Los
mexicanos siempre queremos que alguien nos resuelva los problemas y naturalmente
ese alguien es el gobierno; en todos los estados, la sociedad y los empresarios
quieren que el gobierno haga lo necesario para arreglar los problemas: si no
tengo clientes, si hay que invertir en algo, si hay algo que arreglar, etc. Ese
es un mal del mexicano en general. No hay entendimiento de que primero hay que
actuar como individuos, ciudadanos, empresarios y después ir con el gobierno, ¡vamos!
naturalmente ni siquiera generamos una propuesta, nos vamos por el lado fácil,
que papa gobierno solucione.
Esto provoca
de base la dependencia que le encanta a los políticos para sentirse los héroes,
los necesarios y poder generar el clientelismo que tanto se necesita para que
no exista resistencia y sí mucha dependencia; desafortunadamente, esa es la
base de nuestro sistema político, ahí radica la desgraciada fórmula de la
ambición-corrupción que domina nuestra política.
En
México, como vulgarmente se dice, estamos acostumbrados a pagar por ver, o por
no tener problemas, o por no ser responsables, o porque nos resuelvan los
problemas, o porque nos atiendan, o por que nos den el contrato, la obra
pública o que el gobierno invierta y pague lo que yo no quiero hacer, etc.,
etc., etc.
Hace
algunas semanas tuve la oportunidad de platicar con George Friedman,
analista internacional y experto en geopolítica, a ambos nos habían invitado a
ser conferencistas en el mismo evento. Él me exponía el gran potencial que
tienen los mexicanos y que la mejor muestra es lo que han hecho en Estados
Unidos cuando llegan como inmigrantes, además del potencial que tiene el país,
lo que no entendía era porqué no se puede avanzar más rápido aquí en el país.
No tuve respuesta y lo he estado pensando y justamente esto que describo ahora
es la única respuesta que encuentro.
Efectivamente,
nuestro desarrollo institucional tiene el diseño necesario pero hacemos todo
para que las cosas no funcionen, la mejor síntesis es la que alguna vez me
comentó en una entrevista un ex gobernador de un estado del sureste: "la
ley en los bueyes de mi compadre, no en mi rancho", o lo resumimos con la
famosa frase que se le atribuye a Benito Juárez, "Justicia para mis
amigos, todo el rigor de la ley para mis enemigos". Estos son los
mitos-realidades que nos mueven, y eso es lo que hay que cambiar.
Como
país, para enfrentar nuestro futuro de mejor manera y sobre todo en el contexto
de transformación en la que estamos metidos, es necesario cambiar la dinámica
del país; una parte ya está planteada a través de las reformas, otra a más
largo plazo es a través de cambiar el paradigma de la educación, la otra es
realmente querer, tener las ganas y la voluntad de cambiar y para eso están las
nuevas generaciones.
Mucho
ayudan los programas de emprendimiento, la democratización de la tecnología, la
innovación, la comercialización y un sinfín de aspectos que les da la libertad
de actuar y decidir sin el gran peso del sistema. Los jóvenes ya no quieren ser
empleados, quieren tener sus propios negocios, tomar sus propias decisiones, y
es ahí donde está la verdadera libertad de un sistema y es necesario reforzar
esa capacidad de maniobra.
Como
mexicanos debemos todos ayudar con nuestra actitud, debemos de entender esta
nueva dinámica que nos llevará a ser un mejor país, pero quedándonos en la
comodidad de la queja fácil y el culpar a todos de nuestras desgracias,
devaluaciones, baja del petróleo o política barata del clientelismo y corrupción
no podremos enfrentar un dichoso futuro.
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