La opinión pública siempre ha sido implacable, fría y despiadada, con las nuevas redes sociales es peor. Hoy estamos siendo testigos de una lección de la nueva opinión pública a una naciente sociedad mexicana extremadamente mediatizada. En el infortunado caso de la desaparición y deceso de la niña Paulette, se conformó de manera tradicional un caso de atención pública, con todos los elementos necesarios para ser noticia de gran escala: un suceso que impacta moralmente a la sociedad, un hecho que habla de lo que se vive a diario: la inseguridad, una familia acomodada y con recursos para generar una movilización a nivel comunicación de gran escala, y una autoridad con ganas de resolver el asunto mediático para poder capitalizarlo. A su vez, para los medios es un asunto que genera indignación y morbo, lo cual se traduce en noticia muy llamativa. Si añadimos el tiempo donde se da el asunto, en medio de la Semana Santa, la atmósfera es la ideal. Hasta ahí es el típico escenario de un asunto que llama la atención de la opinión pública. ¿Dónde quedaron los legionarios, las reformas y los narcos? Pues detrás de un escándalo que impacta la moral y genera la indignación de la sociedad.
Mucho se ha pensado, dicho y escrito sobre el hecho de que es posible manipular a esa gran masa de personas que, frente a los medios, se constituye como opinión pública. Sin embargo, en este caso hay dos nuevos factores que, en México, empiezan algunas veces a conformarnos como una sociedad diferente a lo que se era antes. Uno, la reacción de las personas volcada a través de las redes sociales y dos, las actitudes inciertas de los actores involucrados, en las que incluso hasta las autoridades y los medios cayeron en manejos erráticos del caso.
La gran masa de opinión pública vio las declaraciones de los protagonistas en las escenas de la televisión y en su repetición por internet. En ellas detectó inconsistencias, verdades a medias y, poco a poco, la historia fue cambiando radicalmente hasta dar un vuelco que tiene hoy a todos metidos en un asunto que no se entiende y no tiene principio ni fin. En este maremágnum de información cruzada, los mismos medios y autoridades están siendo juzgados al mismo nivel que los principales actores de la historia, todos ante los ojos de la opinión pública son parte ya del problema. Como suele suceder en estos casos (y pocos son en México de esta magnitud), el asunto se convierte en un circo y todos salen mal parados.
Un factor determinante ya cambió la ecuación de la opinión pública, y fue la respuesta de la sociedad, vía las redes sociales, ha sido inmediata. Hoy, esta masa de opinión pública ya juzgó por lo que vio y ya no espera siquiera el veredicto del medio. Como muestra de esta nueva situación, los medios hoy se quejan que la sociedad está mal juzgando a los involucrados.
Moraleja de la nueva opinión pública y sociedad: A la opinión pública no se le puede mentir (y nunca se ha podido), el papel de los medios ya cambio (y algunos no lo han entendido) y, finalmente, la opinión pública no es tonta (nunca lo ha sido, pero hay gente aún que así lo quiere seguir pensando) allá ellos.
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