martes, 25 de junio de 2013

La segunda generación al rescate del petróleo



Frente a la discusión de la reforma energética que se viene, diversas voces se levantan para pedir una solución sin que se modifique la Carta Magna.

Según datos generales, Pemex genera cuatro de cada diez pesos que México recibe por la vía fiscal, lo que convierte a dicha empresa en el principal generador de impuestos. Hoy, México entra en una larga discusión respecto al qué hacer con la reforma energética y ésta es una discusión de dilemas nacionales. El primero, la intocabilidad del artículo 27º de la constitución, el cual tiene un gran guardián; error, amigo lector, si usted pensó en AMLO o en el ahora arribista Marcelo Ebrard, está usted completamente equivocado, ellos sólo discuten temas o están en contra de las propuestas del gobierno con el único fin de buscar una oposición para ganar algo, o dinero o una posición política que, por cierto, a estas alturas ya está totalmente perdida. El verdadero guardián del artículo 27º es el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y lo hace por herencia y por conocimiento de causa.

Si analizamos su propuesta, él está, de igual manera que el Presidente Peña Nieto, por una modernización de Pemex sin cambio en la Constitución. Lo único que habría que hacer, según su dicho y propuesta, es quitar la obligación de las aportaciones de sus utilidades a  la caja hacendaria, además de, por obviedad, optimizar la operación, definir una adecuada apertura comercial, asegurando las políticas públicas para este fin.

Técnicamente hablando, su propuesta es apostar al crecimiento con crecimiento y la inversión privada que se lleve a cabo a través de los contratos que ya están autorizados por reglamento. El verdadero problema va a ser que, mientras no se cambie la política hacendaria a través de una gran reforma, este esquema no se va a poder implementar.

¿Qué implica cambiar este esquema hacendario? Dos cosas sencillas, pero complejas de implementar: una, eliminar los regímenes especiales de impuestos que afectarían directamente a las grandes empresas privadas nacionales e internacionales que vía regímenes de disminución de impuestos, obtienen más ganancias; tradicionalmente a estas empresas las defiende el partido de derecha. La otra, es el aumento del IVA para instaurarlo de manera generalizada o, en su caso, de una forma más adecuada, respetando una gran canasta básica de productos de primera necesidad; esta causa la va defender, a ultranza, la izquierda.

Lo curioso del momento que estamos viviendo es que los dos partidos están desbaratados, peleándose internamente por el control del partido y para poder asegurar el control de presupuestos, las elecciones del 2015 y la ulterior candidatura presidencial.

Hoy, la presión a la República es enorme. Primero, dos partidos peleando por el control interno, con posiciones contrarias a las reformas hacendaria y energética, con ideologías distintas y, al mismo tiempo, en una desquiciada alianza electoral en contra del partido en el poder; los dos, sentados en el Pacto por México, en donde, gracias a los trabajos de éste, han podido encontrar, en el dialogo y gracias al gobierno, fortaleza para obtener el control de su partido.

Por su parte, la iniciativa privada está presionando, por una parte, para que se suelte el presupuesto público para inversión, principalmente en infraestructura, y, por la otra, no estaría muy contenta de que les quitaran los regímenes especiales que los han hecho ganar tanto dinero.

Si se llegará a adecuar la propuesta del Ingeniero Cárdenas, con algunos ajustes, se podría tener en México un camino de corto y mediano plazo, en donde se respete la propiedad de los recursos naturales de la nación, se tenga una empresa petrolera verdaderamente eficiente, moderna y utilitaria, sin los pesos anacrónicos del sindicato de Pemex y generando más impuestos por mayores ventas al extranjero, por crear productos de petroquímica que desarrolle el mercado interno y que, además, de pie a la investigación y desarrollo de nuevas energías sustentables.

Al mismo tiempo, podría México eliminar los regímenes especiales para que las empresas privadas paguen los impuestos que les correspondan, el sector privado tenga a tiempo los recursos públicos para ejecutar la obra pública, creando cadenas de valor para incorporar a las Pymes y que, de una manera transparente, pueda, vía los contratos autorizados en el 2008, invertir en Pemex, participando en su crecimiento y generando más actividad, trabajo e impuestos.

