martes, 17 de enero de 2012

El escándalo en las redes sociales


Hoy quiero comentar un caso que tuvo una gran repercusión la semana pasada en las redes sociales y que, curiosamente, a unos días de los hechos, ya suena a tema viejo: es el caso del #gentlemendelaslomas, muy sonado en Twitter y, después, en todos los medios. Es un caso que indigna por la agresividad y actitud del empresario, pero que, desafortunadamente, muestra dos duras realidades, la impunidad y la discriminación que se vive en México.

Lo curioso de este caso es que cuando investigué sobre los hechos para responder a una amiga con la que siempre comento los casos donde se ve afectada la reputación de las personas, me lleve varias sorpresas; la primera es que los hechos se habían suscitado el año pasado, que la acción de la justicia en primer instancia funcionó bien, pero el agresor se amparó y de ahí empezó un galimatías para que se hiciera justicia.

Esto me lleva a pensar que los abogados y el acusado, desesperados por las maniobras legales del agresor, no les quedo otra que recurrir a exponer el caso ante las redes sociales, ya ni siquiera ante los medios dado que seguramente por la influencia del empresario pudieran ser difícil acceder; el único camino, el escarnio público en las redes sociales.

Días después de todo el incidente, comentando con unos amigos en una cena, de los cinco que estábamos, cuatro habíamos escuchado el caso, dos de ellos no sabían que los hechos no se habían suscitado este año y estaban asombrados de ello, asumían que todo acababa de pasar, lo que de inmediato les generó otra expectativa y opinión.

Desafortunadamente, la velocidad de Internet y, el tipo de reacción de la gente en las redes sociales empieza a rebasar a la sociedad, a los medios y, por supuesto, a la misma autoridad, la cual tuvo que reaccionar de varias formas y de manera incierta, por lo mismo que mis dos amigos en la cena, desconocimiento del caso.

El final fue feliz para los demandantes, de manera muy rápida obtuvieron lo que la justicia no les dio, la sociedad se sintió satisfecha por el escarnio manifiesto al empresario lapidado públicamente lo cuál mínimamente se merecía, colorín colorado, este cuento se ha acabado, y de ahí al siguiente trend topic, las redes sociales brincaron a definir por votos a su próxima víctima social.

Ante esto, me quedan varias reflexiones. La primera, para cuando entendí los hechos, para mí ya no había noticia, desafortunadamente es un caso más de los miles que se dan a diario, en México tenemos las cárceles llenas de gente inocente y las calles llenas de delincuentes con dinero que han manejado la justicia. Segunda, esto quiere decir que las redes sociales se están convirtiendo en la “plaza pública”, en donde se está juzgando a cualquier persona o caso social de manera exprés. Al ver esto en un extremo, me viene a la mente a la santísima inquisición o la plaza pública de los decapitados franceses. Tercera, creo que las redes sociales empiezan a rebasar sus propios límites, no hay quien salve a nadie, son juicios sumarios a mano alzada, en donde se opina crudamente y demasiado rápido. Cuarta, la irremediable situación de que esa “plaza pública” se está convirtiendo en un monstruo que nadie está controlando y, curiosamente, los mismos medios masivos, por entrar en el juego, están reaccionando a lo que pasa ahí dentro, pero si antes se litigaba en los medios y a la sociedad en su conjunto no le gustaba, ¿ahora también en redes sociales va a pasar? Y entonces, ¿Qué va a suceder? Y quinta, los medios ya no son los dueños de la “plaza pública u opinión pública”, éstas ya se trasladaron a las redes sociales.

Soy de los que considero que no se debe de regular Internet, pero la sociedad misma es la que debe de no gastar el modelo de libertad que hoy tantos beneficios nos dan las nuevas tecnologías.

Caso difícil y de estudio empiezan a ser las redes sociales y ahora, con las futuras campañas electorales y sus excesos, es probable que el caso se extreme de sobremanera, habrá que ver al final de la elección cómo quedan las redes y la sociedad. Después de eso, a ver quién le pone el cascabel al gato.

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