Llevamos más de un
mes de campañas electorales en el cual hemos visto puros spots con promesas
rápidas y fáciles que no permiten apreciar la visión de estado que tienen los
candidatos y, para acabarla de amolar, la estrategia de campaña de los
candidatos orientada y preparada hacia el debate que acaba de pasar sigue la misma
lógica de esas promesas.
Bajo
el método lógico de la estrategia de las campañas, cada candidato debe tratar
de generar congruencia, consistencia y ser disciplinados al mensaje central de su
propuesta; en la lógica de la mercadotecnia política “a la mexicana”, esto ha
significado que repitan hasta el cansancio el mismo spot en sus presentaciones,
amén de que en cada uno de sus eventos deberían de adecuar el mensaje según el
tipo de audiencia a la que se están dirigiendo.
Por
ejemplo, si los aspirantes a la presidencia van con los
aseguradores, les dicen qué soluciones rápidas van a implementar que les
beneficie para que, así, los aseguradores definan cuál de las cuatro propuestas
es la mejor para ellos. El efecto de esta diversidad de mensajes en el
electorado en general es que al tratar de seguir a través de los medios las
actividades de los candidatos, es imposible para el votante lograr una
comprensión global de la visión de estado de cada uno de los candidatos.
En
esta primera vuelta del ciclo de debates, todos siguieron la misma lógica y la
guerra fue temática, las preguntas y los ataques a otros candidatos o las
respuestas a los ataques en contra de ellos mismos. Lo malo de esta argumentación
para el ciudadano común, se manifiesta en que hoy no encuentra en ninguno de
los candidatos una visión de estado y, cuando se les llega a preguntar, todos
hablan de los tópicos comunes como el que no haya inseguridad, que exista
educación para todos, que disminuya la pobreza y que se dé un mayor crecimiento
económico, manifiestos que no aportan nada dado todo ciudadano de este país en
su sano juicio quiere eso para sí mismo y su familia.
Pero
de un presidente, de un estadista, queremos una visión de estado, una visión a largo
plazo y, curiosamente, eso implica algo especial, implica factores muy
importantes en el aspirante y que, a mi entender, son los siguientes.
Primero,
debe conocer profundamente el país y su historia, no sólo jactarse de haber
visitado todos los municipios; el conocimiento viene de la experiencia, del
estudio, del análisis, de conocer la problemática y las soluciones que no han
funcionado para resolverla, se deben de conocer los datos precisos y contar con
la capacidad de tenerlos a la mano. Un ejemplo, el Ex Presidente Uribe, de
Colombia, ponía a sufrir a sus ministros porque él se sabía todas las cifras y
todos los problemas del país, por lo que era muy difícil engañarlo o inventar
cosas ante él.
Segundo,
la pasión y el amor a la patria, a nuestro México a quien conoce los problemas
y los datos exactos, le otorgan una gran perspectiva y le genera un ímpetu que
nace desde adentro.
La
conjunción de estos dos elementos son los que hacen a un estadista, es lo que provoca
que cuando un candidato se para frente a un auditorio pueda conquistar a su
audiencia, enamorarla, pues expone con pasión los problemas y la visión hacia
donde quiere llevar al país.
Con
mucha tristeza hoy no veo en ninguno de los cuatro candidato esta visión de
estado; Peña Nieto dice que tiene pasión por cumplir, Vázquez Mota dice que
tiene pasión por que el país vaya bien, AMLO muestra pasión por terminar con un
desastre de país, y Quadri quiere que el medio ambiente vaya bien y tengamos
buena educación. Todo el resto de su discurso, está lleno de soluciones fáciles,
lugares comunes y promesas incumplibles y excesivamente caras.
No
encuentro en ninguno de los candidatos la visión ni la pasión del estadista, en
ninguno he podido encontrar un ligero atisbo de adónde quieren llevar al país
en un futuro lejano, todas las propuestas son a cortísimo plazo, no muestran la
creación de una plataforma para el México
del 2027 o más allá.
Eso
implica que no hayamos oído discursos memorables, dirigidos hacia el futuro de
la patria, no hay pasión, lo que implica también que no son candidatos
arriesgados, una de las, también, grandes características de los estadistas. La
mercadotecnia política a la mejicana (con jota a propósito) ha matado la pasión
de los estadistas o, peor aún, trata de ocultar la falta de visión.
Ojalá
para el próximo debate los candidatos, se arriesguen y vengan a discutir frente
a los mexicanos una visión de estado y lo hagan con pasión, les aseguro que eso
siempre estará por encima de cualquier escote de una edecán, y que también
dejen el camino fácil de atacar al contrincante que, como decía mi abuela, si
te atacan es porque seguro te tiene miedo y no sabe cómo manejarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario