El nuevo gobierno de Peña Nieto,
está tratando de recuperar el mayor control de la rectoría del estado. Significa
un cambio de paradigma para lograr, con este poder, las reformas estructurales
necesarias.
La llamada rectoría del Estado está
determinada por la Constitución Política Mexicana en su artículo número 25, en
donde faculta al gobierno a regir el desarrollo económico, el nacional, las
regulaciones de los bienes públicos y el manejo de las áreas estratégicas. Con
la reforma que se acaba de hacer en la Ley de Amparo, el Estado retoma el
derecho de dar y quitar las concesiones de las áreas estratégicas a particulares
y simplemente se reserva el derecho de eliminar la suspensión que había
otorgado más facilidades a los empresarios para poder pelearle al estado su
inversión.
Ante este cambio en la Ley de Amparo, la
iniciativa privada, la realmente afectada, interpuso su muy seria queja, pero
afirmando que entendía y respetaba la decisión. ¿Será que se les acabó el
periodo en donde podían tener mayor espacio de negociación, con el partido de
los empresarios?
Queda claro que las acciones del nuevo
gobierno de Peña Nieto, están tratando de recuperar el mayor control de la
rectoría del estado. Por una parte, lo ha hecho con las reforma que van
orientadas a eliminar los viejos poderes fácticos, sindicatos y grupos de poder
adueñados de ciertas funciones y, lo más importante, de presupuestos. Por otra
parte, cambiando leyes como la de amparo, para tener como gobierno la fuerza de
la coerción que la Constitución le da y, finalmente, con planes muy definidos y
adecuaciones en los reglamentos para manejar eficientemente la operación
programática.
Esto es un cambio de paradigma respecto al
modelo que la alternancia permitió por parte del PAN, en donde la práctica de
gobierno fue trastocada y generó muchos espacios ganados por los poderes
fácticos que, curiosamente, muchos de ellos siempre estuvieron del lado del
PAN. En la lógica del viejo PRI, el gobierno era el que detentaba el poder y
repartía y quitaba, mientras que con el PAN, eso se modificó en la práctica;
ahora, se retoma muy rápidamente esta rectoría del Estado de manera muy
temprana en el periodo presidencial para, con este poder, pasar a hacer las
reformas estructurales necesarias.
Era imposible para el gobierno de Peña Nieto
avanzar en reformas más grandes sin antes tener el control de la rectoría del
gobierno; considero que ésa es la lógica de las negociaciones y la priorización
de las reformas. Tienen que ir, primero, por el control, después, con las
acciones que cierren espacios para los grupos fácticos y de poder y, a partir
de ahí, se tendrán los elementos para ir proponiendo los cambios en las leyes
que desaten los nudos creados en los intereses de ciertos sectores,
principalmente energía y telecomunicaciones, para que de ahí, ya se pueda dirimir, la madre de todas las batallas,
la de la gran reforma hacendaria, que como ya mencionamos en análisis
anteriores, no sólo implica aumentar el ingreso a través de los impuestos, sino
que, además, tiene en el fondo la estructura del federalismo y las aportaciones
a los estados.
Desde esta óptica, nuestro federalismo fue
creado bajo la tónica del virreinato y para los gobernadores fue más fácil
vivir en el régimen Panista que en el PRI de antes; ahora, si se logra regresar
al nuevo control, los estados, de alguna manera u otra, también estarán
recuperando cierta rectoría que los llevará a la posible liberación para cobrar
impuestos localmente, lo que les implicará riesgos y oportunidades en un nuevo
esquema federalista.
Esto constituirá un verdadero cambio en el
pacto federal y en la forma de relacionarse con el centro y dará un giro a la
forma de hacer política en México. Aunado a esto, están todas las reformas que
los congresos locales van a tener que aplicar y adecuar, lo que imprimirá un
dinamismo a los tres ámbitos de gobierno.
Estamos frente a una nueva estructura de país
y no creo que muchas de las autoridades locales lo estén midiendo. Si a esto
aunamos que en julio se elegirán la mitad de los Presidentes Municipales que
tendrán que administrar este gran cambio, el país realmente está entrando en
una verdadera revolución.
¿Estaremos preparándonos para enfrentarla?
Analista Político
No hay comentarios:
Publicar un comentario