Los tres primeros años del presidente Calderón han sido más difíciles de lo que parecían. Todo iba más o menos bien hasta el sensible fallecimiento de Juan Camilo Mouriño; a partir de este suceso los amarres políticos que se tenían empezaron a perderse y el panorama cambió radicalmente. Para complicar el asunto, la crisis financiera mundial golpeó inmisericordemente a México.
A partir de ese momento, cada facción de oposición vio la oportunidad de tomar ventaja de la situación y empezó la guerra a tres fuegos en contra de la presidencia, los del centro, los de la extrema derecha y los de izquierda; todos ellos representados por sus grupos alineados en los diferentes partidos. Técnicamente podemos decir que estamos viviendo una guerra de poder que, para mal de México, nos está desbaratando: no hay acuerdos ni quién llame a ellos, todos están contra todos, repartiéndose el botín del presupuesto y, en medio de esto, una presidencia totalmente desbaratada. El juego a la teoría de caos está causando grandes estragos.
Bajo este escenario, ¿qué sigue? ¿un periodo presidencial de un año y medio más y ya? Recordemos que 2010, año del Bicentenario (para acabarla de amolar), en México se llevan a cabo 13 procesos electorales, de los cuales diez son elecciones para gobernador. Si en estos procesos el PRI se lleva la mayoría, y así lo parece, el desgaste del partido en el poder y del presidente va a ser enorme.
Para cuando tomen posesión los gobernadores elegidos estaremos ya en un año pre electoral, 2011. La presión que van a generar al gobierno federal, tanto los gobernadores entrantes como los salientes —al querer ser presidentes de su partido o candidatos a presidentes de la República— va a ser terrible. Además, la guerra política en el Congreso por los dineros del presupuesto para 2012, a fin de enfrentar la elección presidencial, va a ser como nunca.
Ese año, 2011, se lleva a cabo la elección estatal más importante del país. A mediados de año tendrá lugar la elección a gobernador del Estado de México que, tradicionalmente para el PRI, ha sido el laboratorio electoral más grande del país. Además, deja la gubernatura Peña Nieto para quedar listo a enfrentar su posible candidatura presidencial, si es que aguanta el desgaste hasta esa fecha.
Desafortunadamente, en toda esta guerra política, con un Congreso sin mayoría por parte del presidente y la mayoría del Senado diluida por pleitos internos de su propio partido, no veo que haya forma de sacar las reformas que se necesitan. Los únicos que pueden sacar reformas son los del PRI y seguramente con el fin de arreglar la casa para cuando ellos lleguen a ella.
Los pactos para los años venideros le van a costar mucho a Calderón, al gobierno y a su partido político.
¿Qué le queda a este gobierno? ¿tratar de impulsar reformas que nadie se atrevería a lanzar como estas últimas anunciadas o, en su defecto, asumir las reformas que impulsen la mayoría de la oposición?
¿Qué van a hacer los empresarios con estos últimos pleitos y diferencias con la presidencia? Ya habían empezado a alinearse con las bancadas del PRI, ¿van a buscar por ahí los consensos para empujar las reformas necesarias?
Asuntos Paralelos
En estos acomodos políticos, desafortunadamente estamos viendo cómo los políticos se están destruyendo entre ellos. El caso Juanito es uno de los más patéticos que existe en nuestra historia: político creado, manipulado, encumbrado y destruido por sus propias huestes.
Un hombre que creyó los decires de sus líderes que, disfrazados de izquierda y dándose baños de pureza y democracia, engatusan a la población haciéndoles creer que pueden abrazar el poder con sus manos, y se convenció que él lo podía hacer por el simple y sencillo hecho de haber sido golpeador y leal servidor durante la campaña.
Este circo de Juanito y Clara esta “encuerando” literalmente a toda una izquierda que desde hace años perdió ideología y dignidad de lucha, al entregarse al poder, al populismo y a la danza de los millones, cuando sus partidarios empezaron a vivir del presupuesto y hasta acariciaron la idea de llegar a la grande. A esto habrá que sumarle la renuncia de algunos distinguidos miembros de la izquierda que abandonan sus filas por ver extraviados sus ideales en este mar de componendas.
Ojalá toda esta destrucción que estaremos viendo en los días venideros realmente haga renacer a una izquierda nueva, con una visión diferente, para poder tener el balance de poder que, en México, hace mucha falta.
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