jueves, 26 de enero de 2012

Una buena


México empieza a vivir, en todo su ámbito político, los escándalos naturales generados por el inicio de las campañas electorales: ya tenemos noticia de candidatos con hijos fuera del matrimonio, otros supuestamente en estado de embriaguez, otros más que se sienten Mario Bros. y hasta súper jueguitos en Internet hacen. Nos enteramos de las alianzas fallidas, retornan las manifestaciones de maestros disidentes que, sin pretexto alguno, marchan por las calles, etcétera; y en el ámbito no electoral, pero definitivamente ligado al mismo juego político, el drama del espionaje a legisladores. Cabe aclarar que éste es un momento en el que aún no empiezan las campañas formalmente; eso, sólo nos queda pensar en lo que el sacerdote clásico decía: que nos agarren confesados.

La ciencia política dice que esto es natural y que, normalmente, después de una elección la gente, los ciudadanos, quedan asqueados en tal grado que no quieren volver a saber nada de política hasta la próxima elección, dentro de tres años.

Pero dentro de esta situación, hay algo bueno que está sucediendo en nuestro sistema político y en nuestra incipiente democracia: existe un ligero cambio en la actitud de los partidos políticos, mismo que se refiere al hecho de que, por desesperación, por fallas y por lo que usted quiera, se están acercando a los ciudadanos de una u otra manera. El fenómeno de las famosas candidaturas ciudadanas está llenando de aire fresco una mínima parte de nuestro sistema político, pero  (de lo perdido,  lo que aparezca) eso es muy bueno.

El hecho que el PAN haya otorgado a una luchadora social la nominación de su candidata para el gobierno de la ciudad deja un buen precedente; insisto, más allá de cualquier razonamiento y a pesar de haber sacrificado a su pequeño voto duro en la ciudad, tal acción le permitirá obtener un porcentaje más grande de votos de los que esperaba. Puede ser difícil que su candidata gane, y hoy también se duda de la capacidad de la candidata para poder enfrentar los problemas que enfrentaría en el cargo, pero, más allá de eso, la ciudadanía ya ganó con la nominación. Poco a poco, eso debe ser lo correcto.

Por otra parte, también es muy bueno el hecho de que, en su caso, el PRD, haya tomado la decisión de hacer un proceso de selección tan pulcro, cuidadoso y transparente; si fue circo o no, quién sabe, pero se tuvo un cuidado mayúsculo en el proceso, a tal grado que cuando una de las contendientes, al más estilo de barbarie, quiso reventar el proceso con las viejas prácticas “porriles”, quedó muy mal ante la opinión pública y solita se desdibujó del panorama. Si fue teatro o no, qué importa, nuestra democracia ganó, y, como ciudadanos, también nosotros.

Otra lección importante en ese partido es que el candidato que ganó no es un hombre netamente de partido, es más un funcionario que, simple y sencillamente, desempeñó un trabajo de una manera muy buena, decente y transparente; eso no quiere decir que no esté ligado al partido, pero tiene más un perfil ciudadano que  si hubiera sido un tradicional político de alguna de las tribus del PRD.

En el caso del PANAL, a raíz de su rompimiento con el PRI, también ya se está diciendo que en la definición de su candidato presidencial buscarían un perfil ciudadano.

Es de hacer notar que los partidos han llegado a esta decisión por el desprestigio que han alcanzado por culpa de malos políticos (los cuales no se nos pueden olvidar jamás), pero el hecho de que se tomen estas decisiones en beneficio de incrementar la cercanía con los mismos ciudadanos, es muy bueno para la democracia y para todo habitante de este país.

Ahora bien, por el otro lado, esto abre la puerta de la responsabilidad y la exigencia a los ciudadanos, más allá de que si son capaces o no, este tema plantea un debate que ya ha iniciado, es importante entender que puede haber gente muy capaz y otra que puede caer en las garras del mismo sistema y hacer lo mismo que los malos políticos; pero lo importante es que esta nueva situación obliga a la ciudadanía a enfrentarse con la responsabilidad de cumplir, primero con nuestra función de ciudadanos y, en segundo lugar, cuando a alguno le toque esa posibilidad de poder obtener puestos de elección popular, no olvidarse de cumplir, materia que, en el sistema político mexicano, es algo compleja.

Al final del día, es una buena noticia este pequeño gran cambio que están tomando los partidos políticos y nuestra incipiente democracia.

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