El gran reto de todos los
sectores en México es grande: enfrentar los cambios con visión al futuro,
innovación y creatividad. ¿Estás dispuesto a cambiar?
Forbes inicia en México su publicación en línea y tengo
la fortuna de iniciar con ellos una colaboración semanal. La intención de este
blog es hacer el análisis e iniciar el dialogo con todos ustedes sobre los
retos y las oportunidades que presentan las decisiones políticas para el mundo
de los negocios.
Inicio este blog con uno de los temas centrales en la vida política
del país y que está redefiniendo el equilibrio y las relaciones entre el sector
público, el empresarial y el social: la posibilidad de que se logren las
reformas estructurales. El gobierno de Peña
Nieto, por lo que se ha visto, tiene toda la intención de lograr los
consensos políticos necesarios para que se autoricen, de alguna u otra manera,
las reformas que se necesitan; la coyuntura para México es ideal. Por la parte externa, la incertidumbre económica mundial
pone al país en un lugar privilegiado al tener
una economía fuerte y, siendo uno de los líderes de los llamados
mercados emergentes, hoy todo el mundo voltea a ver a México, lo que genera que la percepción internacional de inseguridad
en el país deje de ser el tema central. En el contexto interno, todos los
sectores están conscientes de que es necesario llevar a cabo las reformas, pero
esto genera grandes conflictos ya que nuestro país tiene grandes monopolios
públicos y privados y las presiones para definir los esquemas de reformas van a
ser muy complicados. Sólo basta ver lo que pasa en el sector energético y en el
de telecomunicaciones para entender la complejidad.
Estas situaciones presentan al mismo tiempo dilemas para el país. En
el sector empresarial, por ejemplo, hay empresas que han crecido bajo el
esquema de concentración económica; sin embargo, este crecimiento, al no tener
competencia, ha dejado de lado la adopción de nuevas tecnologías, situación que
está presionando a estos mercados y que a la larga puede empezar a frenar el
desarrollo. Eso implica que, en algunos casos del sector privado, será
necesario implementar grandes acciones de desconcentración que, sin duda,
pueden ser dolorosas, pero necesarias. Al mismo tiempo, los empresarios deberán
de enfrentar la necesidad de hacer fuertes inversiones. Claro, son para el
futuro, pero al venir de mercados monopólicos les puede costar un poco de
trabajo entenderlo. Aunado a ello, estos sectores también deberán de enfrentar
el cambio de algunos regímenes especiales en cuestión de impuestos, situación
que podrá ser muy compleja; de ahí que el empresario, hoy ante la coyuntura,
necesita entender que las reformas implicarán romper paradigmas.
En el caso de los monopolios públicos, el asunto es a la inversa, las
desconcentraciones suenan a privatización y, en sectores tan delicados como el
energético, el nacionalismo rampante aparece como el gran fantasma que pudiera
frenar el crecimiento y el desarrollo tan necesario para hacer que el país
avance y pueda enfrentar los vaivenes del futuro.
Estos dilemas y estas coyunturas hacen que el gobierno deba de estar
operando políticamente de manera quirúrgica, ya que además de los involucrados
directos, están también los intereses de algunos sectores sociales, en
particular de los sindicatos que son parte de la ecuación y que de manera muy
precisa se han convertido en poderes facticos que pueden también ver lastimados
sus intereses.
El gran reto de todos los sectores en México es grande, el del gobierno es de retomar la rectoría del
estado, lograr los consensos en la clase política y hacer que se cumpla la ley; por su
parte, los retos de los empresarios son enfrentar los cambios con visión al
futuro, innovación y creatividad y, para el sector social, adecuarse a las
nuevas circunstancias que a la larga generarán mayor bienestar. El problema es
que al país hay que sacarlo de la zona de confort que está haciendo que nos
frenemos poco a poco. En este contexto la pregunta que nos debemos hacer todos
los mexicanos es: ¿estás dispuesto a cambiar?
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