¿Sería mucho pedir que los políticos y los empresarios puedan llegar a un buen acuerdo, que le daría a México un verdadero crecimiento económico?  ¿Será que el PRI llegue a un acuerdo con el PRD y se logre hacer la reforma energética que ayudará a México a pasar a la historia y en donde el Ingeniero Cárdenas sea la segunda generación que salva al petróleo?

Ojalá así sea, para que invirtamos en México de alguna u otra manera.


Consultor




viernes, 21 de junio de 2013

Ética, país



En México, la falta de ética se observa en el gobierno, en la clase política, pero también en muchos sectores de la población. Estamos viviendo una cultura del chantaje, resistencia, denostación pública y egoísmo.

Ayer fue un muy mal día para México, al ver las noticias nocturnas me encuentro que un grupo de senadores del PAN pelean entre ellos por el control del dinero que les da la Cámara de Senadores. Bajo el concepto de ser mayoría, destronan al líder de la bancada del manejo administrativo del grupo. En otras escenas, se puede ver cómo el alcalde de Cancún recibe dinero en efectivo del alcalde anterior y, en entrevista de radio la mañana siguiente, acepta que esta acción es mala, pero es “normal” y no delictiva. Y, para acabarla de amolar, también se pudo ver en el noticiero, a los manifestantes que llegaron a la Secretaría de Gobernación dando órdenes de que la policía se quitara y agrediendo a palos a los granaderos y destrozando todo lo que encontraban en su camino. Algo está pasando en México y no acabamos de dimensionarlo.

Al parejo de esto, en las redes sociales y en las respuestas de los periódicos on line podemos encontrar que los activos ciudadanos, en una gran mayoría, critican con ligereza las noticias y las opiniones ahí vertidas; hoy en el país es más fácil tirar la piedra y esconder la mano, lo que está contribuyendo a crear ambientes más de patíbulo publico que de justicia. En su gran mayoría encontramos críticas, groserías y prejuicios, si alguien hace una denuncia, rápidamente se convierte en trending topic; por la ola de odio, queja y burla, poco se está construyendo, salvo honrosas excepciones.

Ante esta situación, que al parecer se está generalizando, sólo se me viene a la mente un par de preguntas: ¿qué nos pasó? ¿en dónde quedaron los valores, la ética y la civilidad? Por una parte, encontramos que está habiendo, por primera vez en mucho tiempo, voluntad política de ciertos actores para dialogar constructivamente, salvo la izquierda extrema, que al parecer sólo conoce el camino del grito y la denostación y que, ante esta iniciativa de diálogo y pacto, sale a las calles a provocar, a atacar a las policías, a sacar a presuntos criminales de la cárcel y a quejarse de la modernización del país.

Aunado a esto, hoy vemos que el partido que estuvo en el poder los últimos 12 años da una verdadera muestra de sus más íntimas prácticas y valores, su único interés es el control del dinero del presupuesto. ¿Será que ésa fue la tónica con la que gobernó?

Si analizamos que el PAN con el partido con el que más se peleó y polemizó fue el PRD y que juntos lograron polarizar a todo el país en época de elecciones para, posteriormente, en un verdadero acto de esquizofrenia política, hicieron una alianza para enfrentarse en contra del PRI, alianza que hoy sigue vigente.

Si la ciudadanía ve esto o lo toma como ejemplo de sus gobernantes y políticos, ¿qué podemos esperar de la colectividad, sino lo que estamos presenciando? Da la impresión que somos un país enfermo de corrupción, de ganas de no cumplir, de no esforzarnos, de hacer el menor esfuerzo y, así, tratar de ganar lo más posible. Estamos viviendo una cultura del chantaje, resistencia, denostación pública y egoísmo. ¿Hasta cuándo reaccionaremos?

El resultado de esta falta de autoridad, rumbo y de atención a los problemas de la cultura y sociedad, genera que hoy, en todos los estado de la República, tengamos violencia, pocos valores, falta de ética y altos grados de corrupción.

