El fin de semana pasado tuve la oportunidad de viajar a los Estados Unidos, para participar en la reunión anual de la PRSA (Public Relations Society of America), en donde me invitaron a participar en la conferencia sobre las Realidades, fallas y oportunidades de la Comunicación en México. Desde Los Ángeles, manejando, llegué a la Ciudad de San Diego donde sería el congreso.
Mi conferencia estaba orientada a dar a conocer a los asistentes, porque así me lo habían solicitado, un panorama sobre la industria de la comunicación y de las relaciones públicas en México. Al encontrarme con los organizadores, me comentaron que había mucha expectación de los participantes por el tema de México, sobre todo por las noticias que se estaban escuchando en los medios; en ese momento empecé a intuir que la mayoría de las preguntas de los asistentes irían en esa misma dirección.
Antes de la conferencia estaba programada una entrevista con una estación de radio especializada en temas de comunicación. Ahí empezaron las preguntas sobre la situación que se reporta en los medios.
¿Es cierto lo que se dice en los medios de México?, ¿Qué pasa con los asesinatos?, ¿Cómo ha afectado la inseguridad al clima de los negocios?, ¿Por qué están matando periodistas?, ¿Sigue existiendo la corrupción con los medios de comunicación? Y ésa fue la primera ronda de preguntas. En el panel, el escenario y las preguntas fueron muy parecidos, desde ¿Es cierto lo que se lee en los blogs y en el ciberespacio?, hasta qué influencia tienen los twitteros, como se está desarrollando la brecha generacional en el uso de Internet y sus herramientas, pasando por la opinión de los que odian a México y si los mexicanos allá siguen siendo o no mexicanos.
En todo este maremágnum de preguntas sobre los problemas de México y tomando en cuenta que en las zonas fronterizas de EU, en especial, son de alta sensibilidad, me di cuenta que a pesar de que la situación por la que hoy pasamos los mexicanos es muy difícil, es bastante mejor que hace 20 años. En 1988 trabajé en un banco mexicano que tenía oficinas en Los Ángeles y en diferentes viajes pude constatar lo difícil que era, en aquellos tiempos, la vida para nuestros connacionales.
Hoy, el panorama es distinto, sin dejar de ser complejo y difícil. Hoy usted puede viajar a California sin necesidad de hablar inglés; al escuchar la radio, pude constatar, después de repasar varias veces las frecuencias de la FM, que casi un treinta ó hasta un cuarenta por ciento de las estaciones son en español, con locutores, anuncios y música para nuestros paisanos.
Fue curioso ver también, a lo largo de la carretera de San Diego a Los Ángeles, algunos sembradíos en donde trabajadores mexicanos hacían la recolección del campo, al aire libre y en sana convivencia con los alrededores, sin persecución, ni presiones visibles.
Esto no implica que no existan los problemas, los cuales de todos son sabidos. A lo que me refiero es que hoy la situación en algunas partes, como en esta zona que recorrí, la convivencia se nota más natural. Es más, me fue muy curioso oír algunos de los anuncios dirigidos a la población mexicana en la radio, en donde se habla de descuentos en adeudos bancarios por la referencia y recomendación de paisanos, así como de renegociaciones de créditos ante la presente crisis económica en EU.
Inaudito… y más para mí que en el 88´, me tocó elaborar una de las primeras campañas publicitarias para los mexicanos en Los Ángeles, para ofrecer el servicio de envío de remesas, luchando contra los grandes monopolios México-americanos en la zona. Veintiún años después, las remesas ya son un commodity y las campañas son para reestructurar las deudas, no cabe duda que sí ha cambiado la frontera.
Además de las preocupaciones en la relación bilateral, que en mi parecer se modifica pero no va a cambiar en esencia, como mexicano me sigue preocupando una cosa fundamental: con tanto problema interno que tenemos, no nos estamos dando cuenta que la imagen de México en el extranjero se está viendo dañada de manera profunda.
México, de ser el milagro latinoamericano, en poco tiempo nos convertimos en la nueva sede del narcotráfico, así como uno de los países más inseguros. Después, nos pega la Influenza y somos el centro de la insalubridad mundial. Después, un foco rojo en cuestión económica con un boquete fiscal de 300 mil millones de pesos. Y para acabarla de amolar, además de que se nos acababa el petróleo, nos aparecen ideas de crear nuestros propios escuadrones de la muerte, fuera de la ley , para combatir la inseguridad. A pesar de eso hay un gran cariño y preocupación por México y su situación.
Habrá que reflexionar que México no está generando buenas noticias por dos razones: Primero, porque estamos tan imbuidos en criticarnos y despedazarnos entre todos que generamos corrientes negativas de acción y pensamiento; y, en segundo lugar, desgraciadamente las buenas noticias no les representan más audiencia a la mayoría de los medios.
Es urgente que México haga una buena campaña de imagen en el extranjero para mejorar la reputación del país, porque entre nuestras realidades y las percepciones podemos seguir creando más incertidumbre que no nos está ayudando en nada.
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