Hasta ahora, los líderes sindicales en México habían podido
mantener su gran poderío, pero todo cambia y, con reforma o sin reforma, por el
exceso de los juegos políticos y económicos, empieza su fragmentación.
Hemos
estado viendo todo el circo que ha generado la aprobación de la reforma
laboral; los diputados se pelaron, discutieron que si fueron o no al baño, que
unos sí votaron, que otros no, que si Batres
rompió la puerta de cristal, todo adicionado con los plantones de Noroña. De ahí, al Senado y el mismo circo; como son menos, pues el espectáculo fue
más corto. Aún no cantemos victoria de lo que va a pasar, ya que regresa el
circo a los diputados y ya veremos cuál será el resultado.
Hay
dos grandes hechos que surgen como resultado del proceso: uno, le permite ver
al gobierno de Peña Nieto el cómo
quedaron las fuerzas en el Congreso
y cómo funcionarían las alianzas y coaliciones; claro, siempre pueden cambiar,
pero, como coloquialmente se dice en mi pueblo, esto sirvió pá medirle al agua
a los camotes en las dos Cámaras, ya
se enteró el Presidente Electo con
quien puede o no puede contar.
En
segundo término, esta discusión, de alguna u otra manera, fragmentó al poder
sindical; queramos o no, por lo menos en el SNTE algo se movió, la estructura de la dirigencia cambio y, junto
con el Sindicato de Pemex, los dos
dirigentes en procesos electorales internos quedaron elegidos por seis años.
Durante el fin de semana lo más enfático de la noticia del proceso de votación
sindical fue que los líderes fueron reelegidos por seis años, lo que manda un
mensaje muy claro al Presidente Electo
Peña Nieto, que mal o bien, lo acompañarán durante todo su sexenio. Quién
sabe qué pase después de eso, es muy temprano para decirlo y habrá que ver las
modificaciones de la ley.
Ahora
bien, este asunto está fragmentando a los sindicatos; desde el punto de vista
de los partidos políticos, todos defenderán sus posiciones sindicalistas, pero
si el nuevo gobierno pretende una democratización de estos gremios es seguro
que, o pretendan cambiar sus pactos y preferencias partidistas, o, a la larga,
se dé una fragmentación que hará que empiecen a quedar fuera de los partidos
políticos. Si juntamos esto con la crisis que se está viviendo en los propios
partidos, la cual provoca que se estén formando nuevas ofertas a los
ciudadanos, ¿qué pasará con los sectores sindicales que siempre vivieron dentro de los partidos
políticos tradicionales? ¿Se liberarán de la relación perversa que hasta ahora
mantienen?
Irremediablemente,
las sociedades avanzan, hasta ahora los líderes sindicales en México habían podido mantener su gran
poderío y el estatus quo inamovible, fueron 40 años sin mover la ley del
trabajo, iniciativas iban y venían, pero al parecer ya les llegó su hora. Estos
movimientos, seguramente, algo causaran dentro de los sindicatos, sobre todo
porque vivimos dos mundos sindicales: el de los líderes en donde todo es
perfecto, en donde se goza el poder y el dinero y, por otra parte, el bajo mundo,
que consiste en aquellas estructuras en donde se sufre la burocracia, las
injusticias, las presiones y los malos manejos de las cuotas sindicales.
Desafortunadamente,
la vida sindical mexicana es el reflejo justo de nuestra inequitativa sociedad,
las cúpulas de los sindicatos se parecen más a las altas esferas empresariales,
donde todo es dinero y poder, y las bases sindicales sufren en forma muy
similar a lo que viven los 50 millones de pobres, con todas las injusticias e
inequidades.
Todo
cambia y con reforma o sin reforma, por el exceso de los juegos políticos y
económicos, empieza la fragmentación también de los sindicatos en México.
Analista
Político
No hay comentarios:
Publicar un comentario