jueves, 23 de septiembre de 2010

México du solei

Observando las festividades del Bicentenario.- Cuando presentaron a los acróbatas escribiendo con sus cuerpos la palabra México, me vinieron a la mente dos cosas: ¿dónde habían quedado los voladores de Papantla? Y, por el enfoque que le quiso dar el PAN a las ceremonias, habían convertido a México en un Cirque du Solei. Las festividades parecieron una ceremonia de inauguración de olimpiadas.

Las quejas sobre la festividad son amplias; para mí la más grave es el hecho de querer renunciar a nuestras raíces y pasado, quisieron pintar a un México diferente, estilizando los valores y las costumbres, dirigiéndolo hacia un público joven (¿acaso con visión electoral?) y alejándose hasta lo más posible de todo lo vernáculo, nacionalista, y revolucionario (que al PRI le ha funcionado muy bien). Por elitismo natural, dejaron en el desván a la historia, las costumbres y la música; la visión, netamente, fue de ceremonia televisiva.

México se convirtió en un circo, no sólo por tomar la filosofía del Cirque du Solei, que es “hacer un montaje dramático, y un esparcimiento callejero” —en este caso de la historia de México—, sino, además, por tratar de “invocar a la imaginación, incitar a los sentidos y evocar las emociones de la gente” cosa que, en mi opinión personal, no se logró del todo. El verdadero problema fue el riesgo con el que se llegó a estos festejos, un saldo de verdadera preocupación; en 30 municipios se cancelaron festividades cívicas por motivo de la inseguridad, había 115 municipios inundados, en las dos últimas semanas cayeron dos cabezas importantes del narco, lo que podía implicar, falso o cierto, venganzas de la delincuencia en las festividades, de ahí el gran montaje, real o cierto, de los 300 francotiradores y la extremas seguridad para las ceremonias.

Otros factores que influyeron al agravamiento de la situación, fue el anuncio de los secuestradores del jefe Diego recordando que la negociación sigue estancada, los llamados a que la gente no asistiera, los mensajes de la alta seguridad que se iba a imponer, el cuidado de las festividades por parte de policías, marinos, Ejército y demás corporaciones, todo lo cual pegó directamente en el ánimo de la gente que, en su gran mayoría, prefirió no arriesgarse ni a salir de su casa.

Ya en plena celebración, vimos a ex presidentes en Palacio Nacional, Fox escuchó el Grito y se fue, mientras que Carlos Salinas departió felizmente con algunos invitados; al día siguiente, escuchamos, los llamados públicos al diálogo del PRI y la aceptación tácita, por parte del presidente. Posteriormente, el desfile, con participación de contingentes internacionales que, a mi vago entender, sucedió por primera vez en la historia, mostrando la unidad internacional hacia México.


Pero, como siempre, para los mexicanos un negrito en el arroz servirá para joder al vecino, aquí los aparecidos: la blanquísima figura del coloso, inútil, sin motivo ni chiste, que se convirtió en la punta de lanza para los ataques a las ceremonias; el otro, el costo y las fallidas e inacabadas obras bicentenarias; un tercer negrito, el desplazamiento de la tradición artística de la pirotecnia nacional (en todos sentidos).

La tensión bajó después de las festividades debido al saldo blanco de éstas, pero también aumentó la problemática nacional por la emergencia que generó el paso de la tormenta tropical Karl. Con este fenómeno se triplica el número de municipios inundados y aumenta la cifra de personas dañadas. El problema es que las arcas de los gobiernos están vacías por los excesos en los gastos electorales y, al parecer, el Fondo de Emergencias, tampoco tiene dinero.

Durante ese larguísimo y atropellado puente, siguieron los escarceos del llamado al diálogo, ahora con un ingrediente extra, el llamado del presidente a la solidaridad y a que renazcan los pactos entre todos los actores de la sociedad, como los que se dieron ante la emergencia de los sismos de 1985.

Como resultado de todo este circo del Bicentenario, parece que se cocina el diálogo con el Senado. ¿Será que el Senador Manlio Fabio Beltrones logrará que el presidente se presente a dialogar oficialmente con los representantes populares, derivándose de ahí el trámite de la tan esperada reforma política?, ¿será que por fin veremos un verdadero diálogo? ¿Conseguirá el presidente que no se boicoteen, desde los grupos internos de su propio partido, los acuerdos a los que llegue con el Senado?

Ojalá termine el circo del Bicentenario y exista el diálogo, la ventana de oportunidad es corta, se termina pocos días antes de que lleguemos al siguiente momento de un nuevo riesgo público, la ceremonia del festejo de la Revolución, para lo que los grupos estarán planchando ya la reforma política, el presupuesto 2011 y la cancelación oficial de las ansias aliancistas para las elecciones del próximo año.

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