Ahora que el gobierno de Felipe Calderón decidió liquidar la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, cabe hacer un sinfín de reflexiones y teorías dominicales, he aquí algunas.
México es como un poste de luz lleno de diablitos, de ésos que maneja LyFC en la ciudad de México: el poste y las instalaciones son el país, el gobierno son los directivos (que toman medidas que pocos aceptan), los ciudadanos son los consumidores, que en su gran mayoría ponen diablitos para obtener el servicio (bienestar social, servicios, infraestructura) sin pagarlo como se debe (impuestos); por su parte la empresa (México), que es rehén del sindicato (ídem, más los partidos políticos y anexas), por no querer dejar de recibir las canonjías ganadas (logro revolucionario) y que, además de usarlos para sus propios beneficios (corrupción, gimnasios, caballos, ranchos y logros sindicales), lo utilizan para hacer política a sus anchas (dinero entregado a sus cómplices políticos), con el agravante que, además, es dinero del Gobierno que se estaría usando en su contra.
El diablito y el poste de luz es una de las mejores analogías que resumen el carácter del mexicano en su actitud general: arriesgarse a quedar electrocutado por obtener algo gratis y, más allá de ser gratis, es el hecho de demostrar la capacidad y uso del ingenio para burlar las leyes o burlarse del gobierno. Esto en especial, al mexicano lo hace sentirse ingenioso y valiente. El diablito es una más de las características y desgracias nacionales que no hemos podido erradicar de nuestra cultura y que no nos deja avanzar para ser más competitivos.
En otra reflexión, me viene una pregunta a la mente: ¿Qué situación tan grave hay detrás de todo esto para que en un momento tan complicado para el Presidente y su mandato se decida tomar esta difícil decisión? Sobre todo cuando la empresa ya se encontraba en liquidación y varios presidentes anteriores, no procedieron a dar el último paso por representar riesgos enormes para la seguridad nacional. ¿Significará ahora que el no hacerlo pudiera representar un riesgo mayor?
Sobre todo ahora que el presidente, al parecer, no tiene grandes apoyos. ¡Hasta algunos miembros de su mismo partido se han batido en un maremágnum de declaraciones que no ayudan al proceso! ¿Será que los miembros de las Cámaras también son rehenes de los intereses que ahí se mueven y se ven rebasados al cuidar a su partido y a su Presidente? ¿Será esto parte del juego político al que obliga la decisión?
Para Calderón, uno de los grandes riesgos que esto implica es que toda la oposición se alinee al sindicato --como se vio en la marcha del jueves—pero, además, es probable que grupos que no están declaradamente a favor del movimiento lo puedan hacer o, simplemente, se mantengan en un cómplice silencio. Por los tiempos políticos que estamos viviendo, en donde está en juego la autorización del paquete fiscal, esto pudiera debilitar más a la Presidencia.
O ¿Puede ser que el Presidente --ante un PRI fuerte y dominante en la Cámara de Diputados y habiendo elecciones importantes en la ruta al 2012 y con todas las apuestas en contra-- lance la liquidación de LyFC, así como el llamado a cortar gastos de los partidos, como una estrategia para ganar espacios y donde se tiene más que ganar que realmente perder? Y esto apostando a la lógica de que este hecho obligaría a las fuerzas políticas a definirse a favor o en contra de que México avance.
Ya vimos como el PRD y el PT inmediatamente se alinearon con el SME, lo que al parecer ratificaría la teoría de que este sindicato apoyó a AMLO en el plantón de Reforma y de que parte de los recursos del SME son los que están financiando los movimientos con los que se quiere desestabilizar al sistema. En ese caso, estaríamos hablando de un serio problema de seguridad nacional para el 2010 ante el Bicentenario y las amenazas de grupos extremos. Si es así la jugada, a pesar de sonar fuera de lugar, obedecería a una lógica entendible.
Cuando escuchamos a los partidarios de la izquierda que apoyan al sindicato gritando en la calle que se respeten los derechos de los sindicalistas, sólo queda pensar que con esa acción están defendiendo las prácticas corruptas, están cuidando los intereses económicos de unos cuantos, están defendiendo las malas prácticas y el mal servicio. El problema es que con esta posición, no cabe entender de estos partidos y luchadores sociales, el otro discurso sobre la ayuda a los pobres, la democracia para todos, y menos que cuando apoyan a ese sindicato solamente lo hacen por los 40 mil empleados, la inauguración de gimnasios lujosos, las prácticas corporativas, etcétera, ¿Y los otros 50 millones de pobres de los que tanto se preocupan, dónde los dejan? ¿No suena un poco incongruente?
Queda claro que a México los diablitos de la luz, los diablitos ciudadanos, los diablitos políticos y, sobre todo, los de los sindicatos le hacen mucho daño el país. Algún día habría que empezar a exorcizarlos. Curioso que al PAN le toque hacer este trabajo, ¿Casualidad o encargo divino?
