Marco V. Herrera B.
Para Latinoamérica y sus habitantes existe la gran duda sobre cómo va actuar Obama ante la región. Se han dicho gran cantidad de argumentos y teorías al respecto de que no nos favorece su llegada al poder, que nos hubiera ido mejor con los Republicanos, que Obama renegociará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y otras especulaciones más.
Lo cierto es que más allá de cómo piense Obama, hay que resaltar varios aspectos importantes:
Primero. La dinámica del poder en los Estados Unidos definitivamente va a cambiar por el simple hecho de que un afroamericano será su presidente.
Segundo. Los problemas internos de ese país son tan grandes, que requerirán de una serie de cambios y reformas, y por el simple hecho de darle prioridad a la problemática de su país, hará asuntos del exterior que no sean atendidos de manera prioritaria, lo que causará un vacío en asuntos internacionales que alguien deberá atender, lo que incidirá también en la dinámica de la política exterior y en la conformación del futuro del mundo.
Tercero. México, específicamente, además de ser país vecino, representa la liga con una de las minorías que lo llevó al poder, somos un socio comercial que incide en su política económica y además somos un asunto de seguridad nacional, por los problemas con los inmigrantes y el narcotráfico, lo que no es un asunto menor.
Ahora bien, cambiar el estatus quo en los Estados Unidos no será fácil y rápido, por lo que Obama enfrentará muchas guerras internas sobre asuntos domésticos y sobre problemas internacionales, lo que le llevará mucho tiempo antes que dedicar tiempo a los asuntos con sus vecinos mexicanos, siempre y cuando no aumentemos los riesgos de seguridad nacional o económica para EU.
Por lo que llegó a decir en campaña, no hay que preocuparnos, eran argumentos de campaña, usados para atraer a los votantes, aunque sí hay un pensamiento filosófico de base que pudiera marcar una tendencia.
Lo que México debería hacer, así como todos los demás países de Latinoamérica, es definir cada uno cuáles son los asuntos prioritarios con Estados Unidos y buscar establecer una agenda con el nuevo gobierno; al parecer en la región siempre queremos que los estadounidenses llamen a cada país para revisar los asuntos. Ese efecto de papá gringo que viene a salvar mi patria, tan arraigado en los diferentes países, desde mi punto de vista con el gobierno de Obama ha llegado a su fin.
Un día después de las pasadas elecciones estadounidenses, en una conferencia en la ciudad de Washington, tuve la oportunidad de escuchar al expresidente de Perú Alejandro Toledo, justamente dando su punto de vista de cómo le iría a Latinoamérica con la nueva administración Obama, y Toledo afirmaba que la región debería de preocuparse por sí misma.
Hoy Latinoamérica tiene un buen crecimiento, un promedio de 6.0 por ciento, poca deuda, buen ingreso del PIB y con una economía en su conjunto sin graves problemas, por lo que entonces se debería de salir a buscar nuevos mercados en todo el mundo para la colocación de sus productos.
También habló de que deberíamos buscar una integración entre países de la región; más allá de estar buscando a los Estados Unidos para todo, antes debemos de integrar en un bloque regional, como lo ha hecho Europa y Asia, para obtener una fuerza de comercio entre los países latinoamericanos.
El gran problema siempre en nuestra región, son las grandes distancias, que gracias a la globalización se van acortando, y el segundo, que al parecer se van alejando, son los egos y protagonismos característicos de la idiosincrasia de la cultura del área.
Otro aspecto al que se refirió el expresidente, y con mucha razón, es que esta es la primera crisis en que Latinoamérica no tiene la culpa; la crisis no nace en ninguno de sus países, pero desafortunadamente nos va a afectar de gran manera, por los recortes de empleo y el dilema de los altos precios de algunos productos y el bajo precio de los energéticos, que a países productores les afecta y a países sin producción les beneficia.
Lo que sí es muy claro en esta nueva etapa, es que cada uno de los países tiene la obligación de definir claramente qué quiere de su relación con Estados Unidos y su nuevo presidente Barack Obama. Un nuevo orden económico se está creando.
