Pocas veces ha existido en México el que exista algún caso de antihéroe, no es común en nuestra cultura. Lo que se permite son héroes que se fabrican desde el poder y como consecuencia, además son los únicos que entran a la historia y a la cultura; influye también el peso que les dan los medios, si el caso les importa para sus fines coyunturales y para presionar, entonces sí les importa, de otra manera simplemente lo desaparecen del mapa.
El héroe, tradicionalmente es personaje con características especiales de fuerza, habilidad o convencimiento propio, que toma, con altos principios morales, una causa en sus manos y lucha incansablemente en combatirla para lograr un bien a la sociedad.
El antihéroe no tiene ninguna de estas características, normalmente es cualquier ciudadano que cansado de ser presionado por circunstancias de denigración, abuso, delincuencia y corrupción, en un momento determinado, cansado y para defender sus bienes personales, se enfrenta a situaciones que parecen imposibles y que normalmente lo supera, pero lo enfrenta con una valentía increíble y desafortunadamente con consecuencias trágicas para su persona, de ahí el mote de antihéroe.
Estas personas hacen actos de una valentía inverosímil y en la mayoría de las veces actúan con más valor y entrega que un héroe mismo, lo que me trae a la mente la película de Clint Eastwood llamada Gran Torino, donde el personaje, entiende que con su muerte es la única forma de hacer que la justicia reaccione favorablemente a la causa que él defiende.
En México acaba de darse el caso de anti heroísmo, un empresario en el norte del país fue presa de criminales que lo asediaban para quitarle su rancho y a través de amenazas de muerte, esperaban que abandonara su rancho y con esto poder quitárselo, como ya lo habían hecho con todos sus vecinos. Don Alejo Garza Tamez, hombre de 77 años, decidió defenderse y sacando a su familia del rancho decidió enfrentar sólo a los criminales, matando a cuatro e hiriendo a dos más, antes de caer abatido y fallecer en la defensa de su propiedad, por el escándalo llegaron las autoridades y no se consumó la toma del rancho.
Este hecho sucedido el sábado pasado, llamó la atención de la sociedad en el ciberespacio y las redes sociales, ha sido muy comentado y estuvo como una gran noticia en algunos medios y hoy una gran parte de la población lo está tomando y declarando como un héroe. Ciro Gomez Leyva, en el periódico Milenio, comentaba que ya le decían el “Héroe del Bicentenario”, y estoy muy de acuerdo con él, aunque la familia niega que haya sido así, obviamente por el dolor de su pérdida, y desde aquí mis respetos a ese gran hombre que fue su padre.
Este asunto tiene varias aristas que debemos analizar, primero en los medios de comunicación se está diluyendo el asunto, lo que demuestra que las mismas autoridades no quieren que se difunda el caso, seguramente por el miedo a que se siga el ejemplo y la gente se arme y tome la ley en sus manos, lo que generaría una ley de la selva. El problema para el Estado es mucho ya que de por sí, no controla a la delincuencia y ahora no controlar a las personas, sería algo grave.
La segunda arista, es el hecho de que los medios de comunicación tampoco le han seguido dando difusión al asunto, y puede ser con petición expresa del gobierno, por lo que prefieren seguir haciendo sus concursos de buenas obras que ahondar en una terrible historia de cansancio e injusticia que se repite en muchos municipios controlados por la delincuencia y en donde la autoridad esta borrada del mapa. Los medios en su afán de usar la delincuencia como ariete para golpear al gobierno, empiezan a ser socios invisibles del ambiente delincuencial, a pesar de tener sus propios casos de heroísmo que han terminado en desafortunadas y deplorables muertes.
Y, si comparamos este caso contra la cultura estadounidense esa es la pequeña gran diferencia, en Estados Unidos, el caso se habría hecho famoso, causas ciudadanas lo habrían extendido como un ejemplo, y Hollywood ya estaría haciendo una película de esta persona, para que en un arranque de indignación social, tratar que la justicia tome cartas en el asunto. La cultura estadounidense adora este tipo de historias, sirven para reciclar a su sociedad y la justicia, las refresca y crea una conciencia social y lo usan como un arma de las guerras corruptas de la sociedad.
En México este tipo de historias nadie las quiere, a nadie le interesan, y lo peor, a nadie le conviene. El status quo del crimen organizado parece que a nadie le conviene resolverlo, lo que fuerza a los que lo sufren diario a tomar solución desesperadas en sus propias manos, con la estúpida consecuencia de perder la vida o que en caso dado a ellos si les sean aplicadas las leyes, por eso se les considera antihéroes.
En su memoria Don Alejo, sí, si es usted un héroe de esta estúpida guerra de corrupción.
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