De nuevo se coloca en la mesa el tema de las alianzas, en el marco de nuestro sistema democrático. Por más que den excusas, son simple y sencillamente un argumento desde el poder para quitar del poder al grupo de enfrente, al cual siempre será muy fácil llamarle cacique para sacarlo por sacarlo, no es el chiste, sino que desafortunadamente hasta la fecha las incongruencias de los mismos partidos, sus políticos, a través de sus decisiones públicas y políticas en las negociaciones legislativas, por ejemplo, no son congruentes.
El PAN dice, por una parte, que quiere alianzas y el argumento es sacar al cacique a como de lugar, en su incongruencia este mismo partido aduce que no ha podido hacer valer las iniciativas del presidente Calderón y anda mendigando 13 simples y sencillos votos para poder tener mayoría y autorizar las reformas y, así, cambiar el país. Y entonces, la primer pregunta que se viene a la mente, es ¿qué no para eso son las alianzas?, ¿por qué no, en la negociación de las alianzas, piden a cambio los votos del PRD para sacar adelante las reformas? Ésa es una de las primeras incongruencias.
Por otra parte, el PAN también dice que lo que falla es el sistema político y que es disfuncional, sin embargo admite que en ningún estado tiene mayoría en los congresos estatales, salvo en Guanajuato. ¿Qué la democracia no funciona a partir de mayorías, ganadas en las urnas a través de propuestas políticas y planes de gobierno y con resultados bien vistos por la población, que avalen dichas acciones con su voto? ¿Y entonces? Si no tienen mayoría, la democracia marca que debieran entonces pactar y hacer alianzas legislativas para sacar las reformas. Pues no, ellos sólo piensan en las alianzas electorales porque, en el fondo, ningún partido acepta reformas sustanciales porque no saben, si en el futuro pierden, si se les va a revertir lo que se haya pactado ahora.
Gran parte de la mezquindad de los políticos, los grupos y, principalmente, de los partidos, es el hecho de que el sistema mexicano con tantos años de la hegemonía del PRI, sólo causó una generación tonta de políticos sin visión, una generación ambiciosa del poder, la cual todo político, de cualquier partido, empresario metido a político, termina haciendo lo que el cliché de los políticos desde el Virreinato hasta nuestra época actual quiere hacer, tener el poder, no soltarlo, y hacerse rico.
Entonces, el PAN en la actualidad no entiende que ha fallado como gobernante y que ahora la gente y hasta su misma clase empresarial, de donde nace el Panismo, simple y sencillamente está reprobando su actuación en el gobierno, ya que este gremio al parecer no está aceptando las alianzas, por no entender cuál es el fundamento, cuando no han podido conseguir ni 13 votos para sus reformas en los dos últimos años.
Lo más complejo es que este asunto de las alianzas se pudiera ver como una estrategia del PAN para mantener el poder pero, en el fondo, lo que está sucediendo es que hoy el PAN y el PRD no ganan ningún puesto de elección popular solos y, en esta idea aliancista, es una estrategia simple y sencillamente para poder justificar que están ganando puestos de elección, apostándole a que esto los mantenga en la Presidencia.
Otra cruda realidad que hay detrás de las alianzas es que el PAN y el PRD, a pesar de haber llegado al poder y gobernar algunos estados, con sus acciones no han podido crecer electoralmente, están decepcionando al elector en su gestión como autoridades, gobernantes y partidos, amén de que tampoco han podido generar cuadros políticos estables. Es tan mala su gestión que las alianzas ganadoras han sido con Priistas que han renunciado al viejo PRI, porque no les han respetado su aceptación popular y entonces, en una distorsión más de nuestra democracia, hoy la alternancia se da no en partidos sino en grupos y hoy terriblemente a eso es a lo que le llamamos “candidaturas ciudadanas”, al hecho de ser un chapulín político con el único objetivo de llegar al poder.
Ésta es la triste realidad de nuestro sistema político de las alianzas, que nos las venden como el espejito mágico de la colonización de América y, lo malo, es que nos llega firmado por la incongruente izquierda y la incongruente derecha, dejándole al incongruente y dividido centro todo el espacio para despedazar electoralmente a estos dos extremos.
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