Para Latinoamérica y sus habitantes existe la gran duda sobre cómo va actuar Obama ante la región. Se han dicho gran cantidad de argumentos y teorías al respecto de que no nos favorece su llegada al poder, que nos hubiera ido mejor con los Republicanos, que Obama renegociará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y otras especulaciones más.
Lo cierto es que más allá de cómo piense Obama, hay que resaltar varios aspectos importantes:
Primero. La dinámica del poder en los Estados Unidos definitivamente va a cambiar por el simple hecho de que un afroamericano será su presidente.
Segundo. Los problemas internos de ese país son tan grandes, que requerirán de una serie de cambios y reformas, y por el simple hecho de darle prioridad a la problemática de su país, hará asuntos del exterior que no sean atendidos de manera prioritaria, lo que causará un vacío en asuntos internacionales que alguien deberá atender, lo que incidirá también en la dinámica de la política exterior y en la conformación del futuro del mundo.
Tercero. México, específicamente, además de ser país vecino, representa la liga con una de las minorías que lo llevó al poder, somos un socio comercial que incide en su política económica y además somos un asunto de seguridad nacional, por los problemas con los inmigrantes y el narcotráfico, lo que no es un asunto menor.
Ahora bien, cambiar el estatus quo en los Estados Unidos no será fácil y rápido, por lo que Obama enfrentará muchas guerras internas sobre asuntos domésticos y sobre problemas internacionales, lo que le llevará mucho tiempo antes que dedicar tiempo a los asuntos con sus vecinos mexicanos, siempre y cuando no aumentemos los riesgos de seguridad nacional o económica para EU.
Por lo que llegó a decir en campaña, no hay que preocuparnos, eran argumentos de campaña, usados para atraer a los votantes, aunque sí hay un pensamiento filosófico de base que pudiera marcar una tendencia.
Lo que México debería hacer, así como todos los demás países de Latinoamérica, es definir cada uno cuáles son los asuntos prioritarios con Estados Unidos y buscar establecer una agenda con el nuevo gobierno; al parecer en la región siempre queremos que los estadounidenses llamen a cada país para revisar los asuntos. Ese efecto de papá gringo que viene a salvar mi patria, tan arraigado en los diferentes países, desde mi punto de vista con el gobierno de Obama ha llegado a su fin.
Un día después de las pasadas elecciones estadounidenses, en una conferencia en la ciudad de Washington, tuve la oportunidad de escuchar al expresidente de Perú Alejandro Toledo, justamente dando su punto de vista de cómo le iría a Latinoamérica con la nueva administración Obama, y Toledo afirmaba que la región debería de preocuparse por sí misma.
Hoy Latinoamérica tiene un buen crecimiento, un promedio de 6.0 por ciento, poca deuda, buen ingreso del PIB y con una economía en su conjunto sin graves problemas, por lo que entonces se debería de salir a buscar nuevos mercados en todo el mundo para la colocación de sus productos.
También habló de que deberíamos buscar una integración entre países de la región; más allá de estar buscando a los Estados Unidos para todo, antes debemos de integrar en un bloque regional, como lo ha hecho Europa y Asia, para obtener una fuerza de comercio entre los países latinoamericanos.
El gran problema siempre en nuestra región, son las grandes distancias, que gracias a la globalización se van acortando, y el segundo, que al parecer se van alejando, son los egos y protagonismos característicos de la idiosincrasia de la cultura del área.
Otro aspecto al que se refirió el expresidente, y con mucha razón, es que esta es la primera crisis en que Latinoamérica no tiene la culpa; la crisis no nace en ninguno de sus países, pero desafortunadamente nos va a afectar de gran manera, por los recortes de empleo y el dilema de los altos precios de algunos productos y el bajo precio de los energéticos, que a países productores les afecta y a países sin producción les beneficia.
Lo que sí es muy claro en esta nueva etapa, es que cada uno de los países tiene la obligación de definir claramente qué quiere de su relación con Estados Unidos y su nuevo presidente Barack Obama. Un nuevo orden económico se está creando.
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