Estamos a tres semanas de que se lleven a cabo las
elecciones en México y ya empieza la recta final de las campañas. Como
ciudadanos y simples mortales seremos presa del final y las más cruentas estrategias
del marketing político: guerra de encuestas, desplegados, videos acusatorios,
escándalos y denuncias de corrupción, grabaciones ilegales y quién sabe qué más
chuladas que inventarán los “estrategas” de las campañas, esos mismos que
hicieron las canciones y espantosos anuncios de los candidatos de todos los
partidos. Terriblemente debemos de concluir, como ya la habíamos hecho en las
pasadas elecciones, el absurdo y el exceso del nuestro barato entendimiento del
marketing político.
Y aún peor, estamos viendo también el camino fácil
de los políticos de atacar a las instituciones electorales para cubrir sus
deficiencias, falta de imaginación y lógicamente previendo, algunos, que como
seguramente no podrán mantener su registro como partido pues a alguien tendrán que
culpar de sus deficiencias. En estos casos aplica como dijera mi abuela “mal
negocio…; mal negocio para nuestra democracia, que además y por desgracia los
políticos mexicanos quieren reinventar cada vez que hay elecciones, ya empiezan
algunas voces a clamar a cuatro vientos que esta ley electoral no sirve y que
de nuevo habrá que tirarla a la basura y volver a reinventarla, claro con
algunos arreglitos que les dejen el camino claro y libre para la elección del
2018.
Como podemos ver, nuestra cultura democrática es
igual que nuestra otra cultura: la de la corrupción, todos la ejercen y todos
la critican pero nadie la reconoce y cuando alguien la expone, habrá que
atacarlo porque ofende a nuestro pueblo, raza y cultura. Parte de este eterno
ejercicio cultural de las elecciones, en donde los políticos tratan de generar
crisis, los medios la compran y las exponen para poder vender noticias, se crea
la crisis y los votantes no votan, aplicando la regla de que en estas
elecciones intermedias los que realmente sufragan son el llamado voto duro. De
ahí también nace la famosa tendencia de invalidar el voto, en donde a la
población le venden que hay que nulificar el voto para mostrar el desacuerdo y
que termina ayudando al voto duro de los partidos ya que se convierten en votos
inválidos y se descuentan de la elección, una simple resta, un número que no
hace mella y a ningún político ni partido le preocupa.
Y la otra ya típica que empieza a correr por todos
lados, los rumores que ya caminan en estados, redes sociales y cafés políticos,
que después de las elecciones se vendrán todo tipo de catástrofes bíblicas,
terremotos, despidos y bueno seguro hasta los marcianos nos invadirán, ya que
después de que hasta tiramos el cohete ruso que pondría a nuestro satélite en
el espacio, seguramente vendrán a abducir a dos que tres políticos que ganaron
las elecciones.
Lo único de lo que sí es seguro que veremos después
de la elección son tres cosas que no hay que perder de vista: la primera, el
conflicto postelectoral va a estar de llenar los tribunales y las ocho columnas
de los periódicos ¿por qué?, por la simple y sencilla razón que esa ley
electoral de la que todos se quejan, en esta ocasión puede quitarle a
candidatos ganadores la candidatura si se le demuestra que excedió los gastos,
por lo que entonces veremos caer más de tres cabezas que ya se habían hecho
sendas pachangas de celebración además de los eternos perdedores haciendo
dramas telenovelescos.
En segundo lugar, mientras esto pasa se estarán
preparando los nuevos diputados y las alianzas electorales que como primer tema
a discutir cuando tomen posesión será el famoso presupuesto base “0” de 2016, un
tema que no es menor y que va en paquete con las reformas y leyes secundarias
pendientes.
Y el tercer tema de discusión pública en el periodo
pos electoral de junio a octubre, será los relevos en la política nacional,
tendremos buscando acomodos, vilmente conocido como chamba, a casi 2,159
políticos que dejaran sus puestos en los siguientes meses. Ante este escenario
la pregunta es ¿en dónde van a trabajar?, y lo pregunto no porque necesiten
trabajo o dinero, con lo que se llevaron no lo necesitan, pero si necesitan
desesperadamente echar grilla y hacer política, por lo que naturalmente habrá
acomodos en las estructuras de los partidos, gobiernos, secretarias y poderes
locales. Entre esos hombres y mujeres hay políticos famosos y otros no tanto,
pero todos estarán desesperadamente buscando acomodo.
Y por ultimo no podemos soslayar que pasando el
circo post electoral, irremediablemente arranca la carrera del 2018 y que puede
ser seguro que de entre los ganadores y desempleados por la elección de este
año pudiera estar el famoso caballo negro que jugara por la candidatura del
2018. Empieza el circo señores.
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