Todos tienen versiones distinta de lo que significa
o es el presupuesto “base cero”, se ha generado una polémica inaudita y tenemos
versiones positivas y negativas al respecto, unos dicen que no se puede, por
que hay gasto ya etiquetado y no hay forma de moverse, otros dicen que es una
nueva forma de ver las cosas, es un borrón y cuenta nueva.
Hoy en México es temporada de cacería electoral y
pareciera que estamos como en aquella caricatura de Bugs Bunny, en la que
durante la temporada de cacería, el mismo Bugs Bunny y el Pato Lucas querían
confundir a Elmer si era temporada de patos o de conejos, la caricatura termina
demostrándole a Elmer que era temporada de casar a Elmer. Por tanto, en esta
época todo hay que criticarlo, ponerle colores y etiquetas partidistas, el
fondo verdaderamente no importa y más cuando esta legislatura está por terminar
y ya no les importa a nuestros diputados nada, todo será bronca de los próximos
diputados electos.
Considero que si se siguiera la idea de hacer un presupuesto
“base cero”, sería un muy buen ejercicio para romper la inercia de gasto del
gobierno en cada una de las dependencias.
Hoy por hoy, en muchas dependencias del Gobierno
federal, las unidades administrativas no conocen, ni son responsables del gasto
de sus áreas, y bajo la regla de que si no sabes en que gastas, es imposible
ahorrar o cortar el gasto, si se lleva a cabo el ejercicio de que todos hagan
un presupuesto nuevo y real, se va a empezar por el principio de conocer su
gasto real.
Otro aspecto que puede ser benéfico a las finanzas
públicas es que, como lo marca el Plan
Nacional de Desarrollo y toda su normatividad en la SHCP, todas las
dependencias deberán de buscar la eficiencia a través de mejorar sus procesos, costearlos,
automatizarlos, balancear las cargas de trabajo y revisar sus estructuras
organizacionales, lo que podría lograr
estructuras burocráticas más pequeñas y eficientes, y si a esto le añadimos que
hay que orientar todos los procesos a la atención de ciudadano y que es
necesario cumplir con la política digital, que indica automatización y datos
abiertos, tenemos una formula virtuosa que puede ayudar a que las unidades
administrativas de las dependencias se vean trabajando con presupuestos
orientados a una gestión por resultados, lo que además
cumpliría con la transparencia y la rendición de cuentas.
El ejercicio de hacer un presupuesto “base cero”, a
mi entender, es un elemento operativo que ayuda a cumplir con romper y adecuar
el monstruoso monopolio burocrático-gubernamental que venimos arrastrando de
años, sería una de las palancas para cambiar la forma de administrar las
dependencias; otra de las palancas va a ser las nuevas políticas anti
corrupción. Ante lo complicado de la administración pública no hay una sola
acción que pueda resolver toda esta maraña.
Si lo que dijo el Presidente Peña Nieto, en su
declaración de Panamá hace unos días, es cierto, tenemos que en cada uno de los
sectores económicos de nuestro país luchan dos monopolios: los privados
representados por los empresarios queriendo mover las políticas a su favor y
obtener los contratos de erario público; y enfrente la secretaria o dependencia
que controla y ejerce las políticas públicas. En este choque de trenes, los
privados luchan con modernidad y presiones económicas, las dependencias luchan
con regulaciones y burocracia. Ahí es donde la implementación de las reformas
se estrella.
Con esta óptica considero que valdría la pena hacer
un replanteamiento estratégico de todos los sectores y de las mismas
secretarias para desde ahí darle un verdadero sentido al presupuesto “base cero”.
Estamos en el verdadero proceso de implementar las
reformas que cambiaran a México, valdría la pena traer a la mesa en una nueva
versión del Pacto por México, entre el poder ejecutivo, los sectores económicos
y la academia (por favor no lleven ni a legisladores ni a partidos políticos a
complicar las cosas) a sentarse a trabajar con esta meta y así crear un círculo
virtuoso en este proceso del presupuesto del 2016.
Ahí esta la idea para que la piensen el Presidente
Peña Nieto, Aurelio Nuño, Luis Videgaray,
Alfonso Navarrete Prida, Idelfonso Guajardo; por el sector empresarial
Gerardo Gutierrez Candiani y en la academia, Carlos Reta del Instituto Nacional
de Administración Pública (INAP), es una oportunidad de oro para hacer una
nueva administración pública.
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