Fuimos testigos, en los últimos días, del intento del desenlace de la historia de Tiger Woods. Supongo que la idea era hacer una declaración pública que, como en cualquier manejo de crisis, diera una salida estable para terminar con la desagradable situación y empezar a recuperar la reputación del golfista famoso. Sin embargo, en la estrategia o ejecución, algo se salió de control y el resultado no fue el deseable.
La aparición de Tiger en la televisión ofreciendo disculpas sobre su conducta fue, más que un manejo de crisis, una inmolación pública del golfista. Extremadamente nervioso, realizó una declaración muy corta, como debiera de ser, pero al ser leída, le quitó credibilidad. Considero que la redacción del comunicado fue excesiva, a tal grado que en lugar de controlar la situación, dejó abierta la puerta para más problemas. Muestra de esto es el hecho de las burlas y sátiras que se dieron en la televisión norteamericana y los noticieros. Técnicamente, el manejo fue muy deficiente.
Por otra parte, la selección del vestuario tampoco fue el correcto, creo que el momento merecía el uso de una corbata. A nivel del mensaje, nunca se entendió a quién le ofrecía la disculpa pública: ¿a sus familiares, a sus seguidores, a los patrocinadores, a los medios o, directamente, a la esposa? El hecho de que ella no estuviera presente dejó abierta la puerta para más críticas y que el mensaje fuera confuso.
Desafortunadamente, no creo que la situación vaya a terminar ahí. Se notó que se quiso tocar el tema de los medios y no salió muy bien, tardó mucho en enfrentarlos y, en mi opinión, el manejo del asunto no fue integral, sólo funcionó como un parche tardío que seguramente puede empeorar la situación.
Después de esto, creo que pasará mucho tiempo más antes de salir del problema. Ahora tendrá que hacer un control de daños para la parte deportiva de la cual, por cierto, no se habló en la conferencia de prensa, en donde se confirmó que ya perdió casi todos los patrocinios.
Es increíble que en un país en donde existen tantos expertos en el manejo de crisis, no se haya aplicado el adecuado. Quién sabe qué sucedió, pero, como decimos en México: "pasa hasta en las mejores familias". Habrá que esperar qué ocurre con la carrera de Tiger Woods, la cual pudo haber terminado, junto con su vida pública, en una inmolación manifiesta, en lugar de un adecuado manejo de crisis.
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