viernes, 23 de abril de 2010

Confusión de medios

Estamos ante una nueva supuesta reforma para los medios de comunicación. A ciencia cierta no se sabe de qué consta; primeramente, hace algunas semanas, se habló de la nueva iniciativa que fue diseñada por Televisa; posteriormente, que se había conformado una alianza entre el PRD y el PAN, para presentar, discutir y promover los cambios en las reglas; se mencionó también, que en esta alianza no estaba contemplado el PRI, o por lo menos la noticia fue que la comisión se instaló sin la presencia de los Senadores de ese partido.

Hace apenas un día, la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión (CIRT) salió a decir públicamente que no están de acuerdo con las resoluciones de esa reforma. Y ayer por parte la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI), también comentó la necesidad de aceptar las reformas que se tienen en el dictamen de la Cámara y que, para salvaguardar el futuro de los medios, se debe autorizar el dictamen ya acordado. Al mismo tiempo, Juan Francisco Molinar, titular de la Secretaria de Comunicaciones y transportes (SCT) hace algunos días mencionaba que podrían ser anticonstitucionales las reformas propuestas.

Ahora, todo es confusión. Algunos analistas hablan de que esta reforma quiere mantener el control sobre las concesiones, unos hablan que es una nueva Ley Televisa, otros que beneficia a la red pública de medios. También se dice que está en juego la tercera cadena de televisión para balancear el mercado y unos más se refieren a que es una nueva ley que pretende controlar los contenidos de los medios, incluido internet.

Hoy, esta reforma es un margayate. Nadie a ciencia cierta sabe hay en juego y qué contiene. Pareciera que en el fondo se encuentra la estrategia para la campaña de la Presidencia de 2012, pero también el futuro de todo el desarrollo tecnológico de las estaciones de radio, contenidos y otras tantas cuestiones más.

En el juego de espejos en donde participan los grupos políticos y los de presión, se encuentran involucrados los medios que, queriendo o sin querer, comienzan a tomar partido. El problema es que todos juegan a la desinformación y hoy, a ciencia cierta, nadie sabe cuál va a ser el desenlace y si la reforma es buena para los medios, para la industria de la comunicación, para la libertad de prensa o para el país. Ojalá pronto se aclare y no tengamos que entrar en procesos judiciales porque esta reforma afecta los intereses de los menos.

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