México tiene un gran reto, las autoridades deben de dar un buen ejemplo de actuación política, cumplimiento de la ley y guía hacia un rumbo civilizado. Los políticos deberán de dejar atrás, el egoísmo, la corrupción y la vanidad de los puestos. Y, por su parte, la sociedad deberá de dejar atrás la idea de no cumplir con sus obligaciones y entrar en una dinámica de respeto a la autoridad, dejar atrás el influyentísimo y entrar en una época de responsabilidad hacia el cumplimiento de la ley, el trabajo y el fomento de los valores y, de esa forma, crecer todos en conjunto.

El problema es cuándo y por dónde empezamos. ¿Quién se atreve a aventar la primera piedra?

 A México, le urge.



Consultor
Twitter: www.twitter.com/@Marcovherrera

martes, 18 de junio de 2013

Velocidad de la comunicación



Hoy hay enfrente un gran reto para la comunicación empresarial y política, ya que por la presión de informar a la velocidad de la inmediatez que exigen las redes sociales, se pueden cometer errores garrafales.

Las redes sociales han cambiado a la sociedad, su uso ya es generalizado en la ciudadanía, ya sea por medio de los teléfonos celulares, las computadoras y las tablets.

Su último reducto es en los medios de comunicación, quienes ya las han incorporado como parte de su operación, ya sea para compartir mensajes o bien, como fuente de información.

Su efecto en la vida diaria es enorme, han cambiado costumbres y hábitos, pero creo que el mayor efecto es la inmediatez. Hoy, las personas queremos o tenemos información bajo el concepto en línea o lo que significa en tiempo real, por lo que la inmediatez se ha convertido en un comoditie para la humanidad. En el momento presente, si usted se perdió de algún evento a lo largo del día, puede preguntar y siempre habrá alguien cerca que ya tenga la información a la mano.

Esta nueva situación es un gran reto para la comunicación empresarial y política, ya que hoy, por la presión de informar a la velocidad de la inmediatez que exigen las redes sociales, se pueden cometer errores garrafales. Anteriormente, en el mundo no digital, cuando alguna persona, empresa o entidad política, enfrentaba algún problema o situación extrema, esta información se hacía pública a través de los medios de comunicación, en donde ésta se daba a conocer en las ventanas informativas ya programadas y se tenía que actuar, se tenía tiempo para pensar, prepararse y reaccionar. Hoy, para bien o para mal, antes de analizar lo que se está recibiendo de información como respuesta, se está calificando si se contesta a tiempo o no; esto por la razón de que siempre habrá personas en línea que, al lanzarse una información, ya la estarán calificando, criticando o esparciendo, estén o no involucrados con el tema, sean o no afectados o consumidores directos.

Hoy, el mundo de la opinocracia, creado por la sociedad a través de las redes sociales, obliga a que los ejecutivos y políticos deban de estar entrenados, no sólo en saber comunicarse, sino en el manejo del temple, la paciencia y el manejo de lo inmediato. Hoy pareciera que el mejor recurso es el manejo de crisis, ya que las redes sociales representan microcrisis, a cada mensaje enviado y recibido.

Ejemplos los vemos a diario. Ayer mismo veíamos el intercambio epistolar entre senadores del PAN por el pleito de los dineros de la bancada, o ya estamos encontrando diálogos de directores de empresa con sus clientes enojados por un mal servicio. Casos más graves pueden ser cuando se redactan mal los mensajes al enfrentarse a fenómenos naturales; cuando se presenta un temblor y se quiere decir que ya se está atendiendo la emergencia y no que todo está bien y sin ningún problema. Hoy, la capacidad de resumir y comunicar en 140 caracteres puede hacer la diferencia de una carrera política o de una empresa exitosa.

Hoy, más que nunca, la capacidad de poder sintetizar, escribir adecuadamente y manejar microcrisis es lo más importante en este mundo en línea.

¡A capacitarse! No queda de otra.



