jueves, 8 de octubre de 2009

Los males de México

Lo que dice la opinión publicada (lo que se publica en los medios): La información es confusa, especialistas dicen que el mundo se aleja del precipicio, que la crisis económica ya pasó, aparecen signos de recuperación; escuchamos también que México ya no produce lo que el mundo necesita. Vemos a Brasil ganar terreno, la mejor economía de la región, le gana los Juegos Olímpicos a EU, tiene petróleo y todas las inversiones extranjeras se están enfocando hacia ese mercado.

Estados Unidos se mueve en terrenos muy frágiles, su recuperación es lenta. Por los cambios que quiere hacer Obama, lo atacan los de derecha y los de la izquierda. Analistas estadounidenses señalan que la situación es muy parecida a cuando asesinaron al primer ministro israelí en 1995, y hasta en Internet se llegaron a hacer apuestas electrónicas para ver quién apostaba por si asesinan o no al presidente Obama; obviamente, el FBI las eliminó. Mientras, en México, la crisis nos destroza, no hay consensos políticos, los monopolios como el SME ponen en jaque a la economía, al gobierno y en el fondo nada pasa, todo sigue igual.

Lo que dice la opinión pública (lo que la gente piensa y dice): No al aumento de impuestos, ya pónganse de acuerdo, los políticos no sirven para nada, ni un peso más hasta que nos digan cómo se gasta el dinero. Ya no podemos más, estamos hartos. Por una parte, nos suben los impuestos, el agua y el predial y, por otra, los precios han subido en las últimas semanas. No hay agua, sigue la inseguridad, las autoridades no aplican la ley, la corrupción es insoportable, etcétera.

Lo que dice el gobierno: Tenemos un agujero en las finanzas públicas, necesitamos recaudar más, el 2 por ciento es para ayudar a los pobres. Urge eliminar distorsiones del sistema tributario, necesitamos más ingresos, aprueben las reformas, abróchense el cinturón, ya hicimos recortes, necesitamos inversión extranjera, que vengan los turistas, etcétera.

Lo que dicen los empresarios: No podemos más con las cargas fiscales, no más impuestos, necesitamos créditos, inversiones extranjeras, certeza jurídica, apoyos del gobierno. Liberen reglas, hagan más licitaciones, liberen el gasto en inversión, necesitamos proyectos de infraestructura, ejerzan el presupuesto de gasto de inversión, bajen el gasto en el IFE, etcétera.

Lo que dicen los políticos: No más impuestos que dañen al pueblo, que el Ejecutivo recorte gastos, no es posible un aumento de 2 por ciento, es imposible seguir dañando a las clases más pobres, tenemos que ver por el pueblo; cambien el modelo económico, ¡pero cámbienlo!, Nos están atacando, quieren dañarnos electoralmente, busquemos mejores soluciones, es falta de voluntad política de la izquierda, es falta de voluntad política de la derecha, busquemos que la revolución haga justicia social, etcétera.

Lo que dicen los sindicatos: No es posible que nuestros logros históricos nos los quieran quitar, son logros que la Revolución nos entregó y no los podemos perderlos, son ataques de la extrema derecha, síntomas de la privatización extrema a la que el país está siendo llevado. ¿Los pobres? ¡Ah…sí, los pobres!, nosotros luchamos por nuestras bases y defendemos los proyectos productivos de nuestra empresa (aunque sea la ineficiente), todo nuestro esfuerzo es por la lucha de las clases de México, etcétera.

Y mientras se da este diálogo (si es que a esto se le puede llamar diálogo) entre los grupos “productivos” de México, los ciudadanos, tenemos que trabajar, enfrentar el terror de tener que pagar más impuestos sin ver un resultado real, sin tener mejor infraestructura; pagando más cara la gasolina, con baches en las calles, enfrentando la falta de agua. Teniendo inseguridad en las calles, una policía con todas las deficiencias existentes, enfrentando una burocracia corrupta, ministerios públicos con un bajo nivel de conocimientos, etcétera.

Las Pymes, por su parte, están tratando de mantener su trabajo con sus pequeños capitales, sin créditos por no tener garantías hipotecarías, manteniendo a sus clientes, generando valor a su producto o servicio a su propio costo, tratando de no correr a sus empleados y lidiando con el retraso de los pagos por parte de sus clientes que, cada día más, extienden los pagos, aunque sean grandes empresas nacionales.

Los comerciantes, a como dé lugar, tratan de vender sus productos, asimilan los altos costos, tratan de no aumentar precios, pero parece imposible: no hay muchas ventas, la gente no tiene dinero, pero hacen su mejor esfuerzo.

Como podemos ver, en México, como siempre, difícilmente nos ponemos de acuerdo, nadie ve el mismo problema, todos tratan de defender su estatus quo y sus propios intereses. Desafortunadamente, no hay un proyecto de nación a futuro y no hay un liderazgo que aglutine toda la fuerza, potencial e inteligencia que existe en nuestro país.

¿Cuándo los líderes del país llamarán a un gran pacto, más allá de la política y los planes electorales? ¿Quiénes y cuándo podremos diseñar un país que quiera trascender, más allá de la posición cómoda del contrato con el gobierno y de la ganancia rápida?

Llamo a la conciencia de los líderes y a la sociedad para hacer propuestas y formalizarlas de alguna manera, para que México pueda alcanzar la grandeza a la que está destinado.

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