Un
ejercicio democrático dirigido a los ciudadanos terminó convertido en una torre
de Babel, en donde solamente ganaron los que no estaban presentes.
Fue como un mal
programa de concurso de la televisión, cada candidato tenía una portería
enfrente y debería de meter los más goles posibles; ganaría el que al final
pudiera anotar el mayor número de puntos.
El problema es
que hubo dos candidatos que se metieron en la portería del favorito para evitar
que metiera goles, lo que se convirtió en la regla no implícita del juego por
lo que, en cada ocasión de tiro de cada candidato, al que le tocaba el turno
tiraba y después iba a estorbar al otro.
En este juego, al
cuarto candidato, aquel que nadie le daba importancia, nadie lo molestó y él metió
todos los puntos; los demás, por estorbarse, ni ganaron, ni perdieron, sólo hicieron
padecer a la nación una mala pasada. Para
los partidarios de cada uno de los contendientes, todo estuvo maravilloso, su
candidato fue el mejor, lo que indica que ésta será una elección de “voto duro”
Los saldos son
los siguientes: Peña Nieto logro su objetivo, demostró que hasta puede estar
sin telepromter y puede accionar algunos ataques, no se despeinó y, dado que el
debate es un asunto de percepción y de comunicación, el ejercicio para su
campaña empezó con un aparato de información previo y postosterior al debate,
en mediante el cual, eficientemente, han llenado todos los espacios habidos y
por haber.
En el caso de
Josefina Vazquez Mota, ¡por fin hicieron algo bueno con su imagen! Ojalá la
mantengan, ahora sí parece una mujer líder y bien presentada. Por lo demás,
repitió sus propuestas y siguió en su idea de atacar y atacar, no se deslindó del
gobierno actual
AMLO demostró que
sigue con su misma estrategia, que huele y suena a vieja, no tocó, ni agredió a
Josefina Vázquez Mota, ¿cuidó a la mujer o a la alianza?, se vio cansado y
fuera de tiempo, cada intervención era como entrar en una máquina del tiempo,
malas remembranzas.
Quadri, fue el
ganón: nadie le haría caso, nadie se encargaría de él, va muy abajo en las
preferencias y jugó muy bien, dijo lo que quiso y se le escuchó.
Los verdaderos ganadores
fueron Calderón al quien nadie lo criticó por su acción de gobierno y, por su
parte, la maestra Elba Esther quien ya aseguró el registro para su partido; los
demás, perdieron la batalla. ¿Quién ganará la guerra?
Y tan mal estuvo
la noche que la única que se la llevó fue la edecán, quien bien funcionó como
elemento distractor para el postdebate.
Otros grandes
perdedores son los programas de análisis posteriores al debate; en Milenio TV,
todos gritaban, no se entendía nada, se acaloraron y no fue constructivo; con López
Dóriga, nunca hubo análisis, no podía haberlo, fue una extensión del debate y
más bien parcia el programa de “Lo que el candidato quiso decir fue”, ya que
los coordinadores terminaron de ampliar la información que minutos antes habían
dado sus candidatos. Otras cosas muy significativas que se vieron fueron: la
arrogancia del PAN, la ecuanimidad del PRI, la incongruencia del PRD y la
frescura del PANAL.
A partir de ahora,
entramos en el segundo tercio de la elección, viene la oferta de propuestas, cómo
van a resolver los problemas y el posicionamiento de los temas, todos los
equipos van a ajustar la estrategia para llegar, finalmente, al segundo debate,
en donde cambiará toda la lógica; ya veremos qué pasa en las próximas cuatro
semanas, viene el juego de las encuestas, mismas que en dos días darán
resultados para saber si hubo movimiento derivados del debate.
Los indecisos
seguirán igual, jugando a tercios, los que ya decidieron no votar, los que van a
anular y los restantes que se pueden adherir a la causa que sea la favorita, ya
veremos qué pasa o, en el peor de los casos, si sube el termómetro de los
ataques y descalificaciones, más fácil será que no voten para que el juego quede
en voto duro.
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