miércoles, 9 de octubre de 2013

Destiempos



El nuevo gobierno pintaba bien, había logrado un buen mecanismo de acuerdos, pero cuando la oposición se dio cuenta, le dio miedo y está trabajando para no perder espacios y no dejar avanzar.

Hoy, los grupos políticos opositores al gobierno no entienden, o no quieren entender, los nuevos ritmos de la política que la administración de Peña Nieto busca establecer. El gran logro del establecimiento del Pacto por México, fue que tomó a todos los políticos por sorpresa y que se generaron acuerdos trascendentales. Ante este resultado, todos los grupos políticos empezaron a torpedear al Pacto cuando entendieron que se estaba generando un avance en diferentes rubros de alta importancia para el país, pero de grandes consecuencias para el estatus quo.

Cuando todo el trabajo del Pacto llegó a las Cámaras, los grupos políticos iniciaron el sabotaje con un solo fin, el no perder el poder del boicot oficial que les permite ser oposición y, sobre todo, en temas que siempre han generado grandes ganancias a grupos económicos: las reformas energéticas y hacendarias.

Ante estos escenarios, los grupos políticos empiezan a jugar bajo las viejas reglas del sistema, las manifestaciones de la CNTE, que nunca fueron los grandes contingentes que amenazaron, o la huelga nacional que no cuajó, o las tan ofrecidas y amenazantes manifestaciones multitudinarias de AMLO, que sólo ocuparon algunas cuantas calles, o el mismo caso con los Foros de Energía en el Senado, les abren la puerta a la oposición y cuando les aceptan a los oradores, mejor los retiran. Al mismo tiempo, estos movimientos que, en el fondo, sólo buscan negociación por dinero, tampoco tuvieron eco. Ya existen mecanismos en las nuevas leyes y esquemas que implican que algunas decisiones son del Gobierno Federal, pero otras son negociaciones con los Gobernadores, sin embargo, al mismo tiempo, éstos tampoco controlan ya los dineros que manda el poder central; el sistema está cambiando y ellos quieren negociar a la antigüita.

Un claro ejemplo de esto es la carta que envía AMLO así como, por su parte, Marcelo, exigiendo una serie de acuerdos que no son facultad del Ejecutivo y que, por ley, son atribuciones del poder legislativo, pero ellos quieren forzar a una decisión de Peña Nieto, la cual no puede dar. El país ya no es el México de los 70, ni la Presidencia es la misma de esas épocas. El país ya cambió, el sistema ya no es lo mismo, pero ellos no cambian y quieren forzar al sistema para que regrese al juego de antes, cuando, en sus disque propuestas progresistas, claman una sistema de poderes equilibrado y etc., etc., etc.

Todo este juego político de querer ganar a como dé lugar, lo único que hace es desgastar a cualquier gobierno, sistema, poderes y, en general, a todo el país. El nuevo gobierno pintaba bien, había logrado un buen mecanismo de acuerdos, pero cuando la oposición se dio cuenta, le dio miedo y está trabajando para no perder espacios y no dejar avanzar.

En el fondo de todo este juego político, está el pleito de una generación de antiguos políticos contra una nueva generación que está en el poder. Si vemos las manifestaciones que hemos tenido en la calle las últimas semanas y hacemos un rápido cálculo de la edad promedio de los participantes, no podemos más que darnos cuenta que es un asunto generacional. Como ejemplo, en una marcha de AMLO, estuvieron presentes Amlo mismo, Pinchetti, Cárdenas, Muñoz Ledo, Barlett y acompañantes, en contraposición de la edad del equipo de trabajo del Presidente. Simplemente es un asunto generacional, esto es lo que está generando un destiempo en la política. Y que quede claro que no tengo nada en contra de la edad, sino de no querer entender que el mundo está cambiando.

México es un país democrático que tiene fallas, pero hay sistemas ya establecidos que ya no permiten regresar al pasado. Otro detalle adicional es que los ciudadanos tampoco ya nos chupamos el dedo como algunos, en la oposición, quieren seguir creyendo.


Analista Político


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