Recuerdo que en los años 80´s empezó la preocupación en Hollywood, por el tema de las epidemias y pandemias, por lo que se filmaron varias películas sobre el tema, describían de manera muy detallada como existía para el futuro inmediato un miedo a las epidemias que se podían expandir por contagio humano a humano, a través de saludo de manos o estornudos, o por las pequeñas partículas de saliva que salen al hablar.
Lo que recuerdo en especial, describía cómo una persona enferma entraba a un cine y con sus estornudos infectaba a los ahí presentes, pero además el virus salía por el aire acondicionado y se regaba por toda la ciudad, de ahí uno de los ya infectados subía a un avión y transmitía el virus más allá de las fronteras del país donde se había iniciado el contagio. La película por cierto era malísima, tanto, que ni el nombre de la película o de los actores recuerdo. Más tarde este tipo de películas cambió su género y entraron al esquema de guerras bacteriológicas e intrigas internacionales.
Hoy con todo lo que ha pasado yo siento que estoy viviendo dentro de una de esas malas películas de los 80´s, es totalmente inaudito lo que hemos vivido estos últimos días, anuncios que por hora van dictando las nuevas medidas y el ver como nuestra vida diaria y costumbres tiene que ser cambiada radicalmente por la emergencia sanitaria, no es fácil de asimilar. La sobre reacción humana se desata de inmediato, en donde unos se van por el pánico y vemos como se inician compras de pánico y exageraciones, y en el otro extremo, la típica reacción del mexicano valentón, valemadrista, que sólo busca culpables y a quien echarle la culpa, para no tomar acciones.
Hoy más que nunca la responsabilidad radica en la acción personal de acatar y seguir las recomendaciones de salud que nos hacen las autoridades. Para el humano es muy difícil el lidiar contra cosas invisibles, una epidemia, una enfermedad que aún no tenemos o que no sentimos, es muy difícil entender que podemos ser portadores o que por una acción irresponsable de falta de cuidado podemos propagar el virus, es naturaleza humana. Y en situaciones de crisis, al humano siempre le cuesta mucho trabajo cambiar sus costumbres. En ésta ocasión, más vale exagerar un poco en el cuidado y aplicación de las reglas sanitarias, no está demás, es por nuestra salud y nuestras vidas.
Somos por naturaleza un país solidario, pero en este caso es muy diferente, la solidaridad a veces nace de dar algo que nos sobra, en esta situación nuestra solidaridad debe de ir en ser responsables con nuestra propia acción sanitaria y en ese caso, no creo que sea tan fácil. La lección de esta emergencia la debemos de asimilar de buena manera, la pregunta que debemos de hacernos es ¿qué debemos de aprender de esta situación: cómo individuos, cómo ciudadanos, cómo sociedad en general y hasta cómo humanidad?
Lo difícil ante esta situación, es entender que este tipo de pandemias son consecuencia del “desarrollo de nuestra civilización”, ya no es un problema cultural y no es un asunto de quién es culpable, es parte del precio de nuestro desarrollo como civilización y de nuestra globalidad. Es impresionante y cuesta trabajo entender la rapidez de propagación del virus a nivel internacional y que en cuestión de días se convierte en un problema mundial, no solo de un país, que además no sirve de nada aislarlo.
La ventaja es que el mundo desde hace más de dos años está preparado, para enfrentar este tipo de situaciones, ya se esperaba de alguna u otra manera y las alertas y apoyos internacionales han funcionado y se tiene de alguna u otra manera medicamentos preparados. El problema es que ningún país nunca quiere ser el “originador” del virus.
Ahora México tiene cargado a su imagen otro tache más, ya empezábamos a ser reconocido como el país en donde secuestran y matan, ahora un nuevo mote vamos a cargar, el de insalubres.
Es necesario que un grupo de trabajo empiece ya, de manera urgente, a diseñar al parejo que la emergencia sanitaria, una estrategia de relaciones públicas para que al estar controlada la contingencia sanitaria, se inicie a informar al mundo que en el país se han tomado las medidas correctas y que el país es confiable para visitar, vivir y hacer negocios, de otra manera el costo de imagen negativa, pegará directamente en una baja en turismo, comercio y credibilidad..
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