Seguimos de vacaciones y la Semana Santa ha hecho que el país pierda la agenda.
Este periodo nos deja una incertidumbre total, ya nadie se acuerda de temas como la guerra contra el narcotráfico, los varios muertos por retenes falsos, la muerte de los estudiantes en Monterrey y las diferentes escaramuzas entre narcotraficantes y el Ejército; el cisma de la iglesia católica, con el asunto del padre Maciel, que en mi óptica se parece más al cisma que se tuvo con los Templarios, que lo que pasó con Lutero; y de los últimos agarrones de nuestros políticos por las reformas políticas y la del trabajo.
Todo se cambió, primero, por el desafortunado asunto de la niña Paulette, que acaparó la atención de toda la opinión pública en una situación que se convierte en un caso de estudio para determinar la nueva sociedad en la que nos estamos convirtiendo y en donde nos podemos dar cuenta de los grandes cambios que esta misma sociedad está teniendo. Esto provoca que las redes sociales tomen el liderazgo de una investigación social que los medios han dejado de hacer. Las autoridades demostraron impericia y todo ha sido generado por una extraña relación de familias, autoridades y políticos, la cual hasta fue utilizada para golpear a un futuro candidato a la Presidencia. En segundo lugar, por la ahora ya famosa entrevista de Proceso con El Mayo Zambada.
En ambos casos, independientemente de las implicaciones legales y políticas o de lo que se dictamine al final, un aspecto muy importante es que se está cuestionando el rol de los medios de comunicación dentro de este nuevo panorama social que se está conformando. Medios y periodistas quedan ante la óptica del escrutinio público y de los mismos periodistas. Por su parte, la sociedad está dando sus veredictos en las redes sociales, sin importar lo que los medios opinen.
El terremoto de Baja california y la propuesta del Ejecutivo para darle mayores “dientes” a la Comisión Federal de Competencia, se quedan como noticias transitorias de esta última semana de vacaciones. La fecha límite del Renaut será la otra gran decisión que se anunciará el fin de semana.
Esto deja un incierto panorama de cómo se regresará a la vida cotidiana el próximo lunes entrante y cómo se batallará para poner la agenda propia por parte de los grupos políticos. Se deberán de retomar las diferentes reformas que están pendientes, la política, la de monopolios, la del trabajo. Los procesos electorales volverán a ser noticia y ya con los candidatos y equipos conformados, seremos el centro de las campañas, escándalos y golpeteos mediáticos.
Vendrán los reportes de las matanzas de Monterrey y las decisiones que se deberán de tomar para el seguimiento de la guerra contra el narcotráfico, la decisión del regreso del Ejército a los cuarteles o ¿no?, así como la anunciada visita de Michelle Obama a México.
Lo malo de todo esto es que México está perdido en una tormenta mediática y como país no tenemos una agenda de temas prioritarios para generar un desarrollo económico y crecimiento, ampliar el empleo, dar mayor seguridad a la población y certeza jurídica a las inversiones extranjeras, y el ataque a la pobreza. Esto como base primordial para hacer que el país funcione mejor.
De ahí, es necesario tener un segundo nivel de temas que busquen regular la nueva relación política en el país, nuevos esquemas de trabajo y competitividad que estén dirigidos a dar oportunidades y nuevas condiciones a los emprendedores individuales; revisar los esquemas de la educación en México y los beneficios sociales. Todo ello para poder determinar más temas que lleven a México a ser más competitivo.
Desafortunadamente, en la guerra electoral que estaremos enfrentando, sólo escucharemos promesas falsas y huecas y veremos más pleitos entre los grupos políticos con el único fin de determinar quién será el mejor candidato a la Presidencia.
A partir del lunes, entraremos al pleito de quién impone la agenda y sus temas, mientras que el prontuario de crecimiento y desarrollo para México, sigue extraviado.
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