Leyendo las declaraciones de nuestros políticos durante el fin de
semana, me queda la sensación de que está de vuelta la época en donde todo es
posible, por lo menos en las declaraciones. Y no suena mal, si no fuera por dos
simples cosas.
La primera, porque en los últimos años los políticos no se han querido
poner de acuerdo en las grandes decisiones que necesita México, y no estamos
hablando solamente de las reformas, sino también de los consensos sociales, las
políticas a implementar y, en general, en todo lo que implica el futuro del
país. México lleva los últimos 11 años luchando para ponerse de acuerdo, pero la
mala costumbre de nuestra cultura política, la de hacer política destructiva, en
donde los que no están en el poder no permiten pasar las políticas que proponen
los que sí, lo que ha significado que los políticos rechacen iniciativas que
ellos mismos han propuesto en el pasado.
Y, la segunda, porque regresan las simples promesas de voluntad
política, que empiezan a manejar con motivo de ganar ánimos favorables para su
nominación como candidatos de sus partidos para algún puesto de elección
popular.
A partir de ahora, todos los políticos empezarán a querer mostrarse,
en su discurso, coherentes, buenas personas, visionarios y, sobre todo, afables
a las negociaciones, al consenso, al diálogo político y a escuchar a los
ciudadanos, instalados en su papel de electores y, sobre todo, en lo que se
refiere a salvar al país de los malos políticos que actualmente nos gobiernan.
De ser por las últimas declaraciones que empezamos a escuchar en la
prensa, fácilmente uno podría preguntarse cómo es posible que con estos políticos
hayamos llegado hasta donde estamos ahora y con quien no hemos podido lograr
ningún consenso.
El gran trabajo de los ciudadanos será no olvidarse de las actuaciones
de los políticos en el pasado y de lo que han logrado. Y al mismo tiempo,
validar muy bien el discurso de las campañas, para que no perdamos de vista
quiénes son realmente, ya que de ganar volveríamos a pasar por la misma
situación que, al no tener mayoría de los partidos, sigamos sin poder conseguir
ponernos de acuerdo en las grandes cambios que necesita el país.
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