación en su conjunto, como lo dice el juramento que hicieron al tomar su puesto, la que les cobre su gran arrogancia.

México está débil, la situación económica es compleja, ya no se tiene petróleo, no se ha llevado a cabo una adecuada reconversión industrial que sustituya el ingreso petrolero, se tienen monopolios privados y públicos que no permiten el desarrollo, y la competitividad en sectores estratégicos cierran puertas a la inversión extranjera, y, para acabarla de complicar, sin acuerdos internos entre grupos de poder y grupos de presión. Si no se llega a un pacto nacional, el panorama puede complicase, se sigue jugando a la teoría del caos.

Desde el punto de vista social, los políticos están olvidándose que venimos de una elección compleja y que la elección fue ganada por un voto de castigo; entre la población hay un gran hartazgo y esta negociación fallida entre los grupos políticos dañó directamente a la ciudadanía. Somos los paganos directos de una mala negociación.

La democracia en México está generando nuevos costos en el balance del poder, los diputados son los grandes perdedores y, por donde se le vea, tarde o temprano ellos pagarán primero las consecuencias. Ya empiezan las presiones para la desaparición de los diputados plurinominales, y si a esto le sumamos que están atrapados entre el pleito de los gobernadores y los senadores, ésta Cámara definitivamente será la primera a la que deberán de sacrificar.

Urgen operadores para negociar nuevos acuerdos sociales. El daño y la división entre grupos no son sanos para el sistema político ni para la nación. Hay que negociar entre grupos y, sobre todo, negociar con la sociedad para generar armonía y transitar de una manera pacífica por un difícil año electoral.

De los costos políticos, señores, ya no se preocupen: tarde o temprano que la Nación se los demande.