El mundo de
las redes sociales se ha convertido en un fenómeno mundial, es un lugar donde
todos quieren estar, pero que es muy difícil de controlar. Ahora, con el Peña
Nietazo, se ha comentado mucho de cómo este animal indomable reacciona y se
come a todo aquel que no sabe actuar ante él. Ejemplos sobran: habría que
preguntarle a Loret de Mola o a la mismísima Ninel Conde, sobre cómo su fama y
reputación se han visto afectados por la reacción de este “animal”, por
llamarlo de alguna manera.
En lo
personal, considero que hoy las redes sociales son la verdadera plaza pública,
ese lugar invisible en donde convergen todas las virtudes y las bondades de la
sociedad, como dijera el slogan de la radio: están todas las voces y se pueden leer todas las opiniones. Y digo
que es como la plaza pública, ya que pretender manejarlas es lo mismo que
querer manejar o controlar una manifestación, una huelga o una concentración
multitudinaria, en donde solamente se podría controlar al primer círculo, lo
demás son olas que de, manera individual, van tomando sus propios círculos y
teniendo sus propios movimientos.
A esta plaza
pública hay que sumarle una constante distinta a la realidad, la velocidad a la
que corre la información, además de que es una plaza pública infinita en tamaño
y que abarca todo el mundo.
Mucha gente
se pregunta cómo reaccionar ante las crisis dentro de las redes sociales y ha
quedado demostrado que hay dos actitudes que son constantes y fulminantes ante
una queja expresada sobre una persona o institución: la primera es
descontrolarse y responder con el hígado, la segunda es el desaparecer o cerrar
las cuentas en las redes sociales, lo que técnicamente es una afrenta a los
cibernautas.
La mejor
forma de manejar situaciones de esta magnitud, es aplicar las técnicas normales
del manejo de crisis, pero ante la constante de la velocidad, como en ningún
otro caso, aquí la respuesta tiene que ser proporcionalmente igual de veloz con la que se dan los hechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario