miércoles, 17 de abril de 2013

La (verdadera) transformación de México



Para lograr la verdadera transformación del país, además de generar consensos, se necesitará cuadrar las reglas operativas de la burocracia nacional y luchar contra el modelo político de las conveniencias que el sistema ha creado.

Cuando los políticos participan en un proceso electoral, la palabra que más se utiliza en campaña como oferta política es “cambio”. El mayor ejemplo lo hemos visto con el famoso Change de Obama y, en el caso de México, el cambio ofrecido por Fox que generó la alternancia después de 80 años de tener al PRI en el poder. El gran problema es que cuando ganan y llegan a gobernar, no siempre se puede generar ese famoso cambio, ya que dependen de las mayorías que puedan generar en las votaciones, la legitimación de las elecciones y de su propia capacidad en el poder. Hoy, en las diferentes latitudes del mundo, las elecciones son ganadas con márgenes muy pequeños y, en muchos casos, los mandatarios no están pudiendo cumplir los cambios ofrecidos.

En México, el Presidente Peña, ya instalado formalmente en su gobierno, está ofreciendo la transformación del país. Para esto es necesario una cadena de acciones, no sólo la de generar los consensos necesarios para lograr las tan deseadas reformas en el congreso; va a ser necesario, además, cuadrar las reglas operativas de la burocracia nacional y luchar contra el modelo político de las conveniencias que el sistema ha creado para la entrega del bienestar social y que es la frontera entre lo público y lo privado.

Esta frontera, hoy es lo más complejo del sistema político mexicano y se convierte en el punto nodal de mayor resistencia, a tal grado que es ahí donde el país no avanza. De hecho, esta frontera ha sido la más comprometida por el proceso de alternancia; recordemos que fue un sistema de relación entre gobierno y sociedad creado por el PRI con base en su disciplina partidista y que, cuando el PAN arriba al poder, este sistema se rompe, para dar pie a pequeños cotos de poder, sin disciplina ni control del partido o del Presidente. Como parte de los ajustes en la alternancia, en muchos casos el control de estos grupos se trasladó a manos de los gobernadores, en otros quedó en manos de los poderes fácticos de cada sector.

El mejor ejemplo de esta situación lo estamos viendo en el sector educativo, en donde, primero, el Sindicato de Maestros consiguió cuotas de poder en la SEP para incidir en las políticas públicas y, no sólo eso, también en su aplicación, lo que significó el control de una parte de los presupuestos. En los estados, con base en esta alianza, se fueron generando negociaciones locales sobre la designación de algunos puestos importantes en los sistemas educativos estatales; todo esto significa dinero y su reparto entre los principales líderes de las dos organizaciones y que, en la mayoría de los casos, nunca llega a los maestros. Esto ha convertido a estos grupos en ejércitos políticos afiliados a grupos de poder.


El gobierno de Peña da el primero paso de la transformación, generar el consenso y logar la reforma constitucional; empieza el segundo que va directamente ligado al control del los puestos y los recursos y, de ahí, inician las quejas y manifestaciones callejeras, pero, además, estas acciones también desbalancean a los mismo poderes políticos que anteriormente los controlaban.

En esta frontera es verdaderamente en donde se va a dar la batalla final de las reformas, ahí es donde una minoría de la sociedad que ha sido tradicionalmente beneficiada por la burocracia del poder, mediante la ordeña del presupuesto, tiene el objetivo del ejercicio puro del poder.

En cada uno de los sectores en donde hay reformas, esta frontera es totalmente distinta, con grupos de poder distintos y con organizaciones diferentes. Ése es el verdadero reto de la transformación, en donde la burocracia se funde con la sociedad misma y en donde, curiosamente, se da el mayor efecto de la corrupción y control político.



Consultor y Analista

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