Frente a la discusión de la reforma
energética que se viene, diversas voces se levantan para pedir una solución sin
que se modifique la Carta Magna.
Según
datos generales, Pemex genera cuatro
de cada diez pesos que México recibe
por la vía fiscal, lo que convierte a dicha empresa en el principal generador
de impuestos. Hoy, México entra en
una larga discusión respecto al qué hacer con la reforma energética y ésta es
una discusión de dilemas nacionales. El primero, la intocabilidad del artículo
27º de la constitución, el cual tiene un gran guardián; error, amigo lector, si
usted pensó en AMLO o en el ahora
arribista Marcelo Ebrard, está usted
completamente equivocado, ellos sólo discuten temas o están en contra de las
propuestas del gobierno con el único fin de buscar una oposición para ganar
algo, o dinero o una posición política que, por cierto, a estas alturas ya está
totalmente perdida. El verdadero guardián del artículo 27º es el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y lo hace por
herencia y por conocimiento de causa.
Si
analizamos su propuesta, él está, de igual manera que el Presidente Peña Nieto, por una modernización de Pemex sin cambio en la Constitución. Lo
único que habría que hacer, según su dicho y propuesta, es quitar la obligación
de las aportaciones de sus utilidades a
la caja hacendaria, además de, por obviedad, optimizar la operación,
definir una adecuada apertura comercial, asegurando las políticas públicas para
este fin.
Técnicamente
hablando, su propuesta es apostar al crecimiento con crecimiento y la inversión
privada que se lleve a cabo a través de los contratos que ya están autorizados
por reglamento. El verdadero problema va a ser que, mientras no se cambie la
política hacendaria a través de una gran reforma, este esquema no se va a poder
implementar.
¿Qué
implica cambiar este esquema hacendario? Dos cosas sencillas, pero complejas de
implementar: una, eliminar los regímenes especiales de impuestos que afectarían
directamente a las grandes empresas privadas nacionales e internacionales que
vía regímenes de disminución de impuestos, obtienen más ganancias; tradicionalmente
a estas empresas las defiende el partido de derecha. La otra, es el aumento del
IVA para instaurarlo de manera
generalizada o, en su caso, de una forma más adecuada, respetando una gran
canasta básica de productos de primera necesidad; esta causa la va defender, a
ultranza, la izquierda.
Lo
curioso del momento que estamos viviendo es que los dos partidos están
desbaratados, peleándose internamente por el control del partido y para poder
asegurar el control de presupuestos, las elecciones del 2015 y la ulterior
candidatura presidencial.
Hoy, la
presión a la República es enorme. Primero, dos partidos peleando por el control
interno, con posiciones contrarias a las reformas hacendaria y energética, con
ideologías distintas y, al mismo tiempo, en una desquiciada alianza electoral
en contra del partido en el poder; los dos, sentados en el Pacto por México, en donde, gracias a los
trabajos de éste, han podido encontrar, en el dialogo y gracias al gobierno,
fortaleza para obtener el control de su partido.
Por su
parte, la iniciativa privada está presionando, por una parte, para que se
suelte el presupuesto público para inversión, principalmente en
infraestructura, y, por la otra, no estaría muy contenta de que les quitaran
los regímenes especiales que los han hecho ganar tanto dinero.
Si se
llegará a adecuar la propuesta del Ingeniero Cárdenas, con algunos ajustes, se podría tener en México un camino de corto y mediano
plazo, en donde se respete la propiedad de los recursos naturales de la nación,
se tenga una empresa petrolera verdaderamente eficiente, moderna y utilitaria,
sin los pesos anacrónicos del sindicato de Pemex
y generando más impuestos por mayores ventas al extranjero, por crear productos
de petroquímica que desarrolle el mercado interno y que, además, de pie a la
investigación y desarrollo de nuevas energías sustentables.
Al
mismo tiempo, podría México eliminar
los regímenes especiales para que las empresas privadas paguen los impuestos
que les correspondan, el sector privado tenga a tiempo los recursos públicos
para ejecutar la obra pública, creando cadenas de valor para incorporar a las Pymes y que, de una manera
transparente, pueda, vía los contratos autorizados en el 2008, invertir en Pemex, participando en su crecimiento y
generando más actividad, trabajo e impuestos.
¿Sería
mucho pedir que los políticos y los empresarios puedan llegar a un buen
acuerdo, que le daría a México un
verdadero crecimiento económico? ¿Será
que el PRI llegue a un acuerdo con
el PRD y se logre hacer la reforma
energética que ayudará a México a
pasar a la historia y en donde el Ingeniero Cárdenas sea la segunda generación que salva al petróleo?
Ojalá
así sea, para que invirtamos en México
de alguna u otra manera.
Consultor
Twitter: www.twitter.com/@Marcovherrera
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