En México, hemos
visto la última semana alineaciones en los grupos de poder y su subsecuente impacto
en la definición de los aspirantes a la Presidencia de la República, con miras a
las próximas elecciones en 2012.
Vimos cómo, en el
PRD, Marcelo Ebrard pierde una encuesta, la cual nadie entendió, y públicamente
declina su candidatura a favor de AMLO, aclarando, como dijeran los clásicos,
que no va a armársela de tos, aunque si hubiera tenido con qué.
Por el lado del
PRI, en un movimiento inusual y con un desplegado pagado en los principales
diarios de México titulado “Unidad,
¿para qué?”, Manlio Fabio Beltrones se baja de la contienda; este mensaje me recuerda
más a aquel famoso anuncio pagado en los periódicos, el cual se le achaca al Presidente
López Portillo, que decía “¿Y tú también, Luis?”, que supuestamente era una
advertencia a Luis Echeverría por acciones políticas que le incomodaban al
presidente en turno. Este mensaje tiene, a su vez, muchos mensajes cifrados muy
claros que solamente el tiempo nos dejará ver su auténtico significado,
específicamente a los que menciona como: “sé que puedo continuar mi lucha por
las reformas desde otra trinchera” y el que dice “mañana empiezo otra vez”, que
si les aplicamos un poco de teoría de la conspiración, ¿se podrían interpretar
cómo: “tomo mi aspiración desde otro partido” y “si no me resuelven en 24 horas,
mañana me arranco con mi plan B”? En fin, queda todo en los profundos
intríngulis de la real politik
mexicana.
La explicación a
estos dos actos heroicos de los modernos próceres de la política y comentados
por políticos, medios de comunicación y analistas, es la siguiente: “han sido
grandes actos de madurez política”. Al escuchar esto repetidamente durante los
últimos días me pregunté ¿y eso, qué significa? Por tanto me dediqué a buscar
qué significado tiene la “madurez política” y, en conjunto, no encontré nada.
Me pasé al punto de vista lingüístico y el diccionario de la Real Academia
Española dice de la madurez: “buen juicio, prudencia o sensatez”, y
también, “la edad en la que la persona
que ha alcanzado su plenitud vital”, y termina la referencia mencionando “una persona madura es aquella que cuenta
con una coherencia interna y que puede pensar, decir y hacer lo mismo sin
contradicciones eventuales y con convicción”. De principio, suena bien para
la vida real y para un ciudadano, pero estamos hablando de política y de
políticos reales, profesionales y con muchos años en este juego; y ahí, ya no
me funcionó la explicación.
Y explico el
porqué, sobre todo ahora que por alguna rara coincidencia, está de moda
rescatar la historia de manera telenovelesca y, por supuesto, por parte de
Televisa, no pude dejar de hacer un paralelismo con algunos datos curiosos de
la época de Calles, sobre todo porque he estado analizando la similitud de
circunstancias de lo que vivimos ahora con lo que sucedió con la historia del
PRI en manos del ex presidente Calles. Con ese motivo, ayer vi la película “La
sombra del Caudillo” que estuvo enlatada por más de 30 años, y que fue dirigida
por Julio Bracho basada en la novela de Martín Luis Guzmán.
En dicha película
me llamaron la atención las siguientes frases, muy significativas: “En la política no hay más que el instinto”;
“En el campo de la política, la amistad
no figura. De los amigos más íntimos nacen los enemigos acérrimos, los más
crueles, los que destrozan y se matan”, y, finalmente, “En
política nada se agradece, puesto que nada se da. En política nunca se va en
contra de sus intereses”. En este contexto, el termino de la madurez
política que le achacan a estos actos, no tiene nada que ver a la definición
del diccionario, ya que estamos hablando de políticos profesionales, que lo básico
que buscan es tener poder, perdurar en la política y, por último, como dijeran
los clásicos de la política mexicana, seguir en el presupuesto.
En los dos
casos, tanto Ebrard, como Manlio, no toman decisiones de “madurez política”,
toman decisiones por instinto y calibran sus movimientos fríamente para buscar
puentes que les permitan seguir en la jugada. Por lo que aplicaría entonces la
famosa frase de Héctor Suárez en unos de sus famosos personajes: “madurez
política, mis polainas”.
Plutarco
Elías Calles tenía otra máxima que decía mucho de cómo se actuó en aquellas
épocas, y más por la inestabilidad en que vivía México: “hay que romper para
estabilizar”, y él así lo hizo, y esa estabilidad, desde la óptica del PRI, a
este país le ha durado más de 80 años.
Ahora bien, las
primeras consecuencias: sectores internos del PRI dudan y exigen cuentas sobre
las alianzas con PVM y PANAL; los maestros se alborotan en contra de la Maestra
Gordillo; al PVM se le enfurecen los militantes y empiezan a denunciar a los
dirigentes, salen las grabaciones con las presiones de los narcos en la
elección de Michoacán, muertos y más muertos en varios Estados, denuncias
contra Moreira, más lo que se acumule a diario y por hora.
Otras reacciones,
Marcelo en una conferencia en una Universidad, dicen aguántenme pa´l 2018, haré
lo mismo que AMLO, recorreré el país; Josefina Vázquez Mota se emociona, y les
dice a Creel y a Cordero, “pues ya declinen ¿no?”, al fin está de moda; el IFE,
por su parte: no hay publicidad a candidatos únicos, y la modificación al
COFIPE empieza a tener razón de ser; en el Senado retoman la Reforma Política y
empiezan a correr rumores sobre posibles encarcelamientos y, el colmo, AMLO ya
ama tanto a todos que hasta con Salinas se quiere congraciar y quiere contender
con Sicilia por el monopolio de los besos a los políticos. En política no hay
coincidencias, sólo demonios sueltos.
La pregunta que
sólo el tiempo nos dirá es: ¿madurez política o romper para estabilizar?
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