La humanidad está llegando, en medio del inicio de la tercera revolución industrial, a lo que pareciera un callejón sin salida y a donde se tendrán que empezar a tomar decisiones de gran escala que, a la larga, modificarán las bases económicas y sociales.
Nos acercamos al final de la era del petróleo como el hidrocarburo principal que mueve al mundo, las tecnologías y procedimientos para su extracción están llegando a su límite y empiezan a ser ineficientes y excesivamente caras. Como un punto de quiebre, ya se vislumbran mejores costos para las nuevas opciones más limpias de energía, pero aún no es posible producirlas en masa ni que los consumidores las tomen como alternativas viables.
Esto en el marco de que el planeta, a su modo, empieza a hablarle a la humanidad y a diario nos muestra el desgaste y cansancio por los abusos y falta de cuidado. Ya se dejó atrás el debate estéril sobre si son modificaciones estacionales de la tierra o si verdaderamente los cambios obedecen al daño causado por los seres humanos. Ahora estamos hablando de una guerra entre los intereses económicos que propicia la necesidad y urgencia de un cambio de tecnologías y de energéticos, el verdadero debate es que se está defendiendo la comodidad y la obsolescencia, en contra de la generación de nuevas energías en donde las grandes empresas no han podido consolidar el monopolio de nuevos combustibles estables para el futuro.
Por otra parte y de manera convergente, vemos que también está llegando a su fin la era de los medios electrónicos. La nueva generación de medios digitales ha cambiado en muy pocos años la forma de comunicación mundial. Hoy, la humanidad tiene acceso a cantidades inimaginables de información y de conocimiento que corren por la red mundial de Internet y, de manera paralela, hoy el humano ha podido establecer una interconectividad global, lo cual ha permitido conocer de primera mano y no necesariamente a través de los medios de comunicación tradicionales, la información y el pensamiento de comunidades en el otro extremo del mundo.
Esta interconectividad, además de ofrecer sabiduría y conocimiento, está generando la empatía necesaria para globalizar la mente y los sentimientos de las personas hacia los problemas de la humanidad y del planeta. Hoy difícilmente se puede ocultar información o sucesos que en un pasado inmediato, podríamos haber tardado en enterarnos varias semanas y que, perdiendo su valor noticioso, a lo mejor dejaba de ser del interés público. Hoy, la humanidad está pudiendo ser espectador, en línea, de las acciones de las civilizaciones de los extremos más lejano del planeta en la comodidad de su oficina o del hogar.
Como consecuencia de esta convergencia dual, tanto de la transformación de los energéticos, así como de los cambios en las formas de la comunicación entre las personas, se está generando una nueva conciencia humana.
Esta conciencia es la que da pie a la nueva demanda social que irá, de manera paulatina, pidiendo a las autoridades, a los políticos, a los empresarios, a las iglesias, y a todos los que representan el monopolio del poder de la humanidad, que vayan haciendo los cambios necesarios para buscar los mecanismos que deberán romper los monopolios económicos que aún detienen el gran cambio tecnológico y de comunicaciones.
Estas decisiones deberán de tomarse paulatinamente, ya que en el fondo cambiará el modelo económico actual, la sociedad estará enfocada a que las comunidades desarrollen sus propios procesos productivos y empresariales que satisfagan las necesidades sociales y económicos, por eso los grandes movimientos de entrepreneur y liderazgo social mundiales están viendo en la creación de microempresas y Pymes, el sustento de la nueva economía.
Estos movimientos a nivel mundial están empezando a exigir a las autoridades e instituciones financieras que hagan los cambios necesarios a las estructuras de financiamiento y de autorizaciones legales, que cambien el modelo actual, definido a dar créditos y autorizaciones bajo el modelo de empresas multinacionales, para pasar a un modelo que apoye a la micro empresa y a los microempresarios, es un problema de establecer nuevas reglas de medición de riesgo empresarial lo que está a debate.
Por parte del consumidor y de los futuros empresarios, también es necesario entender estas nuevas tendencias y aprender esta nueva forma de pensamiento empresarial, que como principio se aleja de la aspiración a ser los millonarios del mundo, para pasar a convertirse en los líderes y entrepreneurs sociales, que desarrollarán células productivas en cada una de las comunidades o regiones y que, a su vez, estarán interconectadas para cubrir la globalización que es irreversible, pero que entrará a un nuevo modelo de canales de relación y distribución.
Hay que cambiar la mentalidad empresarial y adaptarse a este nuevo pensamiento para poder hacer que el mundo evolucione y, todo esto, siempre bajo la nueva regla de sustentabilidad.
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