La voluntad para el diálogo no es algo
habitual en la vida política de México, sin embargo, durante los últimos meses
se han dado grandes avances en la materia, pero intentan ser boicoteados por
algunas fracciones partidistas
En México, los
políticos tienen la mala costumbre de no dialogar. Esto viene de la naturaleza
de nuestro sistema político que, al haber contado con un partido hegemónico en
el poder durante muchos años, “el diálogo”
era técnicamente unilateral. Esta situación creó a una oposición contestataria,
por parte de la derecha, y extremista, por parte de la izquierda, aunque en la
geometría política se pueden llegar a juntar los extremos y cada una de estas
posiciones tiene, a su vez, alas extremistas.
Esto genera que, en nuestro país, el dialogo sea siempre de arriba
hacia abajo, que sea bajo la óptica del «yo estoy en el poder y tu no» y, si a
esto le sumamos la cultura del Tlatoani
que es exactamente al revés, en dónde el gobernado viene a pedirle siempre al
gobernante de abajo para arriba, tenemos una mezcla explosiva que define
nuestra cultura política. En este contexto se ubica la posición política que,
por naturaleza, tiene la oposición, con una sentimiento extra que, de entrada,
plantea «cómo no me van a oír, tengo que golpear para ser escuchado», lo que ha
caracterizado a todo grupo disidente, sea grupo político, apolítico,
guerrillero o, incluso, partidos políticos. Eso es lo que domina en la lógica
del diálogo en nuestro país.
Bajo esta premisa, podríamos aventurarnos a decir que, en México, no ha existido el diálogo
político; las únicas veces que se ha llegado a dar, ha sido cuando el país está
al borde del abismo y es cuando realmente la voluntad política y la necesidad
de salir de las crisis han generado un diálogo productivo. Es el caso de los
famosos pactos que se fueron dando en la época de Miguel de la Madrid, Carlos
Salinas y, después, con Ernesto
Zedillo.
Ahora en el gobierno de Peña
Nieto, un grupo de políticos ha propuesto un pacto, una mesa de diálogo
que, de manera muy rápida, ha generado consensos que han logrado definir una
serie de reformas muy necesarias para la modernidad del país. Este diálogo tomó
a todos por sorpresa, inclusive a la población que no acaba de entender o de
medir la importancia de esta mesa de negociación.
Pero, como siempre ha pasado en nuestro país, los grupos políticos
perdedores, los que no han sido llamados por sus perennes características de
corta visión, gran egoísmo o reticencia ideológica para darse cuenta del poder
que está generando este dialogo, ya empezaron a buscar la manera de boicotearlo
esgrimiendo todo tipo de argumentos democráticos.
Hoy, México necesita
ver más hacia la resolución de los problemas económicos; ante un mundo que está
entrando en una recesión impresionante, es vital que hagamos todo lo necesario
para reformar todo lo que se ha quedado en el pasado. Ésa debe ser la
prioridad. Los aspectos políticos hoy no tienen mayor importancia y pueden
esperar a que entremos en una normalidad económica mejor y, de ahí, plantear
las reformas necesarias en la parte
política y en la parte electoral.
Desafortunadamente, en la lógica de los perdedores y de los que
fueron rechazados por los votantes por su mal desempeño, su egoísmo sólo los
deja entender a la política actual como el futuro escenario electoral del 2018.
Los problemas de México y su subsistencia económica en
el entorno mundial deben de estar por encima de los problemas electorales.
Parte de lo poco que se había visto en este primer dialogo franco entre
partidos políticos es que el tema electoral lo habían podido dejar a un lado,
cambiando un poco la lógica de la política de los últimos años, en donde el PAN abusó de poner dicho asunto como
objetivo principal de todas sus acciones políticas, seguramente viendo que sus
preferencias electorales fueron perdiendo seguidores conforme se veían los
resultados de su gestión política.
A este grupo de políticos en desgracia se le suman los otros
grandes perdedores y, en el pasado, enemigos, una ala del PRD, para anteponer sus intereses electorales, antes que la
solución de los problemas económicos. Es una desgracia que sigan queriendo los
políticos perdedores anteponer sus intereses a los del país, ojalá el diálogo abierto
perdure en contra de la actitud de ciertos políticos que tanto daño le han
hecho a México.
Consultor y
Analista
Twitter: www.twitter.com/@Marcovherrera
Consultor
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