Es inaudito lo que estamos viviendo: una nueva epidemia de la verdad. A los políticos les dio el síndrome de soltar la lengua y la conciencia para contar “su” verdad.
Empezó Ahumada con su libro, donde denuncia todas sus tropelías, cuando jugó en las grandes ligas del poder y la política mexicana, y en donde poco a poco, se fue dando cuenta, que él tenía lo más preciado para los políticos que viven fuera del presupuesto o que militan en los partidos en búsqueda de un hueso, el “dinero fácil y disponible”, que fluyó y generó un pequeño imperio de poder. Además tenía el halo encantador de ser extranjero, como lo relató hace años Luis Spota en su libro “Casi el Paraíso”; Ahumada quiere imitar a Gonzalo N. Santos con sus memorias, en donde también describió su vida y tropelías sin ningún empacho. Ahumada muestra la gran corrupción y los engaños del PRD, de AMLO y de todos sus colaboradores, y de cómo se usa el poder de los políticos para manipular a la ciudadanía, a la justicia y las leyes.
Otro que se contagió del síndrome de la verdad es Madrazo, ahora hace denuncias públicas sobre las acciones realizadas por dos de los ex presidentes con los cuales no tuvo una buena relación y que técnicamente lo mandaron al exilio político.
Finalmente y de manera sorpresiva, pareciera que Miguel de la Madrid Hurtado, hace declaraciones en contra del clan Salinas, para después desdecirse de sus dichos, y hasta llega a insertar un desplegado para desmentirse a él mismo, por efectos de su mala salud. Al parecer el material que se publicó, era para un libro, tal vez póstumo, pero fue publicado antes de tiempo y en un momento muy crítico, en donde a razón de los dos anteriores libros, la clase política mexicana se está acusando. Gran problema le causo esta entrevista al ex presidente de la Madrid y lo puso al final de su vida en una tesitura que no hubiera deseado nadie.
¿Qué causa este síndrome al país?, que se revuelva el ámbito político, que los salinistas huyan de la palestra pública, que los perredistas corran en sentido contrario, que nadie sepa nada, y que todos se nieguen públicamente; que los opositores circunstanciales griten con base a su pureza política: “se los dije, yo ya lo sabía, y les dije que esto iba a pasar, yo tenía la razón”. Está causando que nuestra clase política muestre, en un muy mal momento (las elecciones), la peor de sus caras y de qué están hechos, están exhibiendo las incongruencias de sus actos y sus dichos y como decía el chiste: ¿y la moral?,… de esa mejor ni hablemos. Eso sí, ante esto, mágicamente aparece la fuente de la pureza política, que brota dentro las entrañas de nuestra democracia para ver frente a sí, el desfile de las almas corruptas, que corren a limpiar sus culpas políticas, en la sangre de los hoy caídos y expuestos en la peor de las palestras pública.
Mientras nuestra democracia, el pueblo y el ciudadano común, lloramos por nuestras desgracias, al ver las crudas verdades, que duelen, impactan, pero no le extrañan a nadie. Lloramos por la incapacidad del sistema, para procesar todos los delitos que se están exponiendo ante la opinión pública. Lloramos por una realidad que duele, por un sistema, está hecho para defender todas esas tropelías expuestas por, los ahora políticos “responsables” y con una conciencia tranquila para denunciar la corrupción que se dio en sus tiempos, y claro, sólo denuncian la corrupción del de enfrente, no la propia (a excepción del causo de Ahumada).
Ante esto, el ciudadano impávido, queda paralizado, no sabe si votar o no, no sabe a quién creer, no sabe que creer, lo único que atina a ver es que ya no quiere esos políticos de antaño, lo único que quiere es ver desaparecida esa estirpe de políticos que corrompió, destruyó, en un hambre de poder y dinero, y que no ha dejado que el país avance.
¿Quién contaminó a quién?, ¿Quién convenció a los susodichos de hablar?, ¿Quién pagó las deudas o quién pagó las publicaciones de los libros? ¿Quién traicionó a quien? Nadie sabe, y menos justo en este momento, a siete semanas de las elecciones.
Por menos que esto, que hoy estamos viendo en México, en cualquier otro país con una democracia más avanzada, habría un gran escándalo que terminaría seguro con renuncias de funcionarios o por lo menos con grandes investigaciones judiciales. Aquí el problema es que una parte de los expuestos, hoy tienen fuero constitucional, la otra parte está en el poder y confía en la justicia mexicana, que se hace ad-hoc a los poderosos, la otra está a punto de pasar al olvido, y quién sabe que presiones innecesarias tendrá en sus últimos días.
Los escándalos por naturaleza alejan a los electores de las urnas, para que el voto duro haga valer su poder. Con el asunto de la otra epidemia de la influenza porcina, aún no empiezan de lleno las campañas electorales. ¿Quién cree usted que siga en la lista de los contagiados de la verdad? ¿Qué más escándalos veremos?
