El nuevo gobierno pintaba bien, había logrado un buen mecanismo de
acuerdos, pero cuando la oposición se dio cuenta, le dio miedo y está
trabajando para no perder espacios y no dejar avanzar.
Hoy, los grupos políticos opositores al gobierno
no entienden, o no quieren entender, los nuevos ritmos de la política que la
administración de Peña Nieto busca
establecer. El gran logro del establecimiento del Pacto por México, fue que tomó a todos los
políticos por sorpresa y que se generaron acuerdos trascendentales. Ante este
resultado, todos los grupos políticos empezaron a torpedear al Pacto cuando
entendieron que se estaba generando un avance en diferentes rubros de alta
importancia para el país, pero de grandes consecuencias para el estatus quo.
Cuando todo el trabajo del Pacto llegó a las
Cámaras, los grupos políticos iniciaron el sabotaje con un solo fin, el no
perder el poder del boicot oficial que les permite ser oposición y, sobre todo,
en temas que siempre han generado grandes ganancias a grupos económicos: las
reformas energéticas y hacendarias.
Ante estos escenarios, los grupos políticos
empiezan a jugar bajo las viejas reglas del sistema, las manifestaciones de la CNTE, que nunca fueron los grandes
contingentes que amenazaron, o la huelga nacional que no cuajó, o las tan
ofrecidas y amenazantes manifestaciones multitudinarias de AMLO, que sólo ocuparon algunas cuantas calles, o el mismo caso con
los Foros de Energía en el Senado, les abren la puerta a la oposición y cuando
les aceptan a los oradores, mejor los retiran. Al mismo tiempo, estos
movimientos que, en el fondo, sólo buscan negociación por dinero, tampoco
tuvieron eco. Ya existen mecanismos en las nuevas leyes y esquemas que implican
que algunas decisiones son del Gobierno Federal, pero otras son negociaciones
con los Gobernadores, sin embargo, al mismo tiempo, éstos tampoco controlan ya
los dineros que manda el poder central; el sistema está cambiando y ellos
quieren negociar a la antigüita.
Un claro ejemplo de esto es la carta que envía AMLO así como, por su parte, Marcelo, exigiendo una serie de
acuerdos que no son facultad del Ejecutivo y que, por ley, son atribuciones del
poder legislativo, pero ellos quieren forzar a una decisión de Peña Nieto, la cual no puede dar. El
país ya no es el México de los 70,
ni la Presidencia es la misma de esas épocas. El país ya cambió, el sistema ya
no es lo mismo, pero ellos no cambian y quieren forzar al sistema para que
regrese al juego de antes, cuando, en sus disque propuestas progresistas,
claman una sistema de poderes equilibrado y etc., etc., etc.
Todo este juego político de querer ganar a como
dé lugar, lo único que hace es desgastar a cualquier gobierno, sistema, poderes
y, en general, a todo el país. El nuevo gobierno pintaba bien, había logrado un
buen mecanismo de acuerdos, pero cuando la oposición se dio cuenta, le dio
miedo y está trabajando para no perder espacios y no dejar avanzar.
En el fondo de todo este juego político, está el
pleito de una generación de antiguos políticos contra una nueva generación que
está en el poder. Si vemos las manifestaciones que hemos tenido en la calle las
últimas semanas y hacemos un rápido cálculo de la edad promedio de los
participantes, no podemos más que darnos cuenta que es un asunto generacional. Como
ejemplo, en una marcha de AMLO,
estuvieron presentes Amlo mismo, Pinchetti, Cárdenas, Muñoz Ledo, Barlett y acompañantes, en
contraposición de la edad del equipo de trabajo del Presidente. Simplemente es
un asunto generacional, esto es lo que está generando un destiempo en la
política. Y que quede claro que no tengo nada en contra de la edad, sino de no
querer entender que el mundo está cambiando.
México es un país democrático que tiene fallas, pero
hay sistemas ya establecidos que ya no permiten regresar al pasado. Otro
detalle adicional es que los ciudadanos tampoco ya nos chupamos el dedo como
algunos, en la oposición, quieren seguir creyendo.
Analista Político
Twitter: www.twitter.com/@Marcovherrera
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