México es como un poste de luz lleno de diablitos, de ésos que maneja LyFC en la ciudad de México: el poste y las instalaciones son el país, el gobierno son los directivos (que toman medidas que pocos aceptan), los ciudadanos son los consumidores, que en su gran mayoría ponen diablitos para obtener el servicio (bienestar social, servicios, infraestructura) sin pagarlo como se debe (impuestos); por su parte la empresa (México), que es rehén del sindicato (ídem, más los partidos políticos y anexas), por no querer dejar de recibir las canonjías ganadas (logro revolucionario) y que, además de usarlos para sus propios beneficios (corrupción, gimnasios, caballos, ranchos y logros sindicales), lo utilizan para hacer política a sus anchas (dinero entregado a sus cómplices políticos), con el agravante que, además, es dinero del Gobierno que se estaría usando en su contra.
El diablito y el poste de luz es una de las mejores analogías que resumen el carácter del mexicano en su actitud general: arriesgarse a quedar electrocutado por obtener algo gratis y, más allá de ser gratis, es el hecho de demostrar la capacidad y uso del ingenio para burlar las leyes o burlarse del gobierno. Esto en especial, al mexicano lo hace sentirse ingenioso y valiente. El diablito es una más de las características y desgracias nacionales que no hemos podido erradicar de nuestra cultura y que no nos deja avanzar para ser más competitivos.
En otra reflexión, me viene una pregunta a la mente: ¿Qué situación tan grave hay detrás de todo esto para que en un momento tan complicado para el Presidente y su mandato se decida tomar esta difícil decisión? Sobre todo cuando la empresa ya se encontraba en liquidación y varios presidentes anteriores, no procedieron a dar el último paso por representar riesgos enormes para la seguridad nacional. ¿Significará ahora que el no hacerlo pudiera representar un riesgo mayor?
Sobre todo ahora que el presidente, al parecer, no tiene grandes apoyos. ¡Hasta algunos miembros de su mismo partido se han batido en un maremágnum de declaraciones que no ayudan al proceso! ¿Será que los miembros de las Cámaras también son rehenes de los intereses que ahí se mueven y se ven rebasados al cuidar a su partido y a su Presidente? ¿Será esto parte del juego político al que obliga la decisión?
Para Calderón, uno de los grandes riesgos que esto implica es que toda la oposición se alinee al sindicato --como se vio en la marcha del jueves—pero, además, es probable que grupos que no están declaradamente a favor del movimiento lo puedan hacer o, simplemente, se mantengan en un cómplice silencio. Por los tiempos políticos que estamos viviendo, en donde está en juego la autorización del paquete fiscal, esto pudiera debilitar más a la Presidencia.
O ¿Puede ser que el Presidente --ante un PRI fuerte y dominante en la Cámara de Diputados y habiendo elecciones importantes en la ruta al 2012 y con todas las apuestas en contra-- lance la liquidación de LyFC, así como el llamado a cortar gastos de los partidos, como una estrategia para ganar espacios y donde se tiene más que ganar que realmente perder? Y esto apostando a la lógica de que este hecho obligaría a las fuerzas políticas a definirse a favor o en contra de que México avance.
Ya vimos como el PRD y el PT inmediatamente se alinearon con el SME, lo que al parecer ratificaría la teoría de que este sindicato apoyó a AMLO en el plantón de Reforma y de que parte de los recursos del SME son los que están financiando los movimientos con los que se quiere desestabilizar al sistema. En ese caso, estaríamos hablando de un serio problema de seguridad nacional para el 2010 ante el Bicentenario y las amenazas de grupos extremos. Si es así la jugada, a pesar de sonar fuera de lugar, obedecería a una lógica entendible.
Cuando escuchamos a los partidarios de la izquierda que apoyan al sindicato gritando en la calle que se respeten los derechos de los sindicalistas, sólo queda pensar que con esa acción están defendiendo las prácticas corruptas, están cuidando los intereses económicos de unos cuantos, están defendiendo las malas prácticas y el mal servicio. El problema es que con esta posición, no cabe entender de estos partidos y luchadores sociales, el otro discurso sobre la ayuda a los pobres, la democracia para todos, y menos que cuando apoyan a ese sindicato solamente lo hacen por los 40 mil empleados, la inauguración de gimnasios lujosos, las prácticas corporativas, etcétera, ¿Y los otros 50 millones de pobres de los que tanto se preocupan, dónde los dejan? ¿No suena un poco incongruente?
Queda claro que a México los diablitos de la luz, los diablitos ciudadanos, los diablitos políticos y, sobre todo, los de los sindicatos le hacen mucho daño el país. Algún día habría que empezar a exorcizarlos. Curioso que al PAN le toque hacer este trabajo, ¿Casualidad o encargo divino?
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