Después de ver lo que pasó en la última semana de trabajo de este periodo en ambas cámaras del Congreso de de la Unión, no me queda otra cosa que afirmar que el proceso legislativo ha caído en el juego electoral y es, solamente, una pantalla en donde el único objetivo es hacer quedar mal al grupo político contrario. ¡Ah!, pero no se engañe y caiga en la trampa, no estamos hablando de que el PRI quiere hacer quedar mal al PAN o al PRD. Estamos hablando de que los grupos de poder quieren hacer quedar mal a su oponente, sin importarles el hecho de que sea de su mismo partido.
Es muy claro que el PRI domina, pero con dos bandos diferentes. En ambas Cámaras los grupos de legisladores definen su trabajo legislativo en la apuesta electoral y en cómo, en este juego, cada uno de ellos simplemente quiere hacer quedar mal a los contrarios; para eso, presentan iniciativas que no importa si son buenas o malas, simple y sencillamente apuestan a que, como no son las adecuadas, son como un anzuelo con carnaza envenenada que, si las aceptan, serán los culpables y, si las rechazan, pues también; a su vez, el PAN y el PRD juegan a engordar el caldo de los grupos del PRI que se disputan el poder.
A este respecto, Liébano Sáenz lo comentó en su columna del pasado sábado en Milenio Diario, señalando que: “una de las grandes pérdidas por la situación de gobierno dividido ha sido el deterioro de la capacidad para procesar reformas de gran calado. Los cambios constitucionales alcanzados en el periodo 1989 a 1997, contrastan con lo que ha ocurrido en la última década; el déficit de corresponsabilidad ha significado dificultades para cambios legales de fondo”. Y como lo dice, aquí podemos mencionar la reforma electoral del 2007 o la reciente iniciativa de Reforma Política enviada por el Senado a la Cámara de Diputados, faltando horas para que culmine el periodo ordinario de sesiones y, bueno, es una iniciativa plagada de buenas intenciones pero sin estructura ni fundamento que la hagan viable; fue simplemente una propuesta con el fin de generar polémica en contra de un oponente político de cara a la elección del 2012.
Desafortunadamente, en medio de este juego perverso, está el país y su regresión al pasado. Primero, porque seguimos con leyes obsoletas de hace más de cuarenta años y, segundo, porque con el avance mundial, nos estamos quedando atrás de manera más veloz y rezagados en el escenario mundial.
Con esto, se descubre que este periodo también es un sexenio perdido, el juego político del 2012 ha hecho que se pierda. Técnicamente, todas las reformas planteadas fueron trampas político-electorales.
El riesgo es que el país está en riesgo. Definitivamente, tenemos un poder legislativo fallido y vamos en camino de que nuestra sociedad sea fallida en su conjunto.
El problema es que, cuando Fox gobernó, la primera reacción del PRI —que no acababa de asimilar que había perdido la presidencia— fue jugar a la parálisis; se convirtieron ellos mismos en el mayor obstáculo de las grandes reformas que se iniciaron desde la década de los ochentas, pero, ya en el segundo período del PAN, con Calderón, definitivamente supieron jugar sus cartas y, de paso, pugnan por llevarse de corbata a todo aquel que aspire a jugar a la Presidencia, aún sea de su partido. Se confirma el veredicto emitido desde hace años: gobernaron desde el poder legislativo, aislando a la Presidencia de la República, institución que ha sido poco capaz de concentrar poder para romper este cerco.
Esto, en paralelo, ha creado una escisión política en los grupos de poder. Hoy estamos frente a un duopolio de potestad política en donde se pueden estar cocinando alianzas impensables, como si fuera posible que al agua y el aceite se unieran, aunque en la realidad de las profundidades políticas, nacieron de la misma causa.
Este pleito parece retomar el antiguo dilema de los principios de la creación de la República, en donde la gran controversia era entre los principios e ideales de los conservadores contra los liberales.
En todo este juego, hoy la ideología está totalmente perdida, la izquierda ya no es izquierda, la derecha ya perdió toda su esencia ideológica desde que está en el poder y donde, además, le cuesta mucho trabajo cohesionar a la sociedad e impulsar su crecimiento. Hoy, se parece más al viejo PRI, mientras que el PRI mismo pareciera que tiene sus propias corrientes de conservadores y liberales.
El hoy en México es una locura. Hoy, no sabemos ya quién quiere qué y cuáles son las ideologías que están marcando el juego político. Estamos en la paranoia de notar que se parece mucho el discurso de López Obrador a la posición política de Carlos Salinas, de ver cómo una izquierda es más progresista que la misma derecha o de observar a partidos con iniciativas verdes que son más radicales que la misma izquierda.
No cabe duda que, hoy, el riesgo es que el país está en riesgo. ¿No cree usted?
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