El gran reto es
lograr que, así como los ciudadanos aguantan desplantes y manifestaciones, las
autoridades también endurezcan las negociaciones y se cumpla la ley con mano
dura.
La transformación a la que ha
llamado el Presidente Peña Nieto para México no es
un asunto fácil; ha hecho muy buen trabajo con el envío de señales claras y al
haber logrado que los partidos grandes estén sentados en el Pacto por México y que, de ahí, emanen rápidamente
las iniciativas que tanto necesita el país. Al mismo tiempo se está haciendo un
gran trabajo de operación política que el país no veía desde hace mucho tiempo,
pero ¿será suficiente?
Hace algunos días, exactamente el
viernes que en México se acostumbra
a salir de vacaciones para el inicio de la semana santa, fuimos testigos de una
certera manifestación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE) en la carretera más
transitada por los vacacionistas de la Ciudad
de México, la que va al Puerto de Acapulco;
un bloqueo que hizo que muchos de los turistas nacionales hicieran hasta 18
horas para llegar a su destino. Las escenas que se vieron en la carretera ese
día son dignas de la antigua película del cine mexicano “Mecánica Nacional”. El daño a los vacacionistas y a la economía
del puerto fue enorme. Si a esto sumamos
el asunto de la violación a las españolas, el deterioro por la inseguridad y la
reciente noticia de las compañías de cruceros de que en este año ningún crucero
americano recorrerá los puertos del Pacifico mexicano, Acapulco está siendo asesinado poco a poco.
Pero hay que entender que esta
manifestación que causó tanto daño no es exclusivamente porque los maestros no
quieren la reforma educativa; en ese estado se mezclan varios elementos de
extremo peligro como son: grupos extremos del PRI que no son partidarios del Presidente
Peña, injerencias de grupos perredistas, los antiguos grupos guerrilleros,
las bandas delictivas y ahora, de reciente creación, el problema de las policías
comunitarias. Como podemos ver, este estado es un coctel molotov, lo mismo que Oaxaca y Michoacán; además, hay que recordar que están por iniciar las
campañas electorales de este año, en donde se cambian casi la mitad de los
alcaldes en todo el país. Nuevamente, las fuerzas políticas y los grupos de
presión están haciendo de las suyas, jugando a contrarrestar la fuerza del Presidente y a encarecer las
negociaciones; esto implica que la transformación de México no sólo cae en las manos de los ciudadanos quienes, en
muchos casos, no quieren cambiar, tampoco pagar impuestos o dejar a un lado la
corrupción o, en su defecto, dejar de participar en la delincuencia o, simple y
sencillamente, dejar de culpar al gobierno de todas las desgracias; no, los
grupos políticos y los grupos de presión no quieren mover el estatus quo. Antes,
con el PAN en el poder, era más
fácil hacerlos desatinar, ahora estamos viendo un gran enfrentamiento de
poderes en igualdad de circunstancias.
Por otro lado, tenemos también
que los intereses extranjeros serán de gran peso para, en algunos casos, no
favorecer la transformación; mientras que en algunos sectores la liberación de
ciertos candados a la inversión extranjera puede ser favorables, ya que facilita
los mecanismos para su entrada en la economía del país, existen otros en donde
puede pasar lo contrario, que con las reformas se cierren caminos a grupos
económicos que no estarán contentos con las mismas y buscarán presionar para
que no se lleven a cabo. Es necesario entender que la implementación de las
reformas no es un asunto de solamente lo que algún político, los grupos
políticos y los partidos opinen, estamos hablando de un circo de intereses de
grandes magnitudes, en donde los trabajos de operación política interna y
externa juegan un gran papel; como se dice tradicionalmente, es necesario hilar
fino en cada uno de los casos.
Eso es lo que verdaderamente está
en juego, pero ¿entenderán los ciudadanos este circo de intereses que se están
jugando cuando, ante un viaje de cuatro horas, éste se convierte en una
pesadilla de 18, sin agua, comida, baños y niños hartos de estar encerrados en
un vehículo? Por otra parte, ¿lo dimensionarán
los maestros que están siendo usados por sus líderes y manos políticas
invisibles por unas cuantas monedas más?
El gran reto de la transformación
es lograr que, así como los ciudadanos podrían aguantar estos desplantes de
manifestaciones, las autoridades también endurezcan las negociaciones y poco a
poco se vaya aplicando y cumpliendo la ley con mano dura por parte de los
gobernantes, porque de nada sirvió que los afectados aguantaran y sacrificaran
tantas horas para que el gobernador de Guerrero cediera a las presiones de los
maestros y que ahora, además de eso, también traten los políticos de echar atrás la reforma educativa.
¿Tendrán las partes, políticos,
ciudadanos, maestros y gobernantes la conciencia de son todos los que pierden?
¿Se darán cuenta los ciudadanos y los partidos que hace mucho que unos no
representan a los otros? ¿Estaría usted dispuesto a aguantar más desplantes
siempre y cuando exista firmeza en los gobiernos en aplicar la ley? En estas
preguntas radica la verdadera transformación de México.
Consultor y Analista
Twitter: www.twitter.com/@Marcovherrera
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