jueves, 9 de septiembre de 2010

Infraestructura

Barack Obama acaba de anunciar que invertirá, el próximo año, un total de 50 mil millones de dólares en obra pública: construirá trenes, aeropuertos y carreteras, en resumen, crecerá y mejorará los servicios de su país. Parte de la idea es crear un banco de infraestructura que permita traer a la modernidad los trenes y las carreteras; de alguna manera, con esta medida se pretende renovar al país y activar la economía.

Está demostrado que una de las mejores formas de generar movimiento en las economías es mediante la construcción de infraestructura, pues, además de traer modernidad y conectar a las ciudades y a las personas, genera trabajo directo y movimiento social.

En Estados Unidos, el año pasado se dieron cuenta de que su rezago en lo que corresponde a las instalaciones ferroviarias, contra su competidor, Europa, es deplorable y están empeñados en revertir el atraso y avanzar rápidamente mediante de una red de pasajeros y la conexión de la red de trenes de carga.

Mientras eso pasa, en México no podemos liberar los recursos, ni las licitaciones, ni los contratos para mejorar las carreteras. Hay movimientos sociales en contra de las presas, tan necesarias, y de las aerolíneas y los trenes, mejor ni hablemos; estamos muy lejos de la mano de Dios. Hay un subejercicio terrible y no se ve forma de que se pueda avanzar en la materia.

Seguramente, los candados legales, las trampas burocráticas, los monopolios, los pleitos en el Congreso y la dificultad de las reglas del Ramo 33, por un lado, o retener las inversiones hasta que las obras se conviertan en una suculenta moneda de cambio electoral, por el otro, son algunas de las tantas excusas que tenemos en el país para no avanzar en este rubro.

Es una verdadera lástima, ya que en estos momentos, si pudiéramos incentivar la economía con este tipo de inversiones, se daría trabajo a millones de mexicanos que podrían tener una mejor opción que acercarse a la delincuencia organizada. También, como país, estaríamos alineándonos a un gran esfuerzo con nuestro vecino del norte que y crear, con esto, una sinergia de bloque comercial que será motivada por un movimiento económico.

Si esta inversión se lleva a cabo en Estados Unidos y nosotros nos quedamos quietos e inertes, seguramente lo único que haremos será ofrecer mano de obra barata y hacer que nuestros migrantes nuevamente deseen acariciar el sueño americano, ya que en nuestro país no tenemos opciones.

Desafortunadamente, en México nos encontramos tan imbuidos en nuestra guerra contra la delincuencia organizada, que estamos ciegos para encontrar una salida. No encontramos el camino correcto para terminarla, porque todos nos llevan a entregar la plaza o a seguir enfrentados y perder la guerra contra una fuerza invisible y más equipada.

Tal vez un camino que no hemos explorado aún, para salir de esta guerra, sería hacer un gran pacto nacional y liberar, fuera de la visión electoral y de la lucha por el poder, la inversión en infraestructura. Para esto es necesario eliminar los egos políticos y crear un verdadero fondo de infraestructura en un plan de Estado y con visión al año 2020, para crear y asegurar la inversión, para terminar con los problemas actuales de comunicación y con la idea de conectar y hacer crecer a las ciudades más importantes, para que esto logre enlazar comercialmente a todo el país, que crezca el comercio y, si se hace con la visión de bloque comercial, puede hasta aumentar el comercio internacional.

Obviamente, esta idea central puede detonar que aumentemos toda la infraestructura de telecomunicaciones y del manejo de energía, que con un buen plan central y sin grandes complicaciones, puede traer hasta inversiones extranjeras y un aumento de la competitividad del país, que por más que hacemos, sigue cayendo en los indicadores internacionales, por esa gran necedad de las mentes monopólicas.

Es muy curioso que, en este año del Bicentenario, realmente se hayan hecho muy poca obra de infraestructura, si la comparamos con la celebración de 1910 que encabezó Porfirio Díaz; aún estamos gozando de toda la obra en trenes, ciudades y monumentos que se realizó en aquel tiempo.

Hoy, en esta celebración, no somos capaces ni siquiera de terminar un súper arco con tecnología de punta, para dejar muestra de esta celebración a nuestras futuras generaciones.

Puede sonar muy simple esta propuesta, pero ante la situación de enfrentamiento contra la delincuencia, parálisis legislativa y necedad política, cualquier camino se merecería ser explorado, sobre todo por el bien de México.

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