Las reformas están en marcha, a
pesar de que no se han implementado del todo y en el tiempo necesario. Algunas
de ellas ya están haciendo que le país empiece a moverse poco a poco a un ritmo
distinto. Lo que nunca se acabó de entender por la mayoría de la población es
el hecho de que las reformas están
cambiando el modelo de crecimiento de nuestra economía y esto también debe de
tener un impacto en lo social.
Muestra de esto es lo que implica
la reforma energética y los efectos que ésta tiene en el terreno social y de
las comunidades; un ejemplo es que con la construcción de la nueva
infraestructura de ductos que transportan el gas natural y el petróleo por toda
la República Mexicana, la Ley obliga a las compañías privadas a cargo de
construir esta infraestructura a elaborar estudios para medir los impactos de dichas
obras en las comunidades para posteriormente diseñar e implementar, previa autorización
con las autoridades, programas de impacto y mitigación en las comunidades en
donde se llevan a cabo dichos trabajos. Estos planes son certificados por la Secretaria
de Energía y revisados por Gobernación para dar las autorizaciones correspondientes, ya con las
autorizaciones las compañías mandan a
sus equipos de trabajo sensibilizados con la especifica problemática social de la
región y con la instrucción de hacer acuerdos sociales que integren a las
comunidades dentro de los planes del desarrollo de las obras.
Así en los últimos dos años ya se han construido una gran parte de los
ductos que transportarán el gas natural por todo el país, pero ¿y qué tiene de
nuevo? podrá preguntarse usted, pues que la negociación de este tipo de obras por
primera vez no tiene un tiente ni político, ni electoral; las empresas a cargo
de las obras están, de alguna manera u otra, tratando de coordinar sus trabajos
directamente con los líderes sociales e
integrando a estas comunidades a un nuevo esquema de trabajo, en algunos caso
la misma comunidad se convierte en trabajadores de las empresas que darán
mantenimiento a dichas obras, en otras, solamente se dan por enterados y
obtienen beneficios sociales y de mitigación.
Como en todo, hoy ya se cuentan casos
exitosos, aunque en otros lugares hay historias de terror que sólo demuestran
que hasta en el nivel social existe resistencia al cambio, ya que hay líderes y
comunidades que prefieren seguir con los esquemas políticos-clientelares
tradicionales, o que todo lo quieren politizar para llevar agua a su molino. No
podemos olvidar que nuestro sistema de partidos políticos nació a raíz de la
generación de redes clientelares en el campo, que a pesar de la modernidad
siguen enraizadas en la sociedad, pero en este caso las reformas ya empiezan a tener sus efectos y cambios
hasta en esos niveles.
Es muy importante entender que
todas las obras de infraestructura que se llevan a cabo deben de tener fundamentalmente dos
elementos: el esquema de mitigación social y un programa de comunicación. Ambas
partes ayudarán a que con una integración e información la sociedad pueda
entender los beneficios y nuestras comunidades vayan digiriendo los beneficios
de la modernidad, de otra manera podemos seguir en el ostracismo de la
desinformación y pobreza con que se vive en las zonas rurales de nuestro país,
además de la manipulación de las redes clientelares.
Estos esquemas están permitiendo a
las comunidades conocer un esquema
productivo totalmente distinto a lo que se había acostumbrado por la
tradicional colusión de las autoridades con los partidos políticos; estos
nuevos esquemas le permitirán a estas comunidades conocer y entender como las
obras de infraestructura los pueden integrar a una nueva economía local y
conocer una nueva forma más productiva de vida, dejando atrás los modelos
asistencialistas.
Claro, esto es un reto también para
los partidos políticos y más en una etapa inédita de nuestro país en dónde nos
vamos a pasar tres años en procesos electorales y en dónde poco a poco estos
esquemas pueden ir cambiando la dinámica social.
Esperemos que esto empiece a ser
una palanca de abajo hacia arriba para que en las comunidades rurales dejen de pensar en sólo en las dádivas del
gobierno o del partido en época electoral para poder obtener beneficios y
quitar esa desafortunada mentalidad a las comunidades de que todo debe de venir
del gobierno.
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