miércoles, 5 de diciembre de 2012

Tres días



Apenas comienza el nuevo sexenio y ya estamos viendo el regreso de políticos profesionales, que entienden qué es el poder y para qué sirve; estamos viendo operación política con medición de riesgos para prevenir situaciones y estamos de regreso a la política de estado.

Finalmente, Peña Nieto tomó posesión como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Irremediablemente se nota la diferencia que existe en las visiones de Estado entre el PAN y el PRI; la ceremonia, el protocolo, los discursos, las acciones propuestas y la firma del pacto entre partidos, han logrado, de alguna u otra manera, que en los primeros tres días cambiara la lógica del país.

La gente está tranquila, los opinadores profesionales también, los más duros e incrédulos, le dan el beneficio de la duda, unos, por la manera en que tomó el poder, otros, por lo que dijo y reconoció de la problemática, otros más, por las acciones que está proponiendo.

Tres días han bastado para cambiar la dinámica del país, y estas acciones que ha tomado el Presidente curiosamente han tenido efectos, digamos, que parecen secundarios, pero podrían haber sido objetivos claros: el acuerdo político entre partidos logró en estos días dividir a la izquierda y a la derecha; en el PRD, las tribus ya se están peleando y los más radicales están tomando su camino hacia Morena, mientras que en el PAN, los conservadores están tomando el control del partido tratando de sacudirse a los Calderonistas.

La mayoría de la gente, acostumbrada al estilo del PAN durante los últimos doce años, no se esperaba lo que vio, por lo que la sorpresa ha dejado buen sabor de boca, estamos viendo el regreso, no del autoritarismo como mucha gente dijo y como aún no lo podríamos decir, pero sí estamos viendo el regreso de políticos profesionales, que entienden qué es el poder y para qué sirve; estamos viendo operación política con medición de riesgos para prevenir situaciones y estamos de regreso a la política de estado.

Y por supuesto, estamos viendo cómo ciertos grupos de poder disidentes, en la lógica de la forma de hacer política de antes, quiere medir a su nuevo adversario en el poder, la oposición continúa en su lógica de mentir para asustar, de gritar para ganar espacios y de crear crisis para demostrar la falta de control por parte del Estado, pero ya empezamos a ver que el equipo que llego es una mezcla de experiencia con ímpetu juvenil. Pero lo que marca a este equipo es que tiene vocación política y está tomando rápidamente el control, se ve que es un equipo de políticos que saben cómo y para qué sirve el poder y que sus enemigos vienen de una lógica de gritos para ganar espacios; creo que ese raciocinio va a dejar, poco a poco, de funcionar.

Basta ver lo que pasó el día de ayer con las declaraciones de varios de los actores de la oposición con respecto a los hechos vandálicos y supuestos actos por parte del gobierno, mismos que están avocados a tomar rápidamente el control de las secretarías: empiezan a sonar como ruido en el espectro de la política y de la esperanza de un nuevo gobierno, suenan a declaracionitis para conseguir espacios en un ámbito que cada minuto se cierra para esas prácticas que, en el sexenio pasado, tal vez si funcionaban, ahora parece que no.
Si se cumple lo que el Presidente Peña dijo, entraremos en un sistema de respeto a la ley y, ante eso, las mentiras y los dichos de la oposición no cabrán en esta nueva época; basta ver que después de la mentira de Monreal en la toma de posesión, la información fluyó de manera inmediata y se llenó el espacio que acabó con su dicho. De igual manera, la reacción del gobierno de la Ciudad, al no doblar las manos ante una manifestación en Reforma para liberar a  los jóvenes vándalos.

Es tiempo de que se acaben las mentiras y entremos en un mundo de respeto a la ley y en una lógica de dialogo abierto, no de gritos. Y esto todo se empieza a plantear en sólo tres días.

Consultor

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