viernes, 23 de septiembre de 2011

84 Caracteres

“¡No entiendo nada¡”, oí decir a una persona que escuchaba las últimas noticias sobre los problemas económicos mundiales. “No entiendo de donde salen todas esas cantidades espantosas de dinero que faltan, que se deben”. Y acotaba, “no me cabe en la cabeza que un país como Grecia y otro como España y, el colmo, que hasta Estados Unidos, Francia Alemania, estén a punto de la quiebra y que todo esto tenga al todo el mundo en vilo del pánico.” Y seguía su comentario, “me cuesta trabajo entender que de la nada, o que de pronto aparezcan este tipo de problemas, sin que nadie se haya dado cuenta”. Y terminó su comentario haciendo una pregunta al grupo de personas con las que se encontraba viendo la televisión, “¿dónde están los controles?, ¿dónde están las autoridades nacionales e internacionales? Y, lo peor, no entiendo qué o qué no, hicieron los ciudadanos”. Al oír esto, no pude dejar de sentirme tan confuso como esta persona que, sin querer, hacía las preguntas más correctas en este momento. El tema, como a muchas más personas, me tiene azorado; analizo las explicaciones técnicas, las económicas y las geopolíticas, suenan lógicas y convincentes, pero, al igual que esta persona que escuché lamentarse al ver las noticias, ¿qué hago con el sentimiento de zozobra, al ver que el mundo pareciera que está a la deriva y no se encuentra una salida razonable? Como a ella, el corazón se me apachurra y más con todas las amenazas volando en todo el espacio de éste, nuestro único planeta, Tierra, en donde desde hace tiempo la industria de Hollywood se ha encargado de vendernos todo tipo de catástrofes, habidas y por haber. Hoy la zozobra mundial es muy grande, sólo basta ver, por un lado, todas las demandas sociales que se están haciendo conscientes y que día a día podemos ver en las redes sociales y, por otra parte, la gran búsqueda humana de encontrar salidas espirituales como una necesidad de encontrar paz, armonía en su ser interno, con el único fin de poner balance contra la locura e histeria del mundo material que, técnicamente, está de cabeza. El martes pasado publiqué en mi blog un análisis sobre la situación económica mundial, titulado “La crisis y el futuro”, con el fin de encontrar algunas pistas para entender toda esta situación, después de anunciarlo en Twitter. Horas después, me dio mucho gusto recibir el mensaje de un sobrino, un joven que inicia su vida profesional; el mensaje, muy sencillo, decía: “Entonces, es momento de un cambio de mirada, de la razón al corazón. Todos como UNO.”. Al leerlo, me impactó la sencillez y la madurez del concepto, así como la importancia de las palabras, que encerraban esos 84 caracteres. Es curioso, cuando uno hace análisis trata de ser un traductor, o de simplificar las situaciones, o de dar los razonamientos de los hechos; en este caso, al ver dicho mensaje en Twitter, me di cuenta que él, más allá de tratar de explicarse los porqués, simple y sencillamente proyecto los hechos y las situaciones para encontrar una solución que, de tanta sencillez, es muy complejo entenderla en su total dimensión. Lo que me lleva a hacer, en este editorial, una reflexión orientada a describir cómo una forma de encontrar la solución a los problemas sociales del mundo, está en cada uno de nosotros, primero; segundo, importa mucho el comunicarlo a nuestro ambiente y, con esto, en tercer lugar, empezar a crear la conciencia necesaria en el resto de los ciudadanos para que, en conjunto, cambiemos la sociedad, la economía y la política. Como humanidad, siempre queremos que alguien venga a solucionarnos los problemas de una manera externa y mágica, por lo que poco hacemos para realmente, con voluntad y ganas, corregir las cosas. Para una muestra, solamente necesitamos voltear a ver lo que pasa en nuestra sociedad; tendríamos que hacernos la misma pregunta que al inicio de este editorial, ¿cuándo perdimos el rumo en México?, ¿cuándo dejamos que las cosas se salieran de control porque la delincuencia puede más que la sociedad misma? Y entonces solamente hay una respuesta, nuestra razón va para un lado sin rumbo y el corazón está entretenido en cosas banales, lo que ocasiona que no estemos conscientes de hacia dónde estamos dejando que nuestra sociedad se dirija. Por estas visiones de nuestros jóvenes, los países tienen futuro. Ojalá la persona que oí haciendo esas difíciles preguntas tenga la oportunidad de leer ese mensaje de 84 caracteres.

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