Dos casos acontecidos en los últimos días me hacen reflexionar sobre los extremos de la comunicación y el uso que le damos los humanos. Por un lado la desgracia del terremoto de Haití y en donde, después de las primeras noticias, el mundo descubre con terror cómo queda un país que estaba en el olvido del mundo. Durante las primeras setenta y dos horas, gracias a esas imágenes, la respuesta internacional no se hace esperar. La comunicación hizo su trabajo en beneficio de la población de ese país.
Otra reflexión que se origina en este ejemplo es el hecho de que toda comunicación telefónica y de celular dejó de funcionar; curiosamente, lo único que persistió fue internet y por ahí, según se registra, salen la primeras noticas. El futuro de la comunicación, por mucho y hasta por seguridad, basado en una paulatina conversión hacia internet: Google maps, jugó un papel preponderante en toda esta desgracia. Lo malo de ello, y mi comentario sobre los extremos en comunicación lo hare en forma de preguntas, ¿necesita la humanidad las fotos terribles de muertos, linchamientos, enfrentamientos de la población, cadáveres en carretillas, fosas comunes llenas de más cadáveres y demás imágenes que están en las ocho columnas de los periódicos? ¿Se puede o no considerar un exceso? ¿Hasta dónde necesitamos los humanos ver estas imágenes en todos los diarios, expuestas a los ojos de toda la población, inclusive los niños? Estas preguntas, a las que no tengo respuesta, las dejo a debate público.
Por otra parte, en la ciudad de México, el fin de semana se vivió uno de los temporales más difíciles que se hubiera tenido en los últimos años. El viernes por la noche y el sábado por la mañana, a causa de los fuertes vientos, muchas zonas de la zona metropolitana se quedaron sin energía eléctrica; fue un caos y la gente, desesperada, hablaba y hablaba por teléfono para reportar, aún siendo sábado en la mañana, a pesar de que la CFE lanzó sendos boletines de prensa, los cuales o no fueron suficientes o los medios no permearon adecuadamente la información hacia la población.
El caso es que la semana empezó con un mal sabor de boca en la población que, en medio del traspaso de la responsabilidad de la energía eléctrica a la CFE, es probable que no ayude mucho en esta etapa. Un mejor esfuerzo de comunicación hubiera reforzado la comprensión de la situación: el viento tira las ramas encima de los cables, dañando la infraestructura; además, en lo que se están organizando para manejar esta gigante ciudad, no iban a ser tan rápido los arreglos.
Dos ejemplos de extremos en comunicación: ¿Será que a uno le sobró y a otro le faltó?
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