México está entrando en un momento significativo de su historia, y deberá tomar grandes decisiones. Por la parte política empieza la etapa de lo que se podría llamar la madre de todas las elecciones, en donde está en juego el balance entre la estabilidad social, la economía, la democracia, la seguridad nacional, y ahora también, gracias al efecto de la película “Presunto Culpable”, el sistema judicial mexicano.
En la política, estamos viendo cómo el pleito por el poder ya desbarató a todos los partidos; lo poco que quedaba del sistema institucional de organizaciones políticas enfrenta una fragilidad extrema. Ningún partido se salva de esta crisis que hace que esas máscaras que se usaron durante mucho tiempo como meras fundas ideológicas, ya no aguanten más las diferencias y las presiones del nuevo engendro democrático que está surgiendo.
Los tres partidos grandes están totalmente divididos en grupúsculos de poder, peleando por los intereses del lanzamiento de candidatos para las futuras elecciones; dentro de los partidos, visiones distintas hacen que la lucha entre otrora hermanos, sea fratricida y despiadada. Ningún partido se salva de esta terrible lucha de poder y es muy probable que en los meses venideros veamos grandes rompimientos e inverosímiles nuevas corrientes y alianzas para el lanzamiento de candidatos ciudadanos. Lo que quiere decir que estamos viendo una lucha del poder por el poder y desde el poder.
La estabilidad social está en riesgo, porque no podemos seguir generando tan pocos ricos y tantos pobres. En el discurso de ayer del presidente y de su gobierno, se habla de que el mercado interno no avanza porque la población no compra, primero, por la percepción de la alta inseguridad y, segundo, por los altos precios de los productos incrementados porque los agentes económicos están concentrados en grandes oligopolios que tienen tarifas muy arriba del precio real.
La economía del país está en riesgo por varios factores: el rezago de las reformas fiscales, el excesivo monopolio de ciertos sectores, la baja recaudación de impuestos, y ahora estamos viendo de manera descarada el gran enfrentamiento de los agentes económicos en busca de concesiones millonarias. Técnicamente, vemos al agente económico más grande del país, el Grupo Carso de Carlos Slim, enfrentarse al duopolio de la televisión, que ha aglutinado al resto de los operadores de televisión por cable, en una verdadera lucha de titanes y que está convirtiéndose en una batalla en los medios de comunicación y ante la opinión pública. Estos agentes económicos están jugando a encerrase en sus propios feudos, evitando las transacciones económicas entre ellos. Lo malo de esto es que, siendo agentes económicos tan importantes, se llevan entre las patas a ciertas actividades empresariales y están afectando la economía nacional; técnicamente, están creando una distorsión de mercado que puede crear un problema mayor a nuestra economía.
Las autoridades, ensimismadas en sus incapacidades, procesos electorales y luchas de poder, están siendo rebasadas y no están tomando el control.
Como resultado, nuestra democracia va a la deriva; ante los procesos electorales nadie está cuidando las formas y poco caso se hace al desarrollo de las instituciones. Todos los cambios y reformas propuestas tienen un sólo objetivo: acotar los espacios para llegar al poder. Además, lo único que se está cuidando son los aspectos formales que puedan ayudar a acotar los espacios públicos y el control de la opinión pública relacionada con el uso de los medios de comunicación y las concesiones que están en juego.
De la seguridad nacional ni qué decir, los grupos de poder juegan en el límite del aumento de la percepción de inseguridad para generar la idea de Estado fallido, asunto que la delincuencia organizada utiliza para pelearse por los territorios y, desafortunadamente, la línea delgada de la corrupción los hace socios, es este problema que no tiene fondo, ni dimensión y mucho menos fin.
Del sistema judicial ni qué decir, solos y con base en sus propios fallos han expuesto lo oscuro y obsoleto de su estructura; es de risa que sus propias decisiones exhiban tan claramente en qué situación se encuentra y el gran daño que ocasiona al sistema de justicia del país.
Todos estos problemas irremediablemente están relacionados, no son problemas aislados, los políticos y líderes nacionales tienen que entender que por este juego de intereses, han puesto a México en el borde de una decisión muy importante: puntualizar una solución o seguir jugando con estos problemas para conseguir lo que tanto buscan , unos el poder y otros el beneficio económico. Es el momento de la decisión de México.
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