Consultor




jueves, 13 de junio de 2013

Sin autoridades



Terribles son las imágenes de los noticieros donde se pueden ver las escenas en que jóvenes autodenominados “anarquistas” agreden sin ningún recato a los granaderos de la Ciudad de México en la marcha donde se conmemora el “halconazo” del 10 de junio de 1971. Lo patético es que, a cuarenta y dos años de este incidente, hoy los papeles están invertidos, los agresores son los jóvenes quienes, sin ningún motivo y sin ningún ambiente adverso (como en su momento lo tuvieron en 1971 los estudiantes de aquella época), los que son vapuleados son los granaderos y funcionarios del gobierno de la Ciudad. En las escenas vimos destrozos, ataques, robos y un sinfín de delitos. Es terrible ver la pasividad de las autoridades.

Claro, si la policía hubiera actuado bajo lo que dice la ley, ya estaríamos viendo a todos los grupos opositores gritar en las calles que las autoridades son represoras, violadoras de los derechos humanos y todo el tipo de chuladas que siempre gritan, baste recordar lo que pasó con los estudiantes en la UNAM cuando tomaron la rectoría.

Con esto, el Estado mexicano y el gobierno de la Ciudad de México se encuentran frente un gran dilema: si no actúan, porque no lo hicieron mientras un grupo de ciudadanos que trabajamos, pagamos nuestros impuestos y vivimos en la legalidad, nos quejamos de por qué se permite este tipo de actos vandálicos y se aceptan las agresiones. Si la policía hubiera actuado, las autoridades hubieran tenido la presión, primeramente, de la oposición, o sea de el partido que gobierna la Ciudad de México; después, de los políticos de la misma Asamblea de la Ciudad, sí, de los diputados que, en el pasado, ordenaron liberar a los vándalos que destruyeron toda la avenida Juárez el 1º de diciembre. Lo que nos lleva a una esquizofrenia política, ya que las mismas autoridades permiten que no se cumpla la ley y permiten las agresiones contra trabajadores del estado. Bonito dilema, ¿no? Lo cual nos lleva a asumir que algunos políticos tienen sus propios grupos de choque y cuando la policía los descubre, ellos rompen las leyes para protegerlos en contra de los empleados y compañeros de trabajo.

El problema para la autoridad es que hoy en la Ciudad de México ya se están dando demasiadas libertades a delincuentes y vándalos; si no son las bandas de narcomenudistas, son las bandas de Tepito, si no, las bandas en Iztapalapa, si no, los jóvenes Anarquistas o los que tienen armas y las disparan junto a los cines o, súmele, los que a diario salen en los diarios reportados haciendo fechorías.

Miguel Mancera viene de haber sido un muy buen procurador de justicia del Distrito Federal, pero ahora, como Jefe de Gobierno, pareciera que las cosas no le están saliendo igual; la delincuencia se desborda en la Ciudad y, lo peor pareciera que es un tipo de delincuencia controlada por los grupos fácticos insertados en su propio gobierno.

La desafortunada declaración que hiciera días atrás respecto a que ni el jefe de la policía ni el procurador tienen su trabajo asegurado y que la única manera de mantenerse es cumplir con su deber, muestra a un Miguel Mancera sufriendo por tener control en su equipo de trabajo y hasta, se pudiera pensar, que también en el control de la ciudad.


Ya había comentado en editoriales anteriores que la salida de Ebrard y Camacho después de 30 años de control del Gobierno del DF, generaría un descontrol no sólo en los cuerpos burocráticos, sino que también se crearían vacios de poder que a una candidatura ciudadana le costaría trabajo llenar, sobre todo al no tener Mancera, por una parte, un grupo político tan consolidado, y por la otra, las alianzas políticas bien amarradas con todos los grupos del PRD.

Se empieza a sentir una Ciudad sin control y eso es un gran reto, no sólo para el gobierno de la Ciudad de México, sino también para el gobierno federal, dado que al ser la capital del país y ser en donde están asentados los poderes de la Unión, también es un asunto que entra en su ámbito.

Esperemos ver que mejoren sus protocolos de actuación en las manifestaciones y que empiecen a controlar este tipo de desmanes ya que, si no lo hacen, estos grupos irán subiendo sus agresiones hasta que puedan causar un enfrentamiento mayor que, al final del día, es lo que estos grupos están buscando. Sólo con inteligencia policial y mejores protocolos de prevención podrán controlar el asunto. Ya veremos, pero no podemos seguir sin autoridades.



Consultor