Empezó Ahumada con su libro, donde denuncia todas sus tropelías, cuando jugó en las grandes ligas del poder y la política mexicana, y en donde poco a poco, se fue dando cuenta, que él tenía lo más preciado para los políticos que viven fuera del presupuesto o que militan en los partidos en búsqueda de un hueso, el “dinero fácil y disponible”, que fluyó y generó un pequeño imperio de poder. Además tenía el halo encantador de ser extranjero, como lo relató hace años Luis Spota en su libro “Casi el Paraíso”; Ahumada quiere imitar a Gonzalo N. Santos con sus memorias, en donde también describió su vida y tropelías sin ningún empacho. Ahumada muestra la gran corrupción y los engaños del PRD, de AMLO y de todos sus colaboradores, y de cómo se usa el poder de los políticos para manipular a la ciudadanía, a la justicia y las leyes.
Otro que se contagió del síndrome de la verdad es Madrazo, ahora hace denuncias públicas sobre las acciones realizadas por dos de los ex presidentes con los cuales no tuvo una buena relación y que técnicamente lo mandaron al exilio político.
Finalmente y de manera sorpresiva, pareciera que Miguel de la Madrid Hurtado, hace declaraciones en contra del clan Salinas, para después desdecirse de sus dichos, y hasta llega a insertar un desplegado para desmentirse a él mismo, por efectos de su mala salud. Al parecer el material que se publicó, era para un libro, tal vez póstumo, pero fue publicado antes de tiempo y en un momento muy crítico, en donde a razón de los dos anteriores libros, la clase política mexicana se está acusando. Gran problema le causo esta entrevista al ex presidente de la Madrid y lo puso al final de su vida en una tesitura que no hubiera deseado nadie.
¿Qué causa este síndrome al país?, que se revuelva el ámbito político, que los salinistas huyan de la palestra pública, que los perredistas corran en sentido contrario, que nadie sepa nada, y que todos se nieguen públicamente; que los opositores circunstanciales griten con base a su pureza política: “se los dije, yo ya lo sabía, y les dije que esto iba a pasar, yo tenía la razón”. Está causando que nuestra clase política muestre, en un muy mal momento (las elecciones), la peor de sus caras y de qué están hechos, están exhibiendo las incongruencias de sus actos y sus dichos y como decía el chiste: ¿y la moral?,… de esa mejor ni hablemos. Eso sí, ante esto, mágicamente aparece la fuente de la pureza política, que brota dentro las entrañas de nuestra democracia para ver frente a sí, el desfile de las almas corruptas, que corren a limpiar sus culpas políticas, en la sangre de los hoy caídos y expuestos en la peor de las palestras pública.
Mientras nuestra democracia, el pueblo y el ciudadano común, lloramos por nuestras desgracias, al ver las crudas verdades, que duelen, impactan, pero no le extrañan a nadie. Lloramos por la incapacidad del sistema, para procesar todos los delitos que se están exponiendo ante la opinión pública. Lloramos por una realidad que duele, por un sistema, está hecho para defender todas esas tropelías expuestas por, los ahora políticos “responsables” y con una conciencia tranquila para denunciar la corrupción que se dio en sus tiempos, y claro, sólo denuncian la corrupción del de enfrente, no la propia (a excepción del causo de Ahumada).
Ante esto, el ciudadano impávido, queda paralizado, no sabe si votar o no, no sabe a quién creer, no sabe que creer, lo único que atina a ver es que ya no quiere esos políticos de antaño, lo único que quiere es ver desaparecida esa estirpe de políticos que corrompió, destruyó, en un hambre de poder y dinero, y que no ha dejado que el país avance.
¿Quién contaminó a quién?, ¿Quién convenció a los susodichos de hablar?, ¿Quién pagó las deudas o quién pagó las publicaciones de los libros? ¿Quién traicionó a quien? Nadie sabe, y menos justo en este momento, a siete semanas de las elecciones.
Por menos que esto, que hoy estamos viendo en México, en cualquier otro país con una democracia más avanzada, habría un gran escándalo que terminaría seguro con renuncias de funcionarios o por lo menos con grandes investigaciones judiciales. Aquí el problema es que una parte de los expuestos, hoy tienen fuero constitucional, la otra parte está en el poder y confía en la justicia mexicana, que se hace ad-hoc a los poderosos, la otra está a punto de pasar al olvido, y quién sabe que presiones innecesarias tendrá en sus últimos días.
Los escándalos por naturaleza alejan a los electores de las urnas, para que el voto duro haga valer su poder. Con el asunto de la otra epidemia de la influenza porcina, aún no empiezan de lleno las campañas electorales. ¿Quién cree usted que siga en la lista de los contagiados de la verdad? ¿Qué más escándalos